Cataluña tiene una ventaja respecto a otras comunidades autónomas de España. Su proximidad con Francia lo hace ideal para poder hacer una escapada breve al país vecino sin necesidad de pagar alojamiento y volver a casa al día siguiente.
Elegir una ciudad de Francia a la que escaparse es muy difícil, el país tiene lugares encantadores. Los más típicos son Narbonne, Carcassonne y Perpignan. Pasado este último y antes de llegar a los siguientes, en cambio, hay un pueblito pesquero que es atractivo para todos los públicos y poco conocido.
Un pueblo blanco
El lugar en cuestión es Leucate, una encantadora localidad francesa situada en el departamento del Aude, en la región de Languedoc-Rosellón, que se caracteriza por sus espectaculares playas y los parajes naturales del entorno. Su geografía, muy particular, la ha convertido en un rincón tan pintoresco como ideal para foodies: un centro de ostricultura da fe de ello.
Ya el mismo nombre del municipio parece dar pistas de lo que uno puede encontrar. Es un nombre de origen griego, leukos, que significa "blanco", un hecho que hace pensar que se refiera a la luminosidad de sus playas y el brillo de su paisaje.
Un poco de historia
Su ubicación la hizo perfecta para las distintas civilizaciones de la historia. De aquellos tiempos quedan varias características: la tradición pesquera, la actividad vinícola y las ruinas del castillo que recuerdan los años de los conflictos entre españoles y francés.
Esta fortificación fue un antiguo bastión fronterizo desde el que se podían controlar los movimientos del enemigo y, ahora, desde el que disfrutar de unas hermosas vistas al Canigó, al Mediterráneo y a la Albera. Sólo quedan algunas paredes en pie, pero subir hasta allí merece la pena.
Qué ver
Más allá de este edificio, pasearse por sus calles es un placer. Las antiguas casitas de pescadores no sólo bañan de blanco sus calles, muchas están pintadas de llamativos colores que contagian su vitalidad a vecinos y visitantes.
Su plaza animada, sus estrechas calles, sus restaurantes y bares y su pasado histórico añaden el resto. Claro que si algo destaca es su olor a mar. Leucate cuenta con grandes y extensas playas en el frente marítimo y algunas calas que nada tienen que envidiar a las de la Costa Brava.
Una playa especial
Más allá de la extensa playa principal, antes de llegar al núcleo urbano uno se topa con La Franqui. Es la estación más antigua del litoral de Languedoc, situada en una pintoresca pineda, que ahora forma parte de Leucate.
Aquí se encuentra la fabulosa playa de Les Coussoules, que se extiende por 8 kilómetros de arena dorada. Su fina arena adquiere colores completamente blancos que se hacen difíciles de mirar sin gafas de sol, su gran apertura al mar, además la hacen completamente plana. Claro que eso también la convierte en uno de los rincones más ventosos de la zona.
Paraíso surfero
Lo que puede parecer un inconveniente se convierte en un atractivo añadido para los amantes del kite surf y el windsurf. En verano, es habitual ver decenas de aficionados a este deporte en el horizonte, disfrutando y contagiando ese goce con los que se broncean en la arena.
Otra de las características de esta playa es que tiene dos orillas. En uno de los extremos de la playa, el mar pasa por debajo de la arena y resurge formando una especie de lago salado que es ideal para los más pequeños y para el postureo en redes.
La playa de Leucate
Para los que quieren un poco más de intimidad está la cala que lleva el nombre del pueblo. La Leucate-Plage es conocida por estar situada al pie de un acantilado, donde se forman calas de aguas cristalinas, muchas de ellas protegidas
Este lugar es perfecto para quienes buscan una experiencia de playa más tranquila y apartada. Además, las vistas desde el acantilado de Leucate son espectaculares, ofreciendo panoramas únicos del Mediterráneo y los paisajes circundantes. Los senderos, al más puro estilo Camí de Ronda, permiten explorar este espacio protegido, disfrutando de paseos entre viñas y caminos de piedra seca.
Rincón de naturismo
Para acabar con las playas, un detalle para amantes del nudismo. Leucate, en una de sus extensas playas, ya a las afueras, tiene una zona naturista que se convierte en un paraíso para los amantes de esta práctica. Primero por su extensión y después por su ubicación.
La publicación anglófona The Richest califica esta playa nudista como "una de las playas nudistas más bonitas del mundo" según. Además, toda la zona de los alrededores también es naturista, por lo que uno puede ir sin ropa a su casa o apartamento. Incluso ir al supermercado y al bar como quien va por su caso. Por eso, Leucate es también un referente europeo en cuanto al naturismo.
Dónde comer
Más allá de sus playas y calles hay un lugar que tiene un atractivo más que especial. Entre el núcleo urbano y el poblado nudista, está el estanque de Grau, un pintoresco pueblo de ostricultores, donde degustar de ostras recién pescadas.
Este lugar único permite a los visitantes conocer de cerca el proceso de cultivo de ostras y otros mariscos. Los turistas pueden instalarse en una de las terrazas coloridas, decoradas con conchas de ostras y madera, y disfrutar de una degustación de mariscos frescos. Las ostras, mejillones y gambas son los protagonistas de estas degustaciones, siempre acompañados de un buen vino local, en unos restaurantes hechos de madera que le dan un toque marinero muy peculiar.
Un buen vino con la comida
Por último, destacar una de las tradiciones más antiguas de este pueblo galo, el trabajo de la vid. Leucate es un importante centro de producción vinícola desde hace siglos. Sus vastos viñedos ocupan gran parte de la superficie de la comuna y la producción de caldos es excelente.
Los vinos de la región están amparados bajo la denominación de origen Vin de pays des Coteaux du Littoral Audois, una denominación de origen única con un sabor exquisito. Estos vinos, que destacan por su calidad y autenticidad, fruto de una elaboración basada en tradiciones vitivinícolas centenarias.
Cómo llegar
Leucate se encuentra a menos de una hora de la frontera francesa y a hora y media de Girona. Sólo hace falta seguir la AP-7 hasta La Jonquera que empalma con la francesa A-7 y tomar la salida 40 hacia Leucate. Desde Barcelona es exactamente lo mismo, pero claro se tarda 2,5h.
También es posible llegar en tren, tomando un servicio desde la estación de Barcelona-Sants hasta Narbona. Los trenes de Renfe llegan hasta el primer pueblo costero de Francia, Cerbère, y desde allí se hace trasbordo con el SNCF galo. Leucate tiene parada propia y te deja cerca de La Franqui. Llegar de allí al pueblo es fácil gracias a los buses.
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