La terrible leyenda de Portlligat más allá de Dalí: oro, monstruos y ratas comecorazones
Este precioso rincón de la Costa Brava esconde secretos que no todos conocen
23 julio, 2024 13:08Noticias relacionadas
- Qué son las tradwives: el movimiento neoconservador que quiere a las mujeres limpiando en casa, y cuál es su origen
- Este es el siguiente festivo que se celebra en Cataluña: cuatro días seguidos de fiesta
- La ruta con una cascada para bañarse en el Parque Natural de la Garrotxa: con vegetación frondosa y rocas cubiertas de musgo
Portlligat está asociada a un nombre, Salvador Dalí. El artista surrealista se hizo una casa en esta pequeña urbanización situada en Cadaqués e hizo de ella una obra de arte, además de su particular taller creativo.
Tiene mucho más. Playas de un azul turquesa que hipnotiza, unos amaneceres increíbles, unas vistas al Mediterráneo que impresionan, unas casas de lujo y un entorno natural de lo más bucólico. Lo que no todo el mundo conoce es la leyenda que allí se esconde.
Una isla peculiar
Frente al municipio no sólo hay un embarcadero en alta mar, donde varias barquitas permanecen amarradas para la foto de postal, también hay una isla. Un islote inhabitado cargado de historias.
Uno de los rumores de la época es que en esa pequeña masa rocosa había mucho más que piedras, sino oro. De hecho, antes de llamarse Isla de Portlligat se la conocía como Masa o Isla de Oro.
¿Oro y diamantes?
¿Cómo se llegó a esta idea? Poco se sabe. Son como las historias de los doce trabajos de Hércules para hacerse con el vellocino. La leyenda cuenta que allí se esconde un botín de oro e incluso de diamantes, pero hacerse con él supone pasar por diversas pruebas e incluso enfrentarse a monstruos de lo más extraños.
En sí, no se trata de retos que hay que superar, sino que uno debe enfrentarse a lo que conlleva la isla. Para empezar, llegar hasta allí no es fácil. A pesar de que parece estar muy cerca del cabo de Portlligat, el mar es de lo más fiero. El nombre de la Costa Brava es por algo. Pero no sólo eso. Se dice que la isla estaba siempre rodeada de tormentas que hacía imposible llegar a ellas.
Monstruos increíbles
Y si uno navega bien o es un experto nadador que no se las dé de listo. Todo el entorno de la isla está habitada y envuelta de una cantidad de monstruos marinos escondidos en las profundidades del Mediterráneo dispuestos a acabar con todo ser humano que se acerque por allí. Siempre según el relato.
Si eso suena demasiado inespecífico, la leyenda pone dos ejemplos de los seres extraordinarios con el que uno puede enfrentarse. Por un lado, un pulpo gigante de un tamaño desproporcionado capaz de destrozar a un ser humano con sus tentáculos e incluso devorarlo. Algo así como el Kraken de Piratas del Caribe. Y ojo aquel que consiga sortearlo y pisar tierra.
Se dice que alguien consiguió hacerlo. Las variantes de esta particular historia cuentan que un pescador e incluso cazador de coral (si es que algo así existiera), no dudó en desafiar al octópodo, cruzando el pequeño estrecho con un barco rodeado de cuchillas.
Logró su cometido, pero luego se encontró con otro ser inesperado. Seres. La leyenda asegura que este pobre hombre nunca pudo regresar porque al pisar tierra fue sorprendido por una serie de ratas comecorazones que se le vinieron encima hasta acabar con su vida. Y no sólo devoraron su corazón, estos roedores gigantes también se zampan los ojos e incluso los cerebros de aquel quien llega hasta allí.
Un lugar increíble
Claro que todo eso son leyendas. Lo más cierto de todo el relato es que el ser humano es capaz de cualquier cosa por enriquecerse y que el mar en esos lares son más que bravos, furiosos y, en días de tormenta y mala mar, completamente peligroso.
¿Quiere decir eso que es mejor no acercarse a Portlligat? Bueno, a la isla ya llega mucha gente, pero el cabo bien merece una visita. En primer lugar, para conocer la casa donde vivieron Gala y Dalí y por la que pasaron artistas de la talla de Buñuel, Duchamp y otros. Después por sus playas increíbles. Y, por último, para enamorarse del cercano Cadaqués.