Todavía no es un área de especialización y tanto negocio como salud, LGBT, festivales o cine. Pero el turismo oscuro y de tragedias humanas lleva camino de serlo por el vertiginoso aumento de adeptos. Catálogos y guías presentes en Fitur recogen esta moda por la visitar lugares relacionados con la muerte, la tragedia, los desastres o los accidentes y hacer del sufrimiento un elemento vacacional.

La fascinación por lo macabro viene de antiguo, según los profesores Lennon y Foley, de la Universidad de Glasgow, inventores del término “turismo oscuro” en 1996.  Desde las luchas de gladiadores a lugares de martirio y ejecuciones públicas en la horca o decapitaciones con espada, hacha y guillotina.

Necroturismo: visita teatralizada por el cementerio de Poblenou / CBSA

Atracción morbosa

Desde hace unos años prima la morbosa atracción en zonas afectadas por catástrofes o escenarios de la crónica negra. “Se han convertido en verdaderos productos turísticos y están siendo explotados. Detrás se esconde una motivación espiritual o moral”, aseguró el historiador mexicano Domingo Herrera en una mesa redonda de la feria internacional.

Otros expertos advierten de que la mayoría de estos lugares están en el anonimato. A la espera de un plan turístico y del desarrollo de estrategias para ser parte de un circuito, con guías apasionados con historias que tanto gusta escuchar a visitantes y turistas. Solo la ética frena en algunos casos su promoción.

Zona Cero e Hiroshima

Ejemplo de visita obligada en toda guía de Nueva York es la Zona Cero donde murieron en 2001 casi 3.000 personas al derrumbarse las icónicas torres gemelas. Le siguen destinos populares donde se han producido ataques o accidente nucleares.

Hiroshima es una de las ciudades más visitadas de Japón. Casi diez millones de personas al año y en crecimiento imparable. Los visitantes se paran a contemplar y se hacen selfies ante la Cúpula de la Bomba Atómica, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Imagen del sarcófago que cubre el reactor nuclear que explotó en Chernóbil / EFE

Chernóbil

Ver los "devastadores efectos que tuvo el accidente de Chernóbil en los lugareños". Con este reclamo circulan en internet anuncios de excursiones que animan a los viajeros. Pagando 400 euros por persona se ofrece un guía experimentado, traje antirradiación y contador Geiger. Una miniserie televisa aumentó el 40% las visitas el año pasado.

Se ofrecen casos tan extremos como un “tour experimental” que recrea el drama de los inmigrantes en la frontera México-USA. Otros destinos aclamados como lugares de entretenimiento son la cueva donde los doce niños tailandeses se quedaron atrapados, los genocidios de Ruanda y Camboya o los narco tours de Medellín.

Camposantos ricos

La “riqueza histórica y cultural”, según sus promotores y el propio Consejo de Europa, es el gancho de numerosos cementerios.  A veces simplemente albergan sepulcros de personalidades destacadas. La Asociación de Cementerios Significativos de Europa (Asce) ha catalogado a 140 (una decena españoles).

Relevantes son Père-Lachaise, el más antiguo de París, el monumental Staglieno (Génova), el Highgate (Londres), el  Bosque (Estocolmo), Novodévichi (Móscu), Colón (La Habana) o el de Arlington (Washington), que recibe más de tres millones de visitantes anuales.

Campos de concentración y cárceles

Los campos de concentración tienen un hechizo incontenible. Como Mauthaussen o Auschwitz, donde los nazis asesinaron a más de un millón de personas. En 2018 superó los dos millones de turistas. No sin polémica. Los responsables piden que no se hagan fotografías “frívolas e irrespetuosas” ante los crematorios.

Las cárceles no van a la zaga. Como Alcatraz. Las visitas incluyen una ruta nocturna que añade pavor a los paseantes por los calabozos, el patio y el famoso bloque D, la zona de castigo. En España se han puesto de moda las mazmorras del Matarraña/Matarranya, comarca turolense frontera con Cataluña y Valencia. Se ha configurado una ruta o “recorrido cultural” de nueve pueblos, como Mazaleón, La Fresneda y Ráfales. Los visitantes pueden disfrutar, carcelero incluido, de estos antiguos lugares de encierro y castigo desde el siglo XVI a la Guerra Civil, pasando por la Inquisición.

El Valle de los Caídos, mausoleo del dictador Francisco Franco / EUROPA PRESS

Valle de los Caídos

Algunos incluyen dentro de este turismo las visitas al Valle de los Caídos o a escenarios de la Guerra Civil, como Belchite (Zaragoza) o Corbera d'Ebre (Tarragona). Ya puestos, también las procesiones de Semana Santa. Y los escenarios de macabros crímenes como Alcasser y Puerto Hurraco.

Muchos enclaves son todo un reclamo para visitar las ciudades donde están asentados y una gran herramienta de promoción de estas zonas. Así lo recoge el informe Turismo oscuro: perfiles, nichos, motivaciones, elaborado por Elsa Soro, del Grupo de Investigación Interdisciplinar GRIT-Ostelea. Algunos políticos defienden que “constituyen un factor de regeneración de territorios y destinos afectados por catástrofes”.  Como dice el refranero: “no hay mal que por bien no venga”.