Antoni Garrell: "El Covid ha sido una máquina del tiempo hacia el futuro"
El director general de la fundación ESDi propone la integración del modelo 'smart' y la preocupación ambiental en el diseño de productos y servicios
16 marzo, 2021 00:00Antoni Garell (L'Espluga de Francolí, 1953) lleva años trazando el vínculo entre la sostenibilidad y la digitalización en el mundo del diseño. En su nueva obra Productos y sevicios inteligentes y sostenibles --escrito al alimón con Llorenç Guilera y publicado en Marge Books--, el director general de la fundación ESDi (Escola Superior de Disseny de Sabadell) propone una metodología precisa para abordar la cuarta revolución industrial. El alargamiento de la vida útil de los bienes, sumado a los aspectos smart de la nueva economía, deben ser los objetivos capitales para los ingenieros y diseñadores del futuro. La guía de Garrell no podría ser más oportuna.
--Pregunta: La cuarta revolución industrial no es un simple cambio tecnológico, sino una nueva orientación para las empresas. ¿Cómo debe articularse?
--Respuesta: Esta cuarta revolución industrial consiste en incorporar inteligencia y capacidad de tomas de decisión autónomas tanto por parte de los sistemas productivos como de los productos. Esta es la primera gran diferencia entre la tercera y la cuarta revolución industrial. Si en la tercera se incorporó electrónica en los procesos, en esta cuarta se añadirá la inteligencia artificial. Pero hay otra diferencia: ahora los procesos productivos y los propios productos deben desarrollarse en un entorno de economía circular y economía verde, cumpliendo así los criterios de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
--¿Cómo valoraría los avances de esta revolución en España?
--Hay un primer componente que es la conversión de las fábricas en smart factories. Pero este cambio solo lo podrán dar las grandes empresas con alta capacidad de producción, que podrán afrontar los rápidos avances técnicos que dejan obsoletas las cadenas de montaje en poco tiempo. Para las pymes, la auténtica revolución 4.0 reside en los productos inteligentes y no tanto en invertir en la automatización de las fábricas. Se trata de dotar de ese componente de interacción intelectiva y, por consiguiente, convertirlos en smart products. En Cataluña, donde hay una fuerte presencia de pymes y micropymes, el énfasis debe centrarse en el producto. También en el conjunto de España, donde si se compara la situación económica con otros países como Alemania, el tamaño medio de las pymes es mucho menor y cuentan con grandes grupos industriales que no tenemos nosotros.
--En el libro se comenta la integración de sistemas como una derivada del impacto de la sociedad digital. ¿Esta visión holística cómo afectará al propio funcionamiento de las organizaciones?
--En la medida en que las empresas cambian sus herramientas y procesos productivos, es obvio que el tipo de profesionales variarán en sus capacidades. Si queremos que los productos sean smart y sostenibles, hay que usar nuevos materiales y potenciar la teleactividad. Para ello, las empresas deben dotarse de profesionales que incorporen esos conocimientos profesionales. Además, el perfil del diseñador debe interiorizar el ciclo de vida asociado al producto para evitar que este termine en un residuo. Las empresas pueden reciclar a sus trabajadores para aprovechar el know how que ya tienen, formándoles en nuevas habilidades que la sociedad 4.0 necesita. En resumen, hay que formar, reciclar al personal y, en tercer lugar, complementar ese talento con nuevos profesionales.
--¿Cómo se aúnan todas las piezas: crear un producto inteligente, sostenible, circular y fiable?
--Hay que partir de tres criterios fundamentales. El primero es que el producto que se diseña debe tener unos materiales que garanticen una segunda vida útil o que rápidamente puedan convertirse en materia prima. Por ejemplo, un jersey debe ser 100% de algodón, o estar hecho de lana que pueda ser triturada y convertida en fibra. Cuando se combinan materias primas diferentes, de origen natural y sintético, el resultado del reproceso no es tan fácil. También hay que pensar en cómo se ensamblan las piezas del producto o, lo que es lo mismo, en su forma constructiva. En el caso de una bombilla, hay que pensar si se pueden reparar o retirar los leds para reutilizarla. En tercer lugar hay que estudiar la sostenibilidad no solo en el uso, sino también a lo largo del ciclo del producto. Es cierto que las empresas consumen mucha energía o agua, pero eso es muy poco si consideramos el consumo del producto a lo largo del ciclo entero del producto.
--Apunta que la creatividad es un rasgo innato que se puede potenciar.
--La necesidad genera la inventiva. Cuando para la mayoría de cosas no se tiene una necesidad, obviamente las habilidades creativas se resienten. Si el corcho de una botella de vino se te queda dentro, tienes dos opciones: no abrir la botella o ingeniártelas para abrirla. Siempre puedes romperla de un golpe seco, claro. No se debe esperar a que tengamos necesidad de algo para estimular la inventiva. Debemos evitar caer en la confortabilidad, porque las cosas, aunque funcionen, seguro que son mejorables. A partir de la inventiva que todos tenemos dentro en mayor o menor grado, deben aplicarse técnicas para hacer que esta inventiva fluya. Ayudar a crear un espíritu crítico.
--¿La creatividad te coge trabajando, como dijo Picasso? ¿A más trabajo, más creatividad?
--Lo primero que hay que hacer es sacar a las personas de su zona de confort para potenciar su creatividad. Cuando se hace esto, automáticamente uno empieza a pensar para resolver problemas. No hay que quedarse quieto, sino ponerse a trabajar. Y tampoco conviene quedarse con la primera idea, porque a menudo no es realizable o lo es a un coste exagerado.
--¿Hay una forma sistemática de innovar?
--En el libro se ofrecen unos pasos, una metodología para la innovación. Podemos hablar de ocho fases del producto. La primera consiste en acotar el problema u oportunidad, para a continuación diseñar conceptualmente el producto. En tercer lugar, realizar un estudio del mercado y del estado del arte. En cuarto lugar, realizar el diseño físico del producto o servicio, para a continuación planificar el producto. Después hay que construir y testear el prototipo, para luego preparar el diseño en cantidades industriales. En octavo y último lugar, hay que asegurar el ciclo de vida extendido.
--¿Qué lecciones pueden sacar los diseñadores del Covid?
--En enero de 2020, el 10% de los trabajadores europeos teletrabajaban. En enero de 2021, la cifra era del 40%. Es evidente que pasar del 10% al 40% cambia las formas y condiciones de ejercer el trabajo, como mínimo para ese 30% de trabajadores que han pasado a teletrabajar. Solo a nivel del mobiliario y herramientas, no tiene nada que ver trabajar en la oficina que en casa. El comercio de proximidad ha estado enormemente castigado y ha habido un incremento enorme de las compras del ecommerce, por lo que ya no se puede pensar solo en tiendas locales. El Covid ha sido una máquina del tiempo que nos ha adelantado cuatro o cinco años hacia el futuro.
--El impacto sanitario también ha dejado su huella.
--El diseñador debe involucrarse en que los productos sanitarios también van a cambiar muchísimo. Hay que diseñar las cosas pensando en la teleasistencia. Durante la pandemia, las consultas médicas eran telefónicas o incluso, cuando notábamos un escozor en la piel, mandábamos una foto al médico. Absolutamente todo debe ser teleutilizable en el futuro. Y debemos recordar que el Covid nos ha hecho más pobres, por lo que ahora ya no podemos malgastar nada y los diseñadores hemos de intentar alargar todo lo que se pueda la vida útil de los productos.