Las islas catalanas protagonistas de una guerra con Francia, las Illes Formigues WIKIPEDIA
No son las Medas: las islas catalanas protagonistas de una guerra con Francia
El Papa tuvo que intervenir para resolver el conflicto sobre estas ínsulas de Cataluña
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Las Illes Medes son, tal vez, las islas más conocidas de Cataluña. En realidad son islote, no están habitados y nunca lo estuvieron. En cambio, no muy lejos de ellas hay otras ínsulas muy parecidas, no tan conocidas y que protagonizaron un enfrentamiento bélico que quedó para los anales de la historia. No tanto por lo sangriento, sino por lo curioso.
Cuesta creer que este pequeño archipiélago de apenas 16 rocas deshabitadas fuera el escenario de unas batallas navales de una de las batallas navales más decisivas del Mediterráneo occidental medieval. La historia se las trae.
Las islas del conflicto son en realidad un puñado de islotes apenas perceptibles a simple vista, situadas entre Palamós y Calella de Palafrugell. No parecen destacar mucho, pero, vistas desde la Ermita de Sant Sebastià de la Guarda, en Llafranc, empiezan a generar curiosidad.
Estas formaciones rocosas ocupan tan solo 1,3 kilómetros. Se agrupan en un archipiélago de granito sin apenas vegetación, salvo la isla principal, Formiga Gran, coronada por un faro que emite tres destellos blancos cada nueve segundos.
Tesoros y batallas
Lo más curioso de todo es que, a pesar de su escasa relevancia y conocimiento, estas islas, están rodeadas de leyendas e historias de tesoros ocultos e incluso fueron escenario de una batalla histórica,
Corría el año 1285, cuando la flota de la Corona de Aragón tuvo que velar por ellas. La defensa naval derrotó allí a la armada francesa durante la llamada Cruzada contra Aragón, lanzada por el Papa Martín IV y el rey Felipe III de Francia.
Guerra contra los franceses
El héroe de esta historia es Roger de Lauria, un almirante catalán que desplegó aquí su genio naval. La historia cuenta que, tras hostigar a la flota gala durante días, los navíos catalanes atacaron con precisión frente a las Formigues, capturando galeras y dejando sin escapatoria a los franceses.
Los relatos de la época llegan a contar cómo los prisioneros eran cegados o ejecutados como mensaje al enemigo. Y, sea cierto o no, la victoria fue total. Este triunfo consolidó el dominio del Reino de Aragón sobre el Mediterráneo.
Cómo son ahora
Esto forma parte de la Historia, pero la actualidad es otra muy distinta. Estas islas son un auténtico tesoro para los amantes del buceo. Sus fondos marinos albergan gorgonias, corales, esponjas, meros, pulpos y bancos de sargos, convirtiéndolo en un enclave privilegiado para el buceo.
A veces no hace falta ni saber de inmersión para contemplarlo. En días claros, la transparencia del agua permite asomarse desde un kayak y ver sombras danzando a varios metros de profundidad.
Cómo acercarse a ellas
Acercarse allí puede ser fácil para no iniciados. Los centros de buceo de Palamós y Llafranc organizan salidas regularmente a las Formigues. Asimismo, desde la playa de Castell o desde Cala Estreta también se ofrecen rutas guiadas en kayak para bordear los islotes
Problema: no está permitido desembarcar. Toda la zona es objeto de vigilancia medioambiental, aunque no tiene aún el estatus oficial de reserva marina y no será por intentos. Aunque el último gran proyecto para proteger 3.500 hectáreas en torno a las Formigues quedó congelado en 2011 por falta de recursos y disputas políticas.
Faro de las Illes Formigues VISIT COSTA BRAVA
Ese vacío legal ha convertido el archipiélago en objeto de preocupación para entidades ecologistas locales, como la asociación Amics de les Illes Formigues, que denuncia la presión pesquera y turística sobre un ecosistema extremadamente frágil.
Por eso, la manera más respetuosa de disfrutar de estos islotes es a lo lejos. Uno de estos lugares privilegiados es el citado mirador de Sant Sebastià de la Guarda, donde además de las islas se encuentra un faro, una ermita blanca del siglo XVIII y los restos de una torre de vigilancia medieval.
Cómo avistarlas
Para llegar al mirador de Sant Sebastià de la Guarda desde Girona, el trayecto en coche dura aproximadamente una hora. Se debe tomar la C-66 en dirección sur hacia la Bisbal d'Empordà, luego continuar por la C-31 en dirección Palafrugell, y desde allí seguir las indicaciones hacia Llafranc. Antes de llegar al pueblo, un desvío señalizado conduce hasta el faro y el mirador, donde hay aparcamiento disponible.
Desde Barcelona, el acceso es también sencillo: unos 90 minutos por la AP-7 dirección norte hasta la salida 9A (Vidreres/Lloret), continuar por la C-35 y luego enlazar con la C-31 en dirección Palamós–Palafrugell. Desde aquí, igual que desde Girona, se asciende por carretera local hasta el Far de Sant Sebastià.