Carreras imprescindibles para los amantes del 'running'
Los aficionados a las carreras sueñan con participar en los maratones de Nueva York (el más famoso), el de Atenas (el más original) y el de Ladakh (el de más altura)
25 junio, 2018 13:30El fenómeno del running está conquistando las calles de las ciudades, pero también se está convirtiendo en un motivo de peso para viajar por todo el mundo. Disputar las carreras más míticas está en la mente de los aficionados, que encontrarán en el libro 100 lugares únicos para correr, de Matthieu Le Maux y y Nicolas Gardon, una guía para inspirarles.
La publicación selecciona 100 carreras extraordinarias de todo el mundo y las ilustra con fotografías de gran belleza. Una obra perfecta para corredores, aficionados al running y amantes de la naturaleza y el deporte en la que se pueden encontrar pruebas tan legendarias como estas.
Nueva York, el Santo Grial del corredor de fondo
Gary Muhrcke, de 31 años, ganó la primera edición del maratón de Nueva York el 13 de septiembre de 1970. Después de pagar un dólar por inscribirse, este bombero de Long Island completó las cuatro vueltas a Central Park por delante de los otros 126 participantes que tomaron la salida (de los que sólo 55 cruzaron la meta). Ganó un reloj y el derecho a participar el año siguiente, pero muy poco reconocimiento. Nadie podía imaginar entonces que este maratón se convertiría en el más famoso del mundo.
Seis años más tarde, en pleno boom del running en Estados Unidos, el carismático fundador Fred Lebow se la jugó haciendo pasar el recorrido por los cinco distritos de la Gran Manzana, algunos de ellos considerados peligrosos en ciertas zonas. Lebow logró eludir hábilmente las reglas que prohibían pagar a un atleta por participar en una competición y atrajo a la flor y nata de los fondistas estadounidenses. Cuarenta años más tarde, el maratón de Nueva York es seguido por casi dos millones de personas en las calles y es el Santo Grial de los corredores de todo el mundo (casi un 40% de los participantes son extranjeros). Impulsados por el público en este enorme decorado cinematográfico, todos ellos buscan un subidón de adrenalina y un ratito de gloria.
Atenas, el maratón original
Para ir al inicio de todo este mundo de carreras épicas hay que remontarse al 13 de septiembre del año 490 a.C. Según la leyenda contada por Heródoto, los atenienses, que luchaban contra los persas en la Primera Guerra Médica, lograron rechazar un intento de invasión persa en Maratón, ciudad situada 40 kilómetros al noreste de Atenas. Fue entonces cuando el general ateniense Milcíades envió al soldado Filípides a anunciar la noticia a la ciudad.
Portada de 100 lugares únicos para correr / GEOPLANETA
Tras cuatro horas de carrera, el mensajero alcanza su objetivo pero muere de agotamiento en el ágora, al pie de la Acrópolis. Esta es la historia que inspiró a Pierre de Coubertin para "inventar" el maratón con ocasión de los primeros Juegos Olímpicos modernos en 1896. Más de un siglo después, esta carrera se celebra cada año con el mismo recorrido que hizo Milcíades, el mismo día que se celebra en el maratón de Nueva York. El de Atenas es un maratón duro, pero es un maravilloso viaje en el tiempo que culmina con la llegada al estadio Panathinaikós, casi idéntico al de la Antigüedad.
Maratón de Ladakh, el de más altura
Desde 2012, el primer o segundo sábado de septiembre se disputa el maratón más alto del mundo. Es el Maratón de Ladakh, que en poco tiempo se ha colocado entre las pruebas míticas del calendario del running a nivel mundial exclusivamente por la altitud: el recorrido transcurre entre los 3.000 y los 5.359 metros.
La carrera recorre una de las zonas más complejas del mundo, en la región de Ladakh, y más concretamente en el valle del Indo, en el estado de Jammu y Cachemira, al norte de la India. La altitud es ya un primer hándicap, pero además las condiciones topográficas y ambientales son muy difíciles, tanto que los organizadores recomiendan a los participantes que lleguen por lo menos una semana antes de la carrera para aclimatarse y evitar los desfallecimientos, que no son infrecuentes. Cada vez son más los que opinan que a pesar de las dificultades (o tal vez precisamente por ellas) merece la pena correr al menos una vez en la vida el maratón más alto del mundo.