"Llegué al condado de Humboldt, en California del Norte, a mediados de 2017. En España se idealizaba la temporada de vendimia en las granjas de marihuana de esta región rural y montañosa de los Estados Unidos. Era una forma muy fácil de conseguir dinero, lo que no sabíamos era a qué precio…".
María –nombre ficticio, pues la protagonista de esta historia prefiere mantenerse en el anonimato por miedo a posibles represalias– es una joven catalana que, con una amiga, partió hacia la otra punta del mundo para trabajar en los cultivos de marihuana de Humboldt, la capital mundial del cannabis.
Lo que no sabían antes de despegar es que estaban a punto de adentrarse en el Triángulo Esmeralda. Esmeralda, por el verde de las plantaciones y de la gigantesca selva de secuoyas, de más de 10.000 kilómetros cuadrados, que preside este paraje natural. Un lugar donde impera la ley del más fuerte, la esclavitud, la violencia y la muerte por encima de todo.
Mendigar trabajo en la capital del cannabis
"Lo primero que hicimos fue comprarnos un coche. Sabíamos por varios conocidos que en muchas ocasiones debes dormir en las furgonetas y ya nos compramos un vehículo que nos permitiese poder sobrevivir con algo de comodidad en su interior", relata. Las primeras noches en Humboldt las pasaron ahí dentro. Plantaron su pequeña base improvisada junto a una carretera sin pavimentar, rodeada de árboles, por un lado, y de las granjas de cannabis en el otro. "Ahí sentimos lo que era ser inmigrante: no tener nada y tener que picar puerta por puerta pidiendo trabajo".
Este condado de California del Norte se ha convertido en un reclamo para jóvenes llegados de todas partes del mundo que buscan dinero fácil. Por un día pelando cogollos de marihuana se pueden ganar hasta 300 dólares. La mayor parte de las granjas, asegura María, no hacen contrato y pagan en negro. A cambio, no piden permiso de trabajo, ni preguntan tu origen.
El negocio de la marihuana es legal. La ley permite tener un cierto número de plantaciones. El problema es que todas las familias que se dedican a ello superan con creces los límites permitidos y muchos granjeros autóctonos se han visto superados por la llegada de auténticas organizaciones criminales que vienen a sacar partido de este negocio, que abastece entre el 60% y el 80% de la marihuana que se consume en Estados Unidos.
Esclavas del siglo XXI
"Los granjeros pagan en negro. Los que pagan, claro. Porque si das con una organización criminal, puede ser que al final de la jornada te apunten con una pistola y te obliguen a irte sin tu parte", explica. De hecho, los tiros son el hilo musical de todo el condado: "Al final, te acostumbras", asegura. Jornaleros desaparecidos y/o asesinados. Reyertas entre clanes rivales. Humboldt no es un lugar seguro. Tampoco un lugar ideal. "No entiendo por qué se idealiza el ir hasta allí… yo fui una esclava en esas granjas de marihuana, y todavía tuvimos mucha suerte".
María y su amiga picaron a la primera granja. "Podíamos trabajar, nos pagaban bien, pero nos dijeron que nos darían un importante sobresueldo si lo hacíamos con el pecho descubierto. Salimos por patas. Luego encontramos la granja donde estuvimos los tres meses de nuestra primera estancia en Humboldt". Un granjero y su familia las acogieron en su casa y las pusieron a vivir en una caseta en medio del bosque. Tenían cocina y baño, mucho más que otros de los jornaleros que andaban por la zona.
"Trabajábamos 12 horas al día y teníamos un día de descanso a la semana. No nos preparaban la comida y nos teníamos que apañar si queríamos ir a comprar, hacernos la comida o descansar. Aun así, tuvimos mucha suerte", recuerda.
'La Montaña Asesina'
El Triángulo Esmeralda es un lugar totalmente hostil. De hecho, en los últimos años se han registrado tantas desapariciones (232, más que en ningún otro condado del Estado) y tantas muertes sin resolver, que Netflix estrenó a finales de 2018 una serie sobre este misterioso asunto.
El documental se llama Murder Mountain (La Montaña Asesina) y profundiza en varios casos de jóvenes desaparecidos o muertos el Triángulo Esmeralda en los últimos tiempos.
"Recuerdo que un amigo mío me pidió ayuda para encontrar a un colega suyo. Un chico español que había desaparecido. Su cara inundó con carteles todas las esquinas del condado y meses después encontraron su cadáver flotando en un río… Casos como este sucedían todas las semanas… podríamos haber sido nosotras perfectamente…", explica María. Este caso aparece de refilón en el documental, cuando el joven seguía desaparecido.
Factoría del crimen
"No pude terminar de ver el documental", asegura la protagonista de esta historia. Ella lo vivió tan de cerca, que se le estremece todo el cuerpo al recordarlo. "Yo me lo creo todo… Las historias que sobrevolaban el condado de Humboldt eran historias de muertes violentas y desapariciones sin resolver. La policía es consciente de todo lo que pasa, pero dejan que los clanes solucionen sus deudas a su manera…".
Humboldt es una factoría de sucesos diarios: enfrentamientos entre bandas, ajustes de cuentas, jornaleros desaparecidos… Todo ello, bajo el más estricto código de silencio. "Cuando regresamos a España, cuando volví a Barcelona, entendí que pudimos habernos quedado atrapadas en el Triángulo para siempre…".
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