La pandemia de Covid-19 ha obligado a la mitad de la población mundial a aislarse en sus domicilios durante un tiempo. En España, la reclusión ha durado casi cuatro meses, afectando a toda la sociedad española y al normal funcionamiento del país. Y, durante el periodo más duro de encierro, los médicos de todo el mundo se preguntaban dónde estaban los bebés prematuros: su número ha bajado de forma considerable.
La crisis sanitaria ha obligado a los profesionales del sector a trabajar en condiciones extremas para intentar paliar la falta de conocimientos y equipos ante el virus. Sin embargo, las unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN) han tenido menos trabajo, según los diferentes registros de los hospitales de varios países.
En España, uno de cada trece nacimientos es prematuro
Según la Asociación de Padres de Niños Prematuros, en España, uno de cada 13 partos es prematuro, siendo una de las tasas más altas de Europa. En Estados Unidos, la situación es aún peor: uno de cada diez bebés nace antes de tiempo.
Sin embargo, la doctora Belal Alshaikh, neonatóloga de la Universidad de Calgary en Alberta, ha declarado que los nacimientos prematuros en Calgary se redujeron casi a la mitad durante el aislamiento. Lo mismo ha sucedido en otros hospitales del mundo. El doctor Stephen Patrick, neonatólogo del Hospital Infantil Vanderbilt de Nashville, ha estimado que, en marzo, los ingresos en la UCIN se habían reducido un 20%.
Un experimento natural
En hospitales de Irlanda y Dinamarca, se ha registrado una sorprendente reducción de los bebés nacidos antes de las 28 semanas de un 90%.
Este hecho ha puesto a trabajar a los investigadores para averiguar cuáles son las razones de esta reducción de los nacimientos prematuros. Si se confirman las tendencias de los datos, el aislamiento podría haber sido un experimento natural para ayudar a los investigadores a entender por qué ocurren y cómo evitar los nacimientos prematuros.
Descanso y menos contaminación
Todo apunta a que, durante el aislamiento, las mujeres embarazadas han podido descansar mejor. Al estar recluidas en casa, las embarazadas no han sufrido estrés por el trabajo y los desplazamientos, además de haber tenido más horas para dormir y más apoyo de sus familiares.
Otro indicador podría ser la contaminación del aire, ya que esta ha disminuido durante la reclusión. Las embarazadas también han evitado contagiarse de otros virus e infecciones como la gripe común, que aumenta las posibilidades de un nacimiento prematuro.
El Covid acelera la investigación
Los investigadores de Dinamarca e Irlanda han unido sus fuerzas para crear un grupo internacional de colaboradores y estudiar, así, los efectos de la cuarentena en los nacimientos prematuros.
"Durante años, nada había avanzado en esta área tan importante", ha comentado uno de los médicos. "Parece que era necesario el ataque de un virus para ayudarnos a seguir adelante".