La lacra de los suicidios en los cuerpos de seguridad: 16 mossos se han quitado la vida en la última década
Los sindicatos policiales solicitan reforzar los protocolos para prevenir las conductas autolesivas
9 septiembre, 2023 23:30Noticias relacionadas
Este domingo se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. El año pasado, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), 4.097 personas se quitaron la vida en España, 95 más que el año anterior. Sólo en Cataluña fueron 607, un 5% más que en 2021, cuando se suicidaron 576 personas. Las sobrecogedoras cifras no dejan de aumentar, pero algunos colectivos se han visto más golpeados que otros.
Es el caso de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que registran una tasa de suicidios superior a la media de la población. Aunque los datos de 2021 fueron los peores de la historia, 2022 fue el segundo con más suicidios en los cuerpos policiales: 28 agentes se quitaron la vida, de los cuales 13 eran guardias civiles, nueve eran policías nacionales y los seis restantes eran policías locales o autonómicos.
Más estrés y acceso a armas
Esta misma semana un agente de los Mossos d’Esquadra puso fin a su vida en Manresa. A falta de conocer el número de suicidios en el cuerpo policial catalán en este último año, entre 2013 y 2022 fueron 16 los agentes de la policía autonómica que se suicidaron, según datos proporcionados por el Departament de Interior de la Generalitat. Si bien la tasa de suicidios de Mossos d’Esquadra (8,8 por cada 100.000) es muy similar a la del resto de la población (8,4 por cada 100.000), los sindicatos insisten en que hacen falta más recursos para frenar este problema de salud pública.
Los factores desencadenantes de una conducta autolítica son múltiples, pero en el caso de los policías los expertos señalan que confluyen dos muy específicos que elevan la probabilidad de cometer un suicidio. Daniel López, psicólogo de Papageno, la asociación dedicada a la prevención del suicidio, destaca que uno de estos factores de riesgo es el grado de estrés continuo al que están sometidos los agentes, mientras que el segundo es la accesibilidad y el conocimiento sobre las armas de fuego. “Más del 90% de policías que se suicidan lo hacen con su arma reglamentaria”, asegura.
Expuestos a situaciones límite
En la misma línea, Carles Vázquez, psicólogo y delegado del sindicato de Mossos USPAC, añade que en el desempeño de su trabajo los policías se enfrentan a situaciones recurrentes de peligro que ponen sus vidas en riesgo y están expuestos continuamente a "desgracias". Además, señala, influyen también los constantes cambios de turno, el trabajo nocturno y la dificultad para conciliar el trabajo con la vida familiar y social.
Así, además de los factores desencadenantes comunes al conjunto de la población, como una separación sentimental, el fallecimiento de un ser querido o un despido, los policías se enfrentan con asiduidad a situaciones límite. “He hablado con policías que han tenido que recoger restos mortales o acompañar a personas accidentadas en la carretera mientras fallecían”, señala López. “¿Cómo nos afecta eso como policías? Aunque estés bien, es durísimo. Nosotros también acudimos a avisos de suicidios, o de intentos de suicidio, y eso al final te lo llevas a casa”, añade Toni Castejón, portavoz del sindicato de Mossos d'Esquadra Sap-Fepol.
Nuevo grupo de trabajo
Por este motivo, aunque existen protocolos en los cuerpos policiales para la prevención de las conductas autolíticas, desde los sindicatos piden que se refuercen las medidas y que la Administración pública destine más recursos a la atención psicológica de los policías. “Pedimos un protocolo de obligado cumplimiento: una normativa clara, explícita y basada en estudios. La estigmatización de quien padece un problema de salud mental no se trabaja ni en las bases ni desde las cúpulas, así que la gente se sigue comiendo sus problemas”, denuncia Toni Castejón. “Nos falta mucha formación y mucha sensibilidad”, añade el portavoz de Sap-Fepol. “La realidad es que los protocolos no funcionan y las estadísticas están ahí”, asegura.
En el caso de Cataluña, recientemente se ha creado un grupo de trabajo entre la Generalitat, los psicólogos del Departamento de Interior y los sindicatos que tiene como objetivo actualizar el protocolo y formar a los Mossos d’Esquadra sobre este problema. “Queremos hacer ver a la gente que todo el mundo, en un momento dado, puede necesitar ayuda y que el Departamento de Interior puede prestársela”, explica Carles, delegado de USPAC. “También pediremos las cifras de suicidios para analizarlas y saber si las acciones que se están tomando son efectivas”.
Teléfonos de asistencia
En lo que refiere a los Mossos d'Esquadra, desde la Subdirección de Recursos Humanos de la Dirección General de la Policía recuerdan que los agentes tienen a su alcance los siguientes recursos: el teléfono de emergencias de la Sección de Apoyo Psicológico del Departamento de Interior (627 480 692) y el del Programa ESPAI del Hospital del Mar, en convenio con la misma consejería (662 309 798).
Este último programa está orientado a prestar asistencia y tratamiento de los trastornos de la salud mental a los miembros de los cuerpos operativos en Cataluña, a la detección y prevención de los riesgos laborales que causen patologías psiquiátricas o problemas relacionados con el consumo de sustancias. Además, para casos de emergencia psicológica producida por un incidente crítico (como la muerte de un compañero, el padecimiento de lesiones físicas graves en actos de servicio, un intento de autolisis, el fallecimiento de una víctima durante una intervención o el uso de arma de fuego) existe un protocolo específico. En estos casos, los agentes pueden recurrir al teléfono 627 480 692 .
Faltan psicólogos
Sin embargo, en otros cuerpos como la Guardia Civil faltan recursos. En este sentido, Daniel López denuncia que, aunque el instituto armado tiene planes para la prevención del suicidio desde 2022, los profesionales externos se encuentran con trabas a la hora de evaluar su eficacia y acceder a las cifras de suicidios. Además, añade, en la Guardia Civil las personas que atienden a los agentes que atraviesan una situación difícil suelen ser sus superiores. “Insistimos mucho en que las personas que los atiendan sean externas al cuerpo para conservar su anonimato”, solicitan desde Papageno.
Además, la Guardia Civil no cuenta con sindicatos que puedan luchar por una mejora en este aspecto, sólo con una asociación profesional. El secretario general en Cataluña de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), Alfonso Merino, confirma que el protocolo actual “es totalmente ineficaz” y que las cifras hablan por sí solas. “Hay una diferencia abismal con los demás grupos policiales”, denuncia.
“Ante cualquier tipo de conducta suicida se da parte a los servicios médicos, se retira el arma y se ofrece servicio psicológico, pero no es la panacea. Aquí en Barcelona tenemos un psicólogo para 1.800 personas”, asegura, de forma que deben ser los propios agentes quienes de forma proactiva acudan a los servicios psicológicos, según la asociación, muy deficitarios.
Las señales de alerta
Además, el tema del suicidio en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como en el resto de la sociedad, continúa siendo un tabú. Sin embargo, López añade que, en el caso de los cuerpos policiales, tradicionalmente masculinizados, se suma la dificultad “inculcada” para pedir ayuda. “Se sigue entendiendo como un signo de vulnerabilidad. Además de como hombres, como policías se les exigen unas cualidades que aparentemente son contrarias a esa supuesta debilidad”, denuncia. Por eso, algunos de ellos no son capaces de ponerse en manos de los expertos de la salud mental o de hablar abiertamente de cómo se sienten.
Aunque existen señales de alerta comunes para el resto de la población, López expresa que hay algunas específicas que deben hacer saltar las alarmas: asumir conductas de riesgo, jugar con el arma de fuego, conducir demasiado rápido o comenzar a consumir sustancias, son algunas de ellas. Además, sostiene, también hay otras señales frecuentes como tener una prisa repentina por resolver problemas de futuro, como la herencia, hablar recurrentemente de la muerte o el suicidio o las despedidas inusuales.