Cataluña tiene unos paisajes increíbles. Su orografía es ideal para ello. Los Pirineos ofrecen unas vistas increíbles a un espectáculo natural bucólico. Textos como el Canigó, de Jacint Verdaguer, lo demuestran. Pero también está la Vall de Boí con su proximidad al parque de Aiguestortes y sus cientos de lagos, la tierra volcánica de la Garrotxa… Ver un amanecer o un atardecer desde allí es una experiencia única. Pero en la costa, las vistas son igual de impresionantes.
Cataluña tiene 580 kilómetros de costa y en ellos no sólo hay playas, sino también acantilados, paseos como el camí de Ronda son lugares ideales para disfrutar del Mediterráneo en cualquier momento. Aunque hay una zona que siempre se lleva la fama, la Costa Brava.
Un mirador en la Costa Brava
El litoral de Girona está repleto de espacios y pueblos que enamoran. Calella, Cadaqués y Tossa de Mar aparecen en centenares de guías de viajes, pero se podría ampliar a Tamariu, Llançà, Cap de Creus… Allí no sólo se esconden calas, sino miradores que bien merecen una escapada.
Hay un rincón, por eso, que une las dos cosas. Se trata de Cala Pedrosa. El nombre no engaña a nadie porque está llena de piedras. El camino para llegar es igualmente rocoso, pero el destino vale mucho la pena: hablamos de un mirador con vistas únicas.
Primero, es importante aclarar de qué Cala Pedrosa hablamos, porque en la Costa Brava hay dos: la de Palafrugell, que es mucho más accesible, y la de L’Estartit, que se encuentra dentro del Parque Natural del Montgrí.
Cascadas y pueblas alrededor
En un camino de bajada, se encuentra una cueva, la Cova de l’Avi Company, se atraviesa un bosque de pinos y, finalmente, el horizonte se abre y aparece la Cala Pedrosa.
La playa es idílica, casi virgen. No hay arena, solo rocas blancas y planas, perfectas para tomar el sol con una toalla (para evitar quemarse), pero también con unas aguas cristalinas impresionantes. La transparencia del mar en este lugar lo hace ideal para el snorkel y el buceo. Y, si uno quiere disfrutar de un poco de sombra, puede resguardarse bajo algunos de los pinos cercanos.
Si después de refrescarse uno desea más aventura y explorar la zona, puede seguir el camino de ronda y descubrir otros hermosos rincones como la Cala Ferriol. Desde allí, puede acercarse a la playa de la Roca Foradada o subir al acantilado de Salt del Pastor para disfrutar de vistas espectaculares.
Dónde está
Acceder al parque es sencillo. Puedes llegar en coche hasta la entrada e iniciar un camino que es mitad pavimentado y mitad de tierra hacia el destino. La mejor opción, aunque un poco más larga (unos tres kilómetros y 45 minutos), es ir a pie. Y en descenso.
Antes de llegar a la playa, el visitante se encuentra con la cascada del Salt de l’Euga, que se convierte en un mirador excepcional sobre L'Estartit. Una vez comienza el camino de piedras, a 700 metros uno se desvía hacia la cala.
Cómo llegar
El Parque Natural del Montgrí, está a unos 120 kilómetros al norte de Barcelona y es accesible mediante diversas opciones de transporte. En coche, el trayecto se realiza en aproximadamente una hora y media. Se toma la autopista AP-7 en dirección a Girona, siguiendo las indicaciones hacia L'Escala. Desde allí, la carretera GI-623 conduce directamente al parque.
Otra opción es utilizar el transporte público. Desde la estación de tren de Barcelona Sants, se puede tomar un tren hacia Girona, con una duración aproximada de 40 minutos. En Girona, existen autobuses directos que llevan hasta Torroella de Montgrí, uno de los accesos principales al parque. El viaje en autobús adicional dura alrededor de una hora.