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Más de 9.000 personas firman contra el último 'pelotazo' del Arzobispado de Barcelona

Miles de fieles impulsan una petición para proteger la parroquia del Esperit Sant

16 abril, 2024 13:32

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Más de 9.000 personas han firmado contra el último pelotazo del Arzobispado de Barcelona en la capital catalana. Miles de personas han apoyado una petición online para proteger la parroquia del Espíritu Santo, que el gobierno metropolitano derribará para construir una facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Ramon Llull (URL). 

Lo detallan fuentes cercanas al proyecto, que alertan de que más de 9.300 personas han firmado una petición en Change.org [consultar aquí] titulada Evitemos el derribo de la Parroquia del Espiritu Santo de Barcelona. En la misma, los feligreses piden "satisfacer las necesidades educativas --de la universidad-- sin sacrificar nuestra preciada parroquia"

Ya tiene permiso

La campaña contraria al derribo no es óbice para que el proyecto ya tenga permiso. Como explicó este medio, el Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado definitivamente el plan de derribo y reconstrucción de la iglesia de barrio. 

Lo ha hecho pese al cisma que han abierto los planes en el seno del rebaño. Un grupo de fieles se opone a los mismos, asegurando que se perderá operatividad en un templo donde se practica la adoración continua. 

El vitral

Más polémico si cabe es el hecho de que la demolición del Espíritu Santo conllevará la destrucción del vitral, que se construyó junto al resto del templo en 1967. Los críticos con la obra alertan del "valor" de la composición de cristal. 

Por su parte, el Arzobispado argumenta que el montaje "se digitalizará" y que no está protegido patrimonialmente. 

Joan Iglesias

De este pulso trasciende la figura del abogado Joan Iglesias Matabosch, sobrino de Antoni Matabosch, delegado diocesano de Economía del Arzobispado de Barcelona, y la figura encargada de sacar valor a los activos de la Administración eclesiática. 

En el caso del letrado, se le afea que ejecute esa labor con demasiado ahínco. Hasta el punto de apretar a algunos inquilinos para lograr rentabilidad en el inmovilizado.