No es Santorini: el pueblo catalán de pescadores que cautiva al mundo con sus casitas blancas y sus aguas turquesas
National Geographic lo considera el mejor municipio para comer y los catalanes caen rendidos ante sus playas
25 julio, 2024 12:35Noticias relacionadas
Nos encanta comparar. Es un hecho. Vemos un lugar y empezamos a hacer esto tan odioso. Pero claro, también lo hacen con nosotros. Que si el Nueva York catalán, la Venecia catalana… Estos sucede.
Si esos más o menos quedan claro, hay uno que no teníamos y que hemos descubierto gracias a las redes sociales. Le llaman el Santorini de Cataluña y, en realidad, algo de eso tiene.
Quién es el Santorini catalán
Casitas blancas, ventanas de madera con tonos azules, calles estrechas y, sobre todo, una salida al mar espectacular. Sus playas son casi un icono, una postal con la que se puede vender Cataluña y, más concretamente, la Costa Brava.
Se trata de Cadaqués. Sí, ese pueblo que siempre se asocia al genio de Salvador Dalí tiene un lado que simplemente es arquitectónico y estético, el mismo que hace que algunos piensen directamente con Santorini. Pero tiene mucho más.
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Qué tiene Cadaqués
Con una población que apenas no llega a los 3.000 habitantes, este municipio se ha convertido en uno de los puntos turísticos más importantes de Girona. Está situado en la comarca del Alt Empordà y, como explican desde Turisme de Cadaqués: “Para muchos es una isla y para otros es lejano, para quien vive todo el año es parte de su vida y para quien viene de vacaciones es como su casa”.
Y es que muchas son las sensaciones, experiencias y valores que Cadaqués ofrece. Como también es variado el catálogo de atracciones turísticas para los visitantes.
Historia, cultura y paisaje
Para conocer la historia de Cadaqués es indispensable visitar el casco antiguo y perderse por sus calles laberínticas. El pueblo, de origen medieval y rodeado por una gran muralla, ocupaba el espacio de lo que hoy es el centro histórico de la localidad, cuyo punto más alto se encuentra situado en la iglesia de Santa María de Cadaqués. Desde allí hay una vista preciosa del pueblo, de la bahía de Cadaqués, de la isla es Cucurucuc e incluso del faro de Cala Nans.
Los que deseen conocer su oferta cultural no deben dejar pasar la oportunidad de visitar el Museo municipal de la villa, la Casa Museo de Salvador Dalí y el Espai Cap de Creus, así como sus numerosas galerías de arte. Edificios emblemáticos como la Casa de Don Octavio Serinyana, la Torre del Colom o el Faro del Cap de Creus, y esculturas en homenaje a los artistas e intelectuales más destacados que han residido o bien han pasado por el municipio completan el catálogo cultural de Cadaqués.
En Cadaqués hay una gran variedad de playas y calas que por su belleza y singularidad son únicas en toda la Costa Brava. Playas como Ses Ielles, Sant Luis, Portlligat, Ses Nouse, Jonquet, Confitera, Portdoguer o Sa Sabolla, y calas como Culip, Portaló, Seca, Culleró, Torta o Francarlos bien merecen una visita.
Uno de sus elementos más característicos son los cantos rodados y las rocas. Estas últimas poseen formas muy curiosas, hasta el punto de que los mismos habitantes han bautizado con nombre de animales aquellas rocas que por su caprichosa forma les recordaban a un determinado ser vivo. De aquí que se hable del camello, del águila o la tortuga refiriéndose a ciertas rocas del Cap de Creus. Pero eso no es todo, el mismísimo Salvador Dalí se inspiró en una gran roca, situada en la cala de Culleró, para crear su famosa obra el El gran masturbador.
Dónde comer
Más allá de las playas, el entorno y Dalí, Cadaqués se ha convertido en un excelente lugar para comer bien. Y no lo decimos sólo nosotros. Hace unos meses la prestigiosa publicación National Geographic afirmaba que es el pueblo donde mejor se come.
Uno de los lugares más característicos es el Marítim. Por allí pasaron genios de todos los gremios. De las artes plásticas están Dalí, Richard Hamilton y Marcel Duchamp, pero hay más. El actor Kirk Douglas, el filósofo Umberto Eco o el Nobel de literatura Gabriel García Márquez se pasaron por allí y contribuyeron a ensalzar su leyenda.
Más que un chiringuito
“Estábamos en el Marítim, el populoso y sórdido bar de la gauche divine en el crepúsculo del franquismo, alrededor de una de aquellas mesas de hierro con sillas de hierro donde sólo cabíamos seis a duras penas y nos sentábamos veinte”, recordaba Gabo en uno de sus relatos de Doce cuentos peregrinos. Una prueba más de que le dejó huella y que en los 60s y 70s era un hervidero. Pero también desde hacía años.
Abierto en 1935 por Pere Figueras, el local rápidamente se hizo famoso. Dalí amarraba su barca frente al chiringuito y en más de una ocasión se dejaba caer por allí. Hasta la mismísima Gala, le pedía a la esposa del dueño que besara los bigotes del artista.
Pero más allá de su historia, la comida también es importante. En el Marítim de Cadaqués uno puede disfrutar de unas buenas tapas. Desde unas bravas, calamares y croquetas, hasta un tataki de toro o una ventresca completa.
Los que quieran refrescarse también pueden optar por la ventresca de toro, un sashimi de chuletón o un ceviche peruano. Claro que tampoco faltan las anchoas de L’Escala, las ensaladas o las coques.
Un chiringuito con buena comida
Otro de los chiringuitos conocidos es el Blue. Ubicado en la arena de la playa de Ses Oliveres, este nuevo chiringuito tiene algo de toda la vida y una parte más moderna. Si bien mantiene la estructura formal de terraza sobre la madera y barra abierta, el color blanco del porche y sus sillas lo convierten en uno de esos espacios donde relajarse. El rótulo azul y unos platos del mismo color no hacen otra cosa que darle el toque marinero.
Su menú es una mezcla de platos de bar de playa de toda la vida, con platos mucho más elaborados y de bastante calidad. Eso sí, lo que predomina, para no desentonar es el producto sacado del mar. Pescados y mariscos son los platos estrella del Blue. Las bandejas de cigalas, gambas, los pescados son elaborados con esmero y hacen las delicias de los comensales, quienes si quieren pueden disfrutar de unos entrantes a la altura.
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Y si se prefiere ir por las tapas y comer ligero antes de regresar al mar, se puede optar por unos tremendos calamarcitos fritos o unas bravas de la casa. Ya si a eso se le añade un entorno que rebosa arte, la experiencia se vuelve de 10. También se encuentran algunas variaciones de clásicos. La variedad de croquetas, el steak tartar con base de aguacate o una buena carne de cerdo servida como si fuera un hot dog, son algunos de los otros atractivos.
Restaurantes con estrella
Pero no todo acaba en los chiringuitos. O sí. Desde hace unos años, los cocineros con tres estrellas Michelin Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas regentan allí el restaurante Compartir. Se trata de un local ubicado al lado del puerto que se ha hecho un hecho entre los más sibaritas de Cadaqués y quien lo visita.
Mientras el restaurante barcelonés Disfrutar se lleva la fama, en este pueblo pesquero por excelencia, considerado uno de los más bonitos de España, los chef tienen el comedor de una cocina de proximidad donde ofrece, entre otros muchos platos, un excelente arroz con bogavante. Su fama, los premios y su compromiso con la frescura de los ingredientes y la cocina popular lo convierten en uno de mejores destinos para degustar la cocina catalana.
Este restaurante es mencionado por National Geographic para hablar de la buena comida que se puede degustar en el municipio, pero hay muchos más. Otro de los que se señala la enoteca Martín Faixó, que además de ofrecer unos vinos exquisitos cuentan con unas tapas y platillos que maridan a la perfección con sus caldos.
Nombrarlos todos, sería el cuento de nunca acabar, pero no se puede hablar un artículo sobre los placeres gastronómicos de Cadaqués sin mencionar “las tascas tradicionales y un tanto folclóricas” de Casa Anita, justa a la llegada del frente marítimo. Un bar de toda la vida donde saciarse con los platos y tapas de toda la vida.
Cómo llegar
Llegar allí no es fácil. Implica muchas horas de trayecto y pasar sí o sí por una carretera de curvas, la GI-614 que es tan peligrosa como conocida por los visitantes del pueblo.
Desde Barcelona se tarda más de dos horas, pero hasta la carretera de Cadaqués todo es autopista (AP-7), carretera nacional (N-II) y la comarcal repleta de rotondas que es el tramo de la C-260 que une Figueres con Roses.