Los escarnios al torero Barrio muestran la frecuente impunidad en las redes sociales
Interior detecta cada año 1.200 delitos de odio, pero pocos acaban con condena
6 agosto, 2016 00:00Es verdad que muchas asociaciones antitaurinas las han rechazado. Pero taurinos y ciudadanos de muchos sectores de la sociedad han mostrado su indignación ante las barbaridades difundidas a través de las redes sociales alegrándose de la muerte del torero Víctor Barrio. Algunos lo calificaron de "asesino de toros" y celebraron de forma macabra que el toro Lorenzo hubiera acabado con su vida.
Si todas las corridas de toros acabaran como las de Víctor Barrio, más de uno íbamos a verlas.
— Pablo Hasel (@PabloHasel) 9 de julio de 2016
Las críticas duelen sobre todo, porque los agraviados consideran que estos cerdónimos de las redes se mueven de forma anónima y prácticamente impune. Y la impunidad, según varios estudios, favorece el acoso.
Querellas y delitos de odio
La Fundación del Toro de Lidia, una plataforma social formada por ganaderos y aficionados, ha llevado ante los tribunales al menos a seis de ellos con querellas por ataques al derecho al honor, a la intimidad y a la dignidad de las personas, e incitación al odio.
Los delitos de odio están tipificados, castigados y son investigados por la Guardia Civil y otros cuerpos policiales, pero su persecución legal es complicada y pocos acaban en sanciones o penas.
En 2014, según los últimos datos disponibles del Ministerio del Interior, hubo 1.200 delitos motivados por odio y discriminación. Pero no se precisan los que tuvieron como vehículo las redes sociales.
Compañías 'comprensivas"
Los especialistas policiales en la materia aseguran que la mayoría de los insultados o acosados no lo denuncian. También advierten de que muchos de los mensajes se envían desde fuera de España y las compañías de redes sociales "se muestran muy comprensivas" y no ven tan claras las agresiones por aquello de que debe primar por encima de todo la libertad de expresión.
Resultado: solo se cierran las cuentas a partir del segundo aviso. O del tercero, preceptivo en los toros para devolverlos al corral. Las condenas firmes también vienen despacio y con una dificultad: es posible hacer desaparecer las pruebas. La mayoría de las víctimas lo tienen, en sentido figurado, bastante claro.