Llega de nuevo la fiesta del cine. Esa oportunidad para ver los últimos estrenos a un precio más bajo que el día del espectador. Del 3 al 6 de junio los espectadores pueden obtener sus entradas por sólo 3,5 euros. Y, una vez más, no hace falta registrarse.
Aquellos que quieran disfrutar de ver una buena película en pantalla grande, pueden dirigirse a cualquiera de los 315 cines de toda España que se han adherido a la iniciativa y disfrutar de estos precios. Las entradas ya están a la venta desde el pasado 29 de mayo y se pueden sacar online para evitar colas.
Qué ver
El problema, muchas veces, es decidir qué ver. Aquí, un servidor, como crítico de cine, quiere recomendar dos películas que bien merecen una oportunidad. Dos cintas premiadas en diversos festivales y que todavía se pueden ver en una sala de cine.
Hay más opciones de las que aquí se presentan. La cartelera ofrece pelis de acción como Furiosa: de la saga Mad Max y El reino del planeta de los simios; familiares como Garfield e If o estrenos recientes como Back to black, el biopic de Amy Winehouse que no está a la altura del hermoso documental con imágenes de archivo que realizó Asif Kapadia en 2015, Amy. Pero mis recomendaciones van por otro camino.
'Segundo premio'
Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez aterrizaron hace una semana con Segundo premio, una película que no es de Los Planetas, sino sobre su leyenda, y que condesa la esencia del cine del director de Girona. Sólo él es capaz de transformar una especie de film sobre la grabación de un disco, en una película de vampiros y fantasmas.
El realizador de Un año, una noche lleva años moviéndose en el terreno del documental, pero pareciera consciente de la imposibilidad de filmar unos hechos como realmente sucedieron. Y es que, tal vez, la realidad, como la verdad, es inasible y ni una cámara lo puede capturar. Y con esta premisa, lo mejor que puede hacerse, quizás, es acercarse a esa verdad a través de la ficción.
Algo así hace el cineasta con Segundo premio que ya desde el subtítulo parece jugar con la verdad y la mentira. Esto no es una película de Los Planetas, asegura. En cambio, todo lo que se ve en pantalla es el proceso de grabación del tercer álbum de la banda, Una semana en el motor de un autobús. Claro que eso es quedarse corto.
Lacuesta consigue hacer de las diferentes versiones narradas de ese momento, otra cosa, una película sobre los problemas de la creación, de la amistad y de asir algo tan intangible como todo eso. La situación es tal que, por momentos, el espectador parece estar viendo una película de vampiros, una especie de Only lovers left alive granadina, donde el público es llevado a otro estado. Cómo imbuidos por las drogas consumidas por el protagonista, el espectador inicia un viaje a ninguna parte de lo importante es compartir el trayecto que nos ha servido nuestro camello favorito, Lacuesta.
Por el camino, se transita por una especie de ficción documental que no deja de replicarse a sí misma, como lo hacen los protagonistas del film. Pero como ellos, el espectador es condenado (y con mucho gusto) a seguir descubriendo juntos hacia donde van, hasta qué punto esta banda, este grupo de amigos, estos seres llenos de talento son capaces de (auto)destruirse.
El resultado no es ni más ni menos que eso, un viaje vampírico, lisérgico y artístico del que se sale satisfecho de haber visto algo único, de haber vivido una experiencia que combina música, cine y vampiros para extraer de ello una verdad: que el arte y la amistad pueden llevar a lugares inimaginables, aunque el camino sea duro.
La quimera
Ya que es la fiesta del cine, nada mejor que recuperar una película que está a punto de salir de la cartelera. Una cinta que fue presentada en el marco del Festival d’Autor de Barcelona, que trajo a su directora Alice Rohrwacher para entregarle un premio. Hablamos de La quimera.
Película tras película, esta realizadora no deja de confirmar que forma parte de los grandes nombres del cine italiano, pese a que su apellido no acaba en -ini. Ni falta que le hace. Ella recopila a todos ellos, especialmente a Fellini y a Pasolini, los mezcla en una coctelera con toques de realismo mágico y lanza al espectador sus fábulas audiovisuales que encandilan y emocionan a partes iguales.
Lo mismo sucede con esta película. La quimera es un nuevo viaje por la cabeza de Alice y su protagonista, un profanador de tumbas etruscas que conecta de forma más que especial con el pasado, para rescatarlo y poner el presente bocabajo, subvirtiendo las normas, viviendo en los márgenes.
Este ser, perteneciente a otro mundo, es el vehículo ideal que usa la directora para conectar esos dos tiempos, como ella une a Pasolini y Fellini con claras referencias a ambos cineastas y a ambos con ella.
Tampoco falta la lectura político-social, desde una reivindicación feminista hasta la gran reivindicación de clase y de la denuncia de la explotación de una clase, de la historia y de la tierra para sacar provecho de ella sin tener en cuenta las consecuencias ni preocuparse por los afectados de esas acciones.
Rohrwacher logra conjugar y hacer dialogar todos estos elementos que pone en escena y demuestra un talento único para captar lo mágico de una escena, como su protagonista detecta la presencia del tesoro. Con un juego de distintos formatos y texturas, desde el respeto a sus personajes y una especie de relato cercano al cuento, logra convertir en algo naif (en el mejor sentido de la palabra) algo tan turbio como la situación de su protagonista.
El único problema de la cinta es que, en ocasiones, tal vez por la voluntad de querer hablar de tantos aspectos de la vida o de realizar a tantos realizadores a los que admira, la hace en ocasiones demasiado carente de esa frescura que respiraban sus primeras cintas. Se le nota esa deuda que siente con ellos.
En cualquier caso, La quimera es un viaje que merece la pena emprender y esperar a seguir tirando del hilo de la carrera de Alice Rohrwacher, nos lleve donde nos lleva. Porque sabemos que, seguro, nos va a gustar el lugar al que nos va a llevar.