El historial negro del 'forat de la vergonya'
Vecinos y comerciantes conviven con apuñalamientos, robos, y agresiones en este parque de Sant Pere Més Baix
18 diciembre, 2019 00:00“Día sí y día también”. Así es como define Carles, trabajador de la carnicería Pepita Valles, los incidentes violentos que tienen lugar en el forat de le vergonya, a escasos metros de su establecimiento. El origen de este espacio data de principios del 2000, cuando en el proceso de remodelación del casco antiguo de Barcelona se derribaron varios edificios para construir una zona verde.
Fue la resistencia de los vecinos la que impidió la recalificación del suelo, ya que el ayuntamiento intentó destinar el solar de 5.000 metros cuadrados a plazas de aparcamiento. Pero, a pesar de albergar un parque, no ha evitado que se haya convertido en un foco de delincuencia. La semana pasada allí murió Abdelsamad, un joven del barrio, tras ser apuñalado por un individuo de 25 años.
Inseguridad
Como constatan vecinos y comerciantes, este suceso no obedece a un repunte puntual de la inseguridad en la zona. “Llevamos así al menos los últimos dos años”, cuenta Carles. El parque, que se sitúa entre Sant Pere Més Baix, Metges, Jaume Giralt y Calders, es escenario de robos, peleas y apuñalamientos.
También los cuerpos policiales señalan que es un punto caliente de comisión de delitos. “Aunque los más violentos han disminuido --homicidios, asesinatos--, no se han logrado reducir los índices de criminalidad que registra esta zona”, explica Eugenio Zambrano, agente de la Guardia Urbana y portavoz del sindicato CSIF.
En el barrio se suceden enfrentamientos violentos a diario. A pesar del fuerte patrullaje en la zona, y controles estáticos de seguridad, la percepción de los ciudadanos es “la de una fuerte inseguridad relacionada con robos con violencia, intimidación y hurtos”, señala este agente.
Despliegue de Mossos
Fuentes de la policía autonómica detallan que se ha producido un aumento significativo de agentes desplegados en Ciutat Vella. Unos 39 efectivos más desde este pasado verano, aunque admiten que el forat de la vergonya es “un lugar recurrente” donde se producen intervenciones a menudo.
El empleado de la carnicería que se encuentra enfrente del parque sostiene que la presencia de agentes de manera permanente podría acabar con esta situación, que se expande por calles colindantes como Escudellers. Enfrentamientos a machetazos a plena luz del día, con barras de hierro, o robos con violencia de teléfonos móviles, son algunas de las escenas con las que se topan transeúntes ocasionales y residentes.
Redistribución de efectivos
Para combatir la delincuencia que se ha enquistado en la zona, desde la Urbana apuestan por un incremento o redistribución de efectivos. “En el momento en el que se ausenta una patrulla porque ha detenido a alguien o tiene que llevar a cabo una gestión que la aparta de la calle, automáticamente se debería reemplazar por otra, o movilizar al personal de otras zonas donde no haya ese índice de criminalidad”, sugiere Zambrano.
“Incluso en Ciutat Vella, que es uno de los distritos más castigados por la delincuencia, no todos los barrios registran la misma intensidad criminal que el forat de la vergonya”. Por ello apunta que permitir la movilidad de las patrullas permitiría evitar incidentes.
Falta de personal
Para ello también serían necesarios más efectivos. Por eso, desde CSIF recuerdan que de la convocatoria de 261 nuevas plazas de la Urbana que ha anunciado el ayuntamiento, 85 son de reposición --por agentes que se jubilan, incapacitados o en excedencia--, con lo que quedaría 176 para ampliar la plantilla, pero entre ellas 100 serán para cabos, 50 para sargentos y otras 25 para subinspectores.
“De alguna manera, solo sirven para la promoción interna”, lamentan desde el sindicato. “Estas plazas de mando son de gestión y de dirección, puestos que también hacen falta, pero reclamamos agentes a pie de calle”. En su opinión, se deberían habilitar 465 nuevas plazas. Los motivos no son solo atajar la inseguridad, también combatir la precariedad laboral y mejorar las condiciones sociolaborales de los policías.