Tres lugares para disfrutar con los cinco sentidos en Córdoba
Montilla, Puente Genil y Baena, son tres municipios cordobeses que poseen un rico legado histórico, cultural, vinícola y gastronómico
3 diciembre, 2016 00:00Bodegas centenarias, magníficos yacimientos, personajes indispensables para comprender nuestra historia, escenarios naturales únicos, castillos legendarios, gastronomía y buenos vinos, son algunos de los numerosos reclamos de estos enclaves cordobeses que buscan atrapar y sorprender a los viajeros.
Decir Montilla nos evoca sus famosos vinos. De hecho, hay constancia de que Séneca ya disfrutaba de estos caldos. No es de extrañar que allí esté la segunda bodega más antigua de España tras la de Codorniú en Cataluña.
La particularidad de estos vinos se remonta al siglo XVIII, momento en el que por casualidad (no se sabe muy bien su origen) se comienza a utilizar el sistema de envejecimiento por el método de criaderas y solera. Este proceso consiste en extraer vino para el consumo de la bota (barrica) solera e ir rellenando con la primera criadera y esta a su vez con la segunda, así se consigue un producto homogéneo independientemente de las añadas.
La uva que los caracteriza es la Pedro Ximénez que debido a su alto porcentaje en azúcar, genera el suficiente grado de alcohol distintivo de estos apreciados vinos. La visita a la Bodega Alvear, cuyo nacimiento data de 1729, la más antigua de Andalucía, es sin duda la mejor manera de conocer en profundidad todo este proceso y disfrutar de sus vinos.
Ya en ese siglo, Montilla era conocida por sus insignes personajes.
Gonzalo Fernández de Córdoba, nacido en el castillo de Montilla en 1453, artífice de los tercios, que fueron el primer ejército moderno de Europa. Catalina Fernández de Córdoba, sobrina nieta del Gran Capitán, fue una figura relevante de la localidad. Gracias a ella se instaló allí San Juan de Ávila, nombrado Doctor de la Iglesia Universal por el Papa Benedicto XVI. La ruta avilista nos permite recorrer cinco lugares emblemáticos que nos ayudarán a conocer la importancia de este santo.
La literatura y la pintura también están presentes con dos ilustres personajes, el Inca Garcilaso, que junto a Cervantes y Shakespeare, conforma el indispensable exponente de la literatura de la época y que curiosamente fallecieron el mismo día y José Garnelo, artista cuya obra tardó en reconocerse a pesar de su riqueza y complejidad, maestro de pintores entre ellos Picasso, y cuyo legado podemos admirar en la Casa de las Aguas que acoge su museo.
Puente Genil
Las aguas de sus tierras dieron origen al balneario y posterior villa romana de Fuente Álamo. Allí actualmente podemos disfrutar de sus singulares mosaicos entre los que destacan el de las Tres Gracias y el nilótico (referente al río Nilo) cuyo original se encuentra en el Museo Arqueológico de Córdoba. El arroyo Fuente Álamo vierte sus aguas al Genil que a su paso por Puente Genil contribuyó al desarrollo de este municipio, el segundo de España en tener luz eléctrica después de Barcelona, al transformar un antiguo molino de harina en una central eléctrica. Como dato que apuntala la importancia de este río en la evolución de sus gentes, hay que destacar la existencia hasta los años 60 de 18 molinos que suministraban el agua a las fértiles huertas de su vega.
Y la luz sigue siendo un motor importante de esta localidad ya que aquí se encuentran varias empresas punteras en diseño, producción y montaje de instalaciones de iluminación. Nueva York, Londres, Tokio y París, son algunas ciudades que confían sus luces navideñas a estas empresas. Y, cómo no, la gastronomía tiene en Puente Genil su producto estrella, el membrillo. Aquí se produce el 85% de la producción mundial de esta fruta que se cultiva en las fértiles vegas del río que un día separó la población de Miragenil, en Sevilla y la Villa de la Puente de Don Gonzalo en Córdoba y que en el año 1834 su famoso puente sirvió como nexo. No obstante y como garante de sus tradiciones, aún hoy se siguen celebrando dos Corpus y dos Semana Santa (una de ellas para los niños) y que cariñosamente denominan la Semana Santa Chiquita.
Baena
Si en algún lugar el pasado se nos muestra presente es en la Cueva del Yeso, la única cavidad de esas características existente en el valle del Guadalquivir y que además es de origen hídrico. Sus bellas galerías esculpidas por las aguas hace miles de años, esconden una especie única de gambas y una especie protegida de murciélagos que se esconden del visitante.
No muy lejos de esta cueva, ubicado en plena campiña cordobesa, se encuentra el yacimiento arqueológico de Torreparedones. Allí el visitante, tras atravesar la monumental puerta de acceso, descubrirá caminando entre olivos los restos de las termas, el monumental Mausoleo de los Pompeyos, el santuario en el que se han hallado numerosos exvotos (figuras antropomorfas), o el impresionante foro, dan muestra de la importancia y riqueza de estas tierras en tiempos de íberos y romanos.
Y de estas tierras procede la piedra con la que se construyó el castillo de Baena cuyo origen se remonta al siglo IX, edificado originariamente para uso militar, evolucionó en los siglos XVI al XIX como noble residencia. Actualmente y tras una compleja restauración, la fortaleza se erige sobre la ciudad y nos permite admirar desde sus torres y murallas el impresionante paisaje de estas tierras alfombradas por miles de olivos cuyos frutos son el alma del apreciado aceite de oliva que presume de la D.O más antigua de Andalucía, ingrediente imprescindible de su rica y celebrada gastronomía.