
No lo sabías, la oculta playa secreta de la Costa Brava, la Cova de la Sal
No lo sabías, la oculta playa secreta de la Costa Brava más especial: solo se puede llegar desde el mar
Uno de los rincones más exclusivos de Cataluña promete una experiencia única a quien se acerque
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No todas las playas de Cataluña son de fácil acceso. Como bien saben los ricos, por no decir los pijos, hay lugares de la costa catalana a la que solo es posible acceder con una embarcación, ya sea propia o alquilada. La única opción económica es arribar a ella con kayak.
En la Costa Brava hay muchas calas de este estilo, la mayoría de ellas, por eso, son de roca. Las otras se pueden ver desde el Camí de Ronda que recorre el litoral de Girona. Pero solo ver, acceder a ellas es imposible.
En cambio, hay una playa que no se ve a simple vista y que, aun así, tiene su rincón de arena. No ofrece la posibilidad de tomar el sol, pero sí de huir del bullicio de las playas del entorno, darse un baño y detenerse a disfrutar de la tranquilidad de este rincón del Mediterráneo.
Este extraño paraje, conocido solo por los pijos que van en sus barcos, es la Cova de la Sal. Una cueva que esconde una de las playas más bonitas de Cataluña.
Dónde está
Se trata de una impresionante cueva marina, situada en la costa de Torroella de Montgrí, muy cerca de L’Escala. Una gruta a la que sólo se accede desde el agua y que asegura calma y, algo de aventura para aquellos que no van en barca.
El reto es alcanzar la playa secreta sin embarcación motorizada. Alquilar o contar con un kayak es la opción perfecta para descubrir este tesoro oculta.

Cova de la sal
Y es que, a simple vista, la playa no se ve. Solo se aprecia una de tantas perforaciones en los acantilados de la zona, pero al acercarse uno puede descubre la joya más escondida del lugar.
No se trata solo de un pequeño arenal escondido entre las rocas, sino un espacio ideal para la exploración submarina. Así, al llegar, uno se puede tumbar en alguna de sus rocas, practicar submarinismo o simplemente disfrutar de las vistas.
Cómo es
A primera vista uno puede no encontrar donde tumbarse, no ver una cala como tal. Bien, no existe. Al menos no como uno lo piensa. Pero si uno se queda sólo sentado en una de sus rocas, se va a perder un tesoro que merece la pena explorar.
Dentro de sus 25 metros de altura, 22 de ancho y 31 de profundidad, este espectáculo natural esconde una playa interior de guijarros gruesos. Eso sí, se debe entrar con el mar en calma para evitar riesgos. De hecho, mejor ver el estado del mar antes de dirigirse allí.
Cómo acceder a la playa
La parte más difícil en cualquier caso, es el acceso a la Cova de la Sal. O se va en barco o en kayak. Otra opción es hacerlo con la tabla de paddle surf, pero una vez más, se ha de estar alerta de las condiciones meteorológicas.
En cualquier caso, los aficionados al piragüismo marítimo no deben preocuparse. No es que hayan de remar durante varios nudos. La cueva se encuentra a solo 300 metros de la Cala Montgó. De hecho, allí donde es posible alquilar el equipo necesario para la travesía.
Cómo es la Cova de la Sal
Lo mejor de todo es que, a pesar de ser un breve trayecto, es un deleite para los sentidos. El recorrido ofrece un paisaje abrupto con formaciones rocosas caprichosas. Siguiendo la línea de la costa a unos 10 metros de las rocas ya se pueden observar todos los detalles de forma segura.
Si uno se cansa rápido que no se preocupe, poco después de salir se vislumbra la Cala Roca de la Cadira, una pequeña cala con una formación rocosa que parece lo que dice, una silla. Desde la que se sigue hacia el Racó del Rec Fondo, un rincón agreste perfecto para un baño, con campos de posidonias que decoran el fondo marino.
Cómo llegar
Para llegar allí, primero se ha de pasar por la Cala Montgó, una playa que se encuentra a unos 50 minutos en coche desde Girona. Se suele ir por la AP-7 en dirección norte hasta enlazar con la C‑65, para continuar por vías comarcales hacia el entorno de Cala Montgó.
El trayecto es prácticamente el mismo desde Barcelona. Eso sí, requiere más tiempo al volante. El viaje puede ser de una hora y 45 minutos, siempre que no haya retenciones.