Una familia juega en un hospital-refugio temporal de Shanghái, confinada tras dar positivo en coronavirus / ZHUYI

Una familia juega en un hospital-refugio temporal de Shanghái, confinada tras dar positivo en coronavirus / ZHUYI

Vida

Shanghái tiene hambre, sus habitantes se organizan

Tres semanas después de la imposición de un nuevo confinamiento en la capital económica y financiera china, la angustia y la cólera aumentan a medida que se agrava la penuria alimentaria

21 abril, 2022 00:00

Violet Liu (29 años) prepara la comida en su apartamento de 40 metros cuadrados en el distrito de Jing'An en Shanghái (China). Intenta inventarse una receta con las únicas verduras que quedan en su frigorífico: dos tomates, tres cebollas y cuatro pepinos.

La joven perdió su empleo hace un mes, justo antes de que la megalópoli de 26 de millones de personas se viera afectada por una nueva ola del virus, ligada a su variante ómicron. Ahora prepara sus entrevistas de trabajo, a la espera de que se levanten las medidas de confinamiento.

Confinados desde el 1 de abril

En diez días, celebrará su 30 aniversario. Suspira: "Sin vino, sin postre, sin velas, sin amigos... Lo único que puedo hacer, es celebrarlo con los vecinos del piso de abajo... discretamente". El de Liu es uno de los 80 hogares de su xiaoqu 小区 (en español, comunidad; una unidad administrativa en China que agrupa a varios edificios residenciales). Todos sus miembros están confinados en sus casas desde el 1 de abril.

"Nunca en mi vida pensé que podría morirme de hambre en Shanghái en el siglo XXI", bromea Liu mientras sirve un poco de café a su compañera de piso. Un café obtenido por trueque: lo ha intercambiado con su vecino esta mañana, por dos huevos.

Camas preparadas en un hospital-refugio temporal de Shanghái / XIAO XIAO

Camas preparadas en un hospital-refugio temporal de Shanghái / XIAO XIAO

Un paquete de verduras

Hasta ahora, Shanghai y sus 26 millones de habitantes pensaban que vivían en la modernidad: se hace un pedido por internet, a través de una app, y la entrega aparece en la puerta casi instantáneamente. A casi cualquier hora, porque las tiendas están abiertas día y noche. Los taxis no cuestan apenas: cinco euros el trayecto, de media.

Con el confinamiento, ese castillo de naipes se ha venido abajo. "Los pedidos sólo se pueden hacer a las 6 de la mañana; pero da igual el sitio que pruebes: o bien están en rotura de stocks, o no tienen suficientes repartidores", se lamenta Violet. Desde el principio del confinamiento, ha recibido un paquete de verduras del Estado, como los demás miembros de su comunidad. Nada más.

Compras agrupadas

Desesperada, Liu se ha sumado a un grupo de WeChat [similar a Whatsapp] que agrupa los 80 hogares de su xiaoqu, en el que se organizan de forma conjunta los pedidos a realizar. Debido al cierre de tiendas y restaurantes, y a la escasez de conductores y repartidores, la mayor parte de las compras sólo se entregan a domicilio a partir de un importe elevado, de cerca de 600 euros.

"Es un trabajo laborioso", explica Cristal Lu, que ha organizado alguna de las compras conjuntas del grupo. "El organizador ha de contactar al comerciante para asegurarse de que las existencias están realmente disponibles, hacer un sondeo en el grupo de WeChat, calcular el importe total de la compra, pagar un avance al comerciante; después, recuperar los productos cuando son entregados en la puerta del inmueble, y asegurar su distribución".

"No hay manera de comprar por internet"

A pesar de todo, la capacidad de compra de esta pequeña comunidad es reducida en comparación con las grandes comunidades de 500 personas en ciertos barrios de Shanghái. James Zhang, de Pudong, el distrito financiero al este del río Huangpu, pertenece a una de ellas. Este joven de 23 años está atrapado en su casa desde hace un mes. En su comunidad se detectaron varios positivos de covid antes de que se decretara el confinamiento a nivel municipal. Desde hace días, la compra agrupada es su única manera de procurarse alimentos. "He abandonado la idea de comprar por Internet: no hay manera. Las compras agrupadas funcionan bien para nosotros, sobre todo para carne y fécula. Pero es difícil obtener fruta y verduras."

El joven shanghainés, de profesión cámara, no puede filmar. "Por suerte, mi jefe es bastante comprensivo y me ha dejado trabajar mejorando la posproducción durante este tiempo". Numerosas empresas gestionan la entrega de verduras y fruta a sus empleados, pero la variedad es limitada. "Estoy aburrida de comer zanahorias y patatas desde hace tres semanas", se lamenta en WeChat Tatiana Li, comercial en una agencia de publicidad.

Penuria alimentaria injustificada

Centro económico de China, Shanghái, con su dinámica clase media, su intelligentsia abierta a las culturas extranjeras y su floreciente sociedad civil, es también, habitualmente, la ciudad más efervescente en China.

El confinamiento debería haber terminado el pasado 5 de abril, pero fue prolongado. Varias publicaciones críticas han circulado por internet y han sido leídas por millones de personas, antes de ser suprimidas por las autoridades: denunciaban la penuria alimentaria injustificada, o las draconianas medidas impuestas por las Administraciones.

Zonas para dormir en un hospital-refugio temporal de Shanghái / ZHUYI

Zonas para dormir en un hospital-refugio temporal de Shanghái / ZHUYI

Hospitales-refugio temporales

Xu Huiliang (75 años) médico jubilado, escribió una carta abierta al gobierno municipal de Shanghái pidiendo transparencia, sobre todo en lo relativo a las fechas exactas del confinamiento, para calmar a una población angustiada. Sugería también un incremento de la vacunación entre las personas de mayor edad, y abrir la posibilidad de que los testados positivos pudieran pasar la cuarentena en sus casas.

Hasta finales de marzo, tan sólo la mitad de las personas de más de 80 años habían sido vacunadas en China. Todos los casos positivos detectados en las campañas de test masivos eran transferidos a los centros de cuarentena, denominados "hospitales-refugio temporales", instalados en antiguos museos, piscinas o salas deportivas. Unos centros frecuentemente saturados y escasamente equipados.

"Un tren nocturno sin fin"

"Imagínate dormir con las luces encendidas las 24 horas del día. Dormir en un espacio abierto, rodeado de 200 personas que roncan. Duchas frías todos los días...", describe Xiao Xiao, una joven internada en uno de esos centros, "es como un tren nocturno sin fin". Xiao Xiao fue testada positiva y transferida al centro de cuarentena el 4 de abril. Al llegar, se encontró con que su hospital-refugio está equipado con solamente 10 duchas para 2.000 personas, y las condiciones sanitarias de los aseos son "horribles".

El lado positivo es que allí, Xiao Xiao no tiene que preocuparse por la alimentación. El centro distribuye tres comidas diarias, pero, para ella, resulta inquietante tener que comer al mismo tiempo que "todos los demás contaminados". Ella aprovecha su tiempo libre forzoso para publicar su diario personal en las redes sociales.

Un peluquero corta el pelo a otra persona en un hospital-refugio temporal de Shanghái / ZHUYI

Un peluquero corta el pelo a otra persona en un hospital-refugio temporal de Shanghái / ZHUYI

Desfallecimiento de médicos y enfermeros

Así lo hace también Zhuyi, bloguero gastronómico, apodado "reportero de guerra de los hospitales-refugio" por los internautas que le leen: "No hay papel higiénico; va a haber que prepararse". En su centro, la zona de hombres y la zona de mujeres están separadas por unas cortinas, los niños juegan al Squid Game, los alumnos siguen sus cursos en línea y son muchas las personas que no tienen la menor intención de salir: aquí al menos pueden comer gratis. 

Entre los vecinos de Zhuyi, un peluquero, equipado con todas sus herramientas, ha empezado a hacerse con una clientela. "Cuando me paseo por aquí, casi tengo la impresión de volver a un pueblecito, lejano pero familiar", escribe Zhuyi en Weibo [red social china de microblogging, similar a Facebook o Twitter]. En sus post, ha descrito varios casos de desfallecimientos de médicos y enfermeros, agotados por el exceso de trabajo.

Para el lunes, 11 de abril, las autoridades de Shanghai habían anunciado una relajación de las medidas de confinamiento; con una vuelta a la normalidad prevista para finales de mayo. Pero una semana después, nada ha cambiado. ¿Y en quién se puede confiar?

(Versión actualizada del artículo publicado en Mediapart el 14 de abril. Escrito por Weiyu Qian, periodista. Traducido del francés por Juan Antonio Cordero).