Conjunto de nichos en el cementerio de Montjuïc / LORENA SOPÊNA - EUROPA PRESS

Conjunto de nichos en el cementerio de Montjuïc / LORENA SOPÊNA - EUROPA PRESS

Vida

Sin hogar, sin familia, pero con despedida: así son los entierros de beneficencia

La Fundación Arrels reivindica el derecho a la memoria, la dignificación de los fallecidos y que “nadie sea enterrado en soledad”

18 marzo, 2023 00:00

Esta semana se ha conocido la muerte de otra persona sintecho en el barrio de Sants de Barcelona, que se suma a otros seis decesos que la Fundación Arrels ha contabilizado en lo que va de año. Pero ¿quién se hace cargo de los funerales de personas sin recursos? Desde el Ayuntamiento de Barcelona precisan que “el coste que genera la parte funeraria, es decir, el féretro, recogida, acondicionamiento y traslado al cementerio de la persona difunta, lo asume la empresa funeraria, mientras que el coste que se genera en el propio cementerio lo asumirá Cementiris de Barcelona”, lo que se conoce como un funeral de beneficencia.

Desde Arrels expresan que cuando una persona sin hogar se muere en un hospital o en una residencia para mayores, por ejemplo, el circuito que se sigue es el habitual. Sin embargo, si el deceso se produce en la calle la situación se complica. En esos casos los Mossos d’Esquadra abren una investigación para descartar que la muerte sea derivada de un hecho criminal y se realiza la pertinente autopsia para esclarecer la causa de la muerte. En estos casos, explican, el juez intenta contactar con la familia, un proceso que puede alargarse y dilatar el tiempo que el cuerpo permanece en la morgue.

Los entierros de beneficencia

En caso de que se encuentre a la familia, explica la fundación, y esta muestre su voluntad de encargarse del funeral, “el entierro es el mismo que tenemos en nuestro imaginario, con el velatorio, la ceremonia y el entierro en una tumba o en un nicho familiar”. Pero si no hay familiares que tramiten el servicio, añaden desde el consistorio, “lo podrá realizar una amistad o alguien cercano a la persona fallecida”.

Una persona sintecho duerme en la calle / ARRELS

Una persona sintecho duerme en la calle / ARRELS

Sin embargo, existen supuestos en los que las personas fallecidas no tienen familia o, en caso de tenerla, no siempre quieren o pueden asumir los costes de un funeral. En esas situaciones es el ayuntamiento quien se encarga mediante un entierro de beneficencia. “El gobierno municipal paga un entierro de mínimos”, expresan desde Arrels. “En caso de inhumación, se realiza en un nicho concesionado, en caso de disponer de él, o en uno de alquiler (también sin coste) durante cinco años”, expresan desde el consistorio.

Acaban en el osario general

Después de ese tiempo los restos son trasladados al osario general del cementerio para que el nicho o la lápida puedan ser utilizados para inhumar los cadáveres de otras personas sin recursos, un servicio recogido en la Ordenanza de Servicios Funerarios del Ayuntamiento de Barcelona de 2017 y en el Decreto de la Comisión de Gobierno de 7 de junio de 2018, por el que se regulan las obligaciones derivadas del principio de universalidad en el acceso a los servicios funerarios, y en el caso de cementerios y cremación, en la Ordenanza de Prestaciones Patrimoniales No Tributarias de Cementerios del Ayuntamiento de Barcelona.

La inhumación no es la única opción. Los cuerpos también pueden ser incinerados, añaden desde el consistorio, que precisan que en caso de querer donar el cuerpo a la ciencia solo se podrá hacer “si dicha persona hubiese manifestado su voluntad en ese sentido antes de fallecer”.

Una patrulla de los Mossos d'Esquadra frente al bajo en el que ha fallecido una persona sin techo / CEDIDA

Una patrulla de los Mossos d'Esquadra frente al bajo en el que ha fallecido una persona sin techo / CEDIDA

“Que no se entierre a nadie en soledad”

Desde la Fundación Arrels explican que, cuando tienen conocimiento de que una persona en situación de calle ha muerto y no tiene familia, se aseguran de que habrá alguien para recordarla en el momento de la inhumación. “Aunque no nos dan algunos datos porque no somos familia, como la causa de la muerte, pedimos que nos comuniquen la fecha del funeral para avisar a los voluntarios y trabajadores, pero también a vecinos del barrio con los que tenía relación o a otros compañeros”.

Además de asistir al funeral, desde el año pasado la fundación elabora una placa en la que incluyen el nombre de la persona fallecida, su edad y una frase para recordarla que colocan en la lápida o nicho para “humanizar” su despedida. “Hacemos un acompañamiento de las personas sin hogar también después de la muerte, para que no se entierre a nadie en soledad”. Reivindican que, aunque se trate de una placa efímera, al menos figura la identidad de la persona que yace en esa tumba. “Es lo ético”, denuncian.

Dos voluntarios de Arrels se interesan por una persona sin hogar en Barcelona / KIKE RINCÓN - EUROPA PRESS

Dos voluntarios de Arrels se interesan por una persona sin hogar en Barcelona / KIKE RINCÓN - EUROPA PRESS

Una ceremonia atípica

Como el funeral que costea el consistorio es austero, también llevan flores. Además, en el momento del entierro, reproducen una canción que saben que le gustaba a esa persona, cuentan alguna anécdota o pronuncian unas palabras sobre el difunto. “Es una ceremonia atípica”, expresan. “En caso de que tuviese algún ahorro se le organiza un entierro que no sea de beneficencia”, añaden.

Además de asistir a los entierros de las personas sin hogar, desde 2016 Arrels organiza una ceremonia anual frente a la Catedral de Barcelona para recordar a los sintecho fallecidos durante el año anterior. “Reivindicamos el derecho al recuerdo y a dignificar el paso de todo el mundo por aquí”, añaden. En este homenaje también participan otras entidades con vínculos con otras personas sintecho fallecidas. “Escribimos y leemos los nombres, pronunciamos unas palabras y siempre dejamos un símbolo en blanco que representa a las personas sin hogar que han muerto y de cuyo fallecimiento no nos hemos enterado”.    

Viven 27 años menos

El año pasado Arrels contabilizó 80 muertes de personas sin hogar en Barcelona. Los fallecidos tenían una media de edad de 55 años, 27 menos que el resto de vecinos de la ciudad. De los fallecidos el 35% vivían en la calle, mientras que el resto estaban en residencias de mayores (aunque mantenían el vínculo con la fundación) o en pisos de Arrels. Uno de cada cuatro murió en la calle. Desde la entidad recuerdan que “vivir al raso perjudica la salud física, mental y neurológica" y, sin duda, resta años de vida.