Las

Baleares no es el único lugar de la costa mediterránea española que esconde playas a las que sólo se puede acceder por mar. Cataluña también tiene las suyas y de una belleza sobrecogedora, incluso única.

Uno de estos rincones casi secretos se encuentra en la Costa Brava, la zona preferida de los amantes de la calma y la tranquilidad. A pesar de que está cada vez más concurrida, todavía conserva calas de difícil acceso que garantizan un poco de paz.

Dónde está

El caso más obvio es el de la Cova de la Sal, uno de esos parajes que no deja a nadie indiferente y que sólo se puede llegar con kayak o alguna embarcación. Quien ha pasado por allí, repite.

Situada en la costa de Torroella de Montgrí, muy cerca de L’Escala, esta impresionante cueva marina es un destino imprescindible para los amantes de la aventura y la exploración submarina. Uno se puede tumbar en alguna de sus rocas, practicar submarinismo o simplemente disfrutar de las vistas.

Cómo es

A primera vista uno puede no encontrar donde tumbarse, no ver una cala como tal. Bien, no existe. Al menos no como uno lo piensa. Pero si uno se queda sólo sentado en una de sus rocas, se va a perder un tesoro que merece la pena explorar.

Dentro de sus 25 metros de altura, 22 de ancho y 31 de profundidad, este espectáculo natural esconde una playa interior de guijarros gruesos. Eso sí, se debe entrar con el mar en calma para evitar riesgos. De hecho, mejor ver el estado del mar antes de dirigirse allí.

Cómo llegar

La parte más difícil en cualquier caso, es el acceso a la Cova de la Sal. O se va en barco o en kayak. Otra opción es hacerlo con la tabla de paddle surf, pero una vez más, se ha de estar alerta de las condiciones meteorológicas.

En cualquier caso, los aficionados al piragüismo marítimo no deben preocuparse. No es que hayan de remar durante varios nudos. La cueva se encuentra a solo 300 metros de la Cala Montgó. De hecho, allí donde es posible alquilar el equipo necesario para la travesía.

Qué ver

Lo mejor de todo es que, a pesar de ser un breve trayecto, es un deleite para los sentidos. El recorrido ofrece un paisaje abrupto con formaciones rocosas caprichosas. Siguiendo la línea de la costa a unos 10 metros de las rocas ya se pueden observar todos los detalles de forma segura. 

Si uno se cansa rápido que no se preocupe, poco después de salir se vislumbra la Cala Roca de la Cadira, una pequeña cala con una formación rocosa que parece lo que dice, una silla. Desde la que se sigue hacia el Racó del Rec Fondo, un rincón agreste perfecto para un baño, con campos de posidonias que decoran el fondo marino.

Las otras calas

Continuando el trayecto, se llega a La Caleta, un entrante protegido por un islote con aguas cristalinas, que se convierte en otro lugar para un último chapuzón ante un sol de justicia. Y allí, a pocos metros, se erige y se vislumbra la majestuosa Cova de la Sal.

El camino hasta allí es sencillo, pero si uno se anima, y tiene práctica en esto del kayak, puede seguir y navegar hasta la Punta del Milà. Y si hay ganas de más uno puede sobrepasarla, para ser recompensado con una hermosa vista hacia la Punta Ventosa.

Un extra

Como esto se trata de explorar claras sobre un kayak, que mejor que aprovechar el viaje para descubrir mucho más. Dependiendo de los vientos, si se vuelve hacia La Caleta y uno va hacia el lado opuesto, puede acercarse a la Punta del Trencabraços.

Este lugar, de difícil acceso y con un poco de peligrosidad sólo es apto para aquellos que dominen el remo. Si es así, esta desviación puede ofrecer unas vistas únicas e impresionantes no tanto del cabo, sino de la costa de l’Escala.

Noticias relacionadas