Hablar de la butifarra sería demasiado obvio. No del plato, sino del gesto. Aquel que la gran Rosa Maria Sardà dedicó a los políticos de turno durante una gala de los premios Max de teatro.
Para los que no lo sepan, lo que los catalanes llamamos butifarra a eso que en el resto de España se llama corte de mangas. Aquí el momento al que hacemos referencia. Pero este artículo habla de otro gesto que se hace en todo el mundo.
De niños a adultos
Como suele pasar cuando hay niños cerca, uno trata de no decir palabrotas cuando uno está cerca, no hacer gestos obscenos ni, seamos sinceros, enviar a la mierda a alguno de ellos. Para hacerlo de manera sutil y menos violenta, uno suele hacer pam i pipa.
Así, tal vez, cuesta de entender. Se trata de un gesto de burla, de falta de respeto a una autoridad que se hace con las manos. Consiste en poner la palma de la mano abierta con el dedo pulgar tocando la nariz y mover los dedos en forma de abanico. Otra variante es añadir la otra mano poniendo el meñique en contacto con el pulgar de la segunda mano y moverlo de la misma manera.
Este gesto, que los niños copian y reproducen, suele ir acompañado de una frase también muy catalana: elis, elis, putxinelis. En sí, no significa nada, simplemente añade un complemento verbal a este gesto.
La ilustración aparecida en este artículo, muestra claramente en qué consiste el pam i pipa, un gesto tan típicamente catalán que, en otras partes del mundo, le reconocen su procedencia.
Un gesto muy catalán para el mundo
En países como Uruguay y Argentina a este gesto se lo conoce como pito catalán. Al parecer, cuando algunos migrantes huyeron de España en busca de una nueva vida a esta región del hemisferio sur, no pudieron evitar hacer este tipo de gestos.
Entre la comunidad catalana era tan habitual este gesto, que los habitantes de estas regiones australes lo asimilaron a ellos. De allí que lo bautizaran como pito catalán.
Cuándo y cómo se usa
Tal y como recogen distintos medios e instituciones del país, hacer el pito catalán significa burlarse de alguien. De hecho, se ha visto a algunos jugadores de fútbol de la liga argentina hacer este tipo de gesto en más de una ocasión.
El fenómeno es tal que hasta estudiosos de filología han reflexionado sobre ello. Un claro ejemplo es que el profesor del Departamento de Filología Catalana de la UB Lluís Payrató llegó a hablar de él en el libro El gest nostre de cada dia.
El pito catalán en los libros
El ensayo del sociolingüista y especialista en pragmática y etnografía lingüística no es una reflexión sobre el pito catalán, sino una investigación sobre el gesto como mecanismo comunicativo y como patrimonio básico de la cultura popular. Y entre ellos aparece este gesto.
Payrató analiza la función de los emblemas o gestos autónomos, con significado independiente del lenguaje verbal. Asimismo, analiza los gestos relacionados con los saludos, la expresión de los sentimientos o los estados de ánimo, hasta los que son propios de los juegos, el deporte, las actividades profesionales o los rituales religiosos. Y entre ellos aparece el gesto que nos ocupa.
Este es el curioso origen de la expresión
Lo que parece es que este gesto que parece tan arraigado en Cataluña, en realidad, se empezó a usar en Pompeya. Al menos, así consta en el repaso histórico de la tradición que hace Payrató.
En cualquier caso, y en palabras del experto, el pam i pipa es “la exportación más curiosa” de la que tiene conocimiento. Destaca que “ya es muy indicativo que el gesto, en nuestra tierra, tenga nombre, para empezar, y resulta además que en Argentina y el Uruguay se lo conoce como el pito catalán”. Concretamente, se usa “hacer el pito catalán” como sinónimo de burlarse de alguien. Exportaciones curiosas.
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