El café es la gasolina para buena parte del mundo. Desde que Colón fuera a América y los españoles vieran las plantaciones, el comercio de este producto se popularizó rápidamente. Tanto es así que hay cadenas mcdonalizadas que ofrecen todo tipo de bebidas de café. No hay rincón del mundo donde no llegue.
Por norma general, el café que se bebe en todo el mundo proviene de países de climas tropicales y subtropicales, como Colombia, Brasil o algunos estados de África y Asia. Pero para sorpresa de muchos, unos emprendedores quieren hacer de un pequeño pueblo la nueva Colombia catalana.
Una iniciativa única
La propuesta en cuestión ya tiene nombre y también empieza por C. Castellvilar es la primera plantación de café en un clima mediterráneo continental. Con un mercado cada vez concienciado con el cambio climático, los productos de kilómetro cero o de proximidad cobran cada vez más relevancia y tienen mayor acogida entre los consumidores.
De hecho, esta iniciativa permite vislumbrar la posibilidad de que los habitantes de la región puedan disfrutar en el futuro de café de proximidad, producido en tierras catalanas. Un proyecto único en Europa.
Los emprendedores
La finca Castellvilar, ubicada en Sant Vicenç de Torelló y dirigida por Joan Giráldez y Eva Prat, surgió de su deseo de producir café en un entorno poco habitual para este cultivo. Poco a poco, la idea no solo fue cobrando pesó sino que germinó.
Desde 2016, sus impulsores han trabajado para adaptar las plantas a las condiciones climáticas del valle donde se asienta la finca. Así, a través de un proyecto de lenta consolidación, este ambicioso experimento propone un tipo de café que, al no madurar en climas cálidos y húmedos, presenta características únicas en su sabor y aroma.
Primeros pasos
Los primeros pasos fueron difíciles. Se tuvo que hacer exploración del potencial de la tierra y del clima de la zona. Desde el inicio, Giráldez y Prat estudiaron los niveles de acidez, el historial de lluvias y las variaciones de temperatura.
Tras varios años de estudio, en 2018 iniciaron la plantación con las primeras semillas, aunque enfrentaron desafíos adicionales que no afectan a las plantaciones en climas tropicales, donde una planta de café suele germinar en unos tres meses. El proceso de germinación se extendió durante un año, producto de las bajas temperaturas y la escasez de humedad en verano.
Condiciones climatológicas
Las primeras cosechas han sido de volúmenes mínimos, con una producción inicial de apenas 150 gramos de café en 2024. Pero para sus responsables es el inicio de una serie de experimentos y ajustes que permitirán observar los matices que el clima y las características de Osona pueden aportar al café, que madurará más lentamente y ofrecerá, según Giráldez, una calidad comparable a la de los cafés de alta montaña.
Las condiciones se dan, el problema es el cambio climático y las temperaturas extremas. Por Osona, en invierno, las temperaturas en Osona pueden descender a -5 o -6°C, mientras que en verano pueden llegar hasta los 35°C.
Estas condiciones contrastan con las temperaturas constantes de los climas tropicales, obligando a los gestores de Castellvilar a permanecer atentos a las condiciones meteorológicas y a los riesgos de heladas o lluvias intensas, que podrían comprometer las cosechas. Con una latitud de 43,5°, Castellvilar se sitúa muy por encima de la zona subtropical donde habitualmente se encuentran las plantaciones de café, lo cual aporta un nuevo y desafiante contexto para su desarrollo.
Por todas estas razones, los responsables del proyecto indican que el proceso de adaptación de las plantas continúa. Su deseo es de que en los próximos años la producción de café aumente progresivamente.
Objetivo a futuro
A medida que Castellvilar se consolida como la primera plantación de café en este clima, la expectativa es que el proyecto se expanda no solo en número de plantas, sino también en su capacidad para controlar todo el proceso de producción, desde el cultivo hasta el tostado y la distribución. En pocos años, quienes quieran probar este café inédito podrán hacerlo directamente desde su punto de origen en Sant Vicenç de Torelló.
Con una proyección de 5.000 plantas en el futuro inmediato, Castellvilar aspira a incrementar la cantidad de café producido para lograr un volumen que permita su comercialización. El proyecto espera que en los próximos años se produzcan los volúmenes necesarios para satisfacer la demanda local, convirtiéndose en una opción alternativa para los consumidores que busquen un producto de proximidad.
Más allá del café
Una vez las plantas alcancen una mayor madurez, Giráldez prevé ofrecer el primer café de proximidad catalán, un producto único por sus condiciones de cultivo en clima continental y su meticuloso proceso de producción. Por ahora, sólo es un proyecto, tal vez, una de las propuestas agrícolas más innovadoras en la región, a la espera de que el mercado local y nacional puedan, en un futuro cercano, degustar el primer café de proximidad cultivado en Cataluña.
Por el momento, Castellvilar tiene otras formas de sacar rendimiento a la tierra. Más allá del cultivo de café, tienen plantaciones de arándanos y una pequeña granja con cabras blancas de Rasquera, en peligro de extinción. El objetivo de estos emprendedores buscan generar un ecosistema sostenible donde los distintos elementos contribuyan al mantenimiento de la finca. Las cabras ayudan a mantener la vegetación bajo control, evitando la proliferación de maleza y facilitando el crecimiento de las plantas de café y arándanos. Pura economía circular y aprovechamiento de los recursos.
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