Así es la Roma catalana, un bello paraje natural ideal declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO

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Parece Italia pero es Cataluña: así es la Roma catalana, un bello paraje natural ideal declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO

Esta increíble ciudad de la costa catalana aún sorprende a los amantes de la historia

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La Cataluña romana da mucho de sí. El imperio histórico por excelencia llego a estos lares y desplegó todo su saber arquitectónico, urbanístico y de ingeniería para hacer de cada ciudad una pequeña Roma.

En Vic aún se conserva un enorme templo, Barcelona guarda su muralla y su necrópolis, Empúries varias domus, pero si hay un lugar que parece la Italia del imperio romano esa es Tarragona.

Pasear por esta ciudad es, de alguna manera, viajar en el tiempo. Abrazada por el Mediterráneo, atesora uno de los legados romanos más impresionantes fuera de Italia, tanto que su conjunto arqueológico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000. 

No es casualidad: aquí las piedras hablan, los túneles susurran historias de emperadores y las plazas parecen diseñadas para el desfile eterno de la gloria romana.

Una ciudad imperial

Todo el mundo sabe ya que Tarraco, como fue llamada en tiempos del Imperio, fue una de las capitales más importantes de la provincia romana de Hispania. Bajo el dominio de Roma, la ciudad vivió siglos de esplendor y expansión que dejaron una huella visible todavía hoy. 

Entre sus tesoros más fascinantes, destacan algunos rincones que sorprenden incluso a los viajeros más curtidos. El más conocido es el anfiteatro romano, una estructura espectacular abierta al mar que es una tremenda postal de bienvenida a la ciudad. Construido en el siglo II, acogía luchas de gladiadores, espectáculos con fieras y ejecuciones públicas. La arena conserva aún las marcas del paso de siglos de historia.

El circo de Tarraco

Aunque si hay un monumento que realmente deja sin aliento, ese es el Circo Romano. Más oculto, pero no menos impresionante, el circo era el lugar donde se celebraban las carreras de cuadrigas, uno de los espectáculos más populares del mundo romano.

El Circo de Tarraco es uno de los mejor conservados de Europa. Aunque la ciudad moderna se ha superpuesto parcialmente sobre él, todavía se pueden recorrer parte de sus gradas, sus túneles subterráneos y apreciar la magnitud de lo que fue. Con capacidad para unos 30.000 espectadores, este recinto demuestra la importancia que Roma otorgaba a la vida pública y el entretenimiento.

La joya oculta

Sin duda, uno de los monumentos más imponentes, aunque algo menos conocido que el anfiteatro o el circo, es la Torre del Pretorio. Construida en el siglo I a.C., esta robusta atalaya tenía una función práctica: unir la ciudad baja con el ágora provincial, mediante un sistema de escaleras y pasillos subterráneos que aún se pueden recorrer.

Hoy, la torre se alza majestuosa, con 23 metros de altura y muros de piedra que han resistido dos milenios. Lo mejor de todo es que, más allá de su función como acceso, el Pretorio también sirvió de residencia ocasional para reyes y, más tarde, se integró en las defensas medievales. En su interior, en un rincón oculto, se descubrió un sarcófago griego, lo que revela la profunda conexión cultural de Tarraco con otras civilizaciones mediterráneas.

Una calle histórica y comercial

En cualquier caso, Tarragona no solo guarda grandes monumentos, sino también pequeños milagros de ingeniería romana. Un ejemplo es la Vía del Foro Provincial, considerada la calle romana más larga conservada del mundo, con sus más de 300 metros de recorrido.

Caminar por ella es una auténtica inmersión histórica: discurre entre lo que fueron edificios administrativos y religiosos, en el corazón del recinto de poder de Tarraco, donde el foro provincial articulaba la vida política y social de la ciudad.

Otros secretos escondidos de los romanos

A simple vista, la Catedral de Tarragona parece un magnífico ejemplo del gótico catalán. Pero bajo sus cimientos se ocultan los restos de un gran templo romano dedicado a Júpiter, probablemente construido en el siglo I a.C.

El lugar fue espacio de culto pagano, visigodo, musulmán y, finalmente, cristiano. Hoy, entre los arcos de la catedral y sus criptas, aún se pueden descubrir fragmentos romanos que narran la continuidad y transformación de la fe en Tarragona.

El anfiteatro de Tarragona

El anfiteatro de Tarragona CANVA

Más allá de las murallas

También destacan las murallas romanas, que protegían la ciudad y aún conservan tramos originales que pueden visitarse en el Passeig Arqueològic. Además, los restos del Foro de la Colonia permiten entender cómo era la vida cotidiana de los habitantes de Tarraco.

El legado romano no se limita al casco histórico. En las afueras de Tarragona podemos visitar el Acueducto de les Ferreres, conocido popularmente como el Puente del Diablo. Esta impresionante construcción hidráulica, levantada en tiempos de Augusto, aún mantiene su majestuosidad con sus 27 metros de altura y 217 metros de longitud.

Cómo llegar

Tarragona se encuentra a apenas 100 kilómetros al suroeste de Barcelona, lo que la convierte en una escapada ideal para una jornada o un fin de semana. Las líneas R14 y R15 de Rodalies Renfe conectan directamente Barcelona con Tarragona, en poco más de una hora.

En coche, se llega en menos de una hora por la AP-7. También se puede optar por la carretera nacional N-340, más lenta, pero con tramos que circulan por la antigua Via Augusta que permiten contemplar el majestuoso Arc de Berà.