Distensión sin prisa, sin pausa y sin plazos
Ambiente constructivo en la primera sesión de la nueva mesa de diálogo. Posturas alejadas pero ganas de acuerdos. La Audiencia Nacional avala el cese del coronel Pérez de los Cobos
16 septiembre, 2021 08:43Banderas. Los medios elaborados en Madrid le dan una cierta importancia a los símbolos. Se informa en tono crítico de que Pere Aragonès mandó retirar la bandera de España que junto a la senyera había decorado la comparecencia de Pedro Sánchez. Al presidente de la Generalitat, como buen nacionalista, no le gusta la bandera nacional. Allá cada cual con sus gustos. Otra cosa es el respeto. Por ejemplo, la imagen que ilustra la portada de El Mundo. El presidente Sánchez baja la cabeza ante la senyera.
Por fortuna, el jefe de protocolo de la Generalitat se abstuvo de introducir en las ceremonias Els segadors. Tal vez no resulte muy adecuado un himno que habla de afilar los aperos para rebanar gaznates. O a lo mejor lo hizo para no tener que meter también la Marcha Real, que no tiene letra pero rompe los delicados tímpanos nacionalistas.
La reunión del día fue bien, fenomenal. Buen rollito por ambas partes y eso que los protas no se prodigaron en sonrisas y abrazos. Es lo que tiene el Covid, mascarillas y distancia social. Y esos saludos con los nudillos que inventaron los raperos afroamericanos. La conclusión generalizada la puso Sánchez al señalar que ambos gobiernos han comenzado a hablar sin prisa, pero sin pausa ni plazos. "Sánchez y Aragonès abren la etapa del diálogo y la lealtad institucional" titula Crónica Global, que subraya en el sumario que "en ausencia de JxCat, ambos presidentes suscriben un pacto de no agresión en una reunión marcada por la normalidad y una conversación fluida, sin rastro de activismo radical". O sea que nadie echó de menos al amigo Turull. La crónica es de María Jesús Cañizares, que escribe: "'Diálogo muy fluido y ganas de recuperar la lealtad institucional'. Fuentes conocedoras de la cumbre entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès han definido así una reunión celebrada en ausencia de Junts per Catalunya, y que ambas partes definen como un antes y un después en las relaciones entre Gobierno y Generalitat. “Normalidad” es la palabra utilizada asimismo por esas fuentes en referencia a un encuentro que abre un escenario complejo, pero que también ha tenido su reflejo en el ambiente que ha rodeado la celebración de la mesa de diálogo. Sin rastro de activismo radical --apenas unos 50 nostálgicos del independentismo unilateral se manifestaron contra el encuentro celebrado en el Palau--, ambos presidentes firmaron un pacto de no agresión no escrito que les da estabilidad en sus respectivos mandatos".
En El Confidencial acentúan el aspecto gráfico del episodio de ayer bajo este titular: "Sánchez y Aragonès pactan ganar tiempo y atan el destino de sus dos gobiernos". Escriben Marcos Lamelas e Iván Gil: "Pere Aragonès entró en la reunión de la mesa de diálogo de ayer por la tarde en el Palau de la Generalitat como un presidente debilitado, abandonado por sus socios de gobierno y cuestionado en la calle, que siempre ha sido tan importante para el independentismo. Y salió de ella revitalizado: con cierta autoridad presidencial, que interlocutaba de tú a tú con el Gobierno de España y que exigía resultados más allá de los indultos. El milagro de esta transfiguración fue el presidente español, quien le regaló a Aragonès la foto que necesitaba. Como dijo el propio Pedro Sánchez, “un presidente español en el Palau de la Generalitat es una imagen muy potente”. Una foto que legitima al 'president', pero a cambio de aplazar un nuevo choque institucional. En ese mientras tanto, Sánchez se asegura estabilidad con el apoyo de los republicanos en el Congreso y unos nuevos Presupuestos que le permitan llegar al final de la legislatura. Sánchez gana tiempo, Aragonès autoridad".
En La Razón apuntan que también Sánchez salió mejor de lo que entró. "Sánchez y Aragonés pactan su supervivencia" es el titular del texto de Ainhoa Martínez y Javier Gallego: "Pedro Sánchez y Pere Aragonés se aferran a la «mesa de diálogo» como si de una tabla de salvación se tratara. En todo o en parte es así. Ambos líderes reafirmaron ayer una entente con la que se juegan su supervivencia política. Y en la que la siguiente pantalla no será una nueva convocatoria del foro de interlocución, aunque las delegaciones trabajen para ello, sino la negociación de los Presupuestos. Tanto a la Moncloa como a la Generalitat les interesa alimentar el cordón umbilical que les une. Necesitan mantener viva la ficción de que una resolución del conflicto es posible y de que ambas partes están concernidas y ocupadas en que así sea, a pesar de que partan y mantengan posiciones «radicalmente distintas» y de que tengan que lidiar con factores exógenos que busquen boicotear el entendimiento. No solo es el punto de partida distante, sino el necesario juego de equilibrios en el que se desarrollará la negociación y que obliga a la Generalitat a una contorsión sin precedentes, que incluso roza el ridículo. Para muestra: un operario retiró ayer la bandera de España después de que compareciera Sánchez y antes de que lo hiciera Aragonés para que la enseña nacional no saliera de fondo en el plano de su intervención".
El Mundo subraya el buen tono del evento. "El Gobierno aplaude la implicación de ERC: 'Vamos todos en serio'" titula el diario de Unedisa. A tope, pues. Escribe Raúl Piña: "La mesa de diálogo con la Generalitat es una de las grandes apuestas políticas de Pedro Sánchez. Saben que en la operación hay riesgo, mucho incluso, pero consideran que no hay otro camino. La delegación del Gobierno llegó ayer confiada al Palau y se marchó satisfecha. La primera toma de contacto, casi más formal y protocolaria que de fondo, sirvió para testar la voluntad de la otra parte. En el Ejecutivo creen que hay camino y que es posible recorrerlo. «Vamos todos en serio», explican fuentes gubernamentales en alusión a su actitud y a la de ERC".
Sánchez no se quedó a la reunión de las delegaciones. Aragonès tampoco. El presidente del Gobierno se tomó un café con Salvador Illa. En El Nacional publican la imagen. Sánchez e Illa tuvieron que acercarse a la barra, tomar su bandejita y servirse ellos mismos. Es esa cosa horrible de no poder sentarse en una mesa y llamar al camarero para que le atiendan a uno como mandan los cánones del decoro y la hostelería. Un desastre.
Cuenta la escena Lluís Bou en El Nacional con ese punto de tratar a Sánchez como si fuera un dirigente extranjero: "El presidente español, Pedro Sánchez, se ha ido a tomar un café con el líder del PSC, Salvador Illa, mientras en el Palau de la Generalitat estaba reunida la mesa de diálogo. (...) Después de comparecer en rueda de prensa, y antes de que lo hiciera Aragonès, Sánchez se ha marchado del Palau de la Generalitat mientras la mesa de diálogo estaba reunida y se ha trasladado a la cafetería El Fornet de la calle Pallars. El periodista de RAC1 Cesc Giró ha publicado varias fotografías del momento. La conversación entre Sánchez y Illa ha durado 15 minutos. Sánchez se ha tomado un café con hielo, e Illa un té verde. Después de pasar por la cafetería, el presidente español ha participado en la sede del PSC en una reunión extraordinaria de la permanente de la ejecutiva socialista, donde se ha analizado la mesa de diálogo".
En La Vanguardia, Jordi Juan le dedica su carta al encuentro y anota un par de ausencias muy significativas en el encuentro: "Tiene toda la razón el vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, cuando dice que sin Junts per Catalunya no puede haber solución al conflicto catalán. Pero también es verdad que tampoco puede haber solución si no se tiene en cuenta a todos los catalanes no independentistas que están asistiendo de invitados de piedra a todo este gran espectáculo del procés. Hoy no es un día para criticar al president Pere Aragonès, que ha confiado en el relato del reencuentro presentado por el Gobierno de Pedro Sánchez y no se ha dejado tentar por los cantos de sirena de los sectores más fundamentalistas del independentismo. Pero bien es cierto que cuando el president habla de abrir la mesa de diálogo para “incrementar nuestra fuerza” no está pensando ni mucho menos en todos los catalanes que no desean la independencia. Y para que todo esto acabe bien, se tiene que contar con todos: con Junts, por supuesto, pero también con los otros catalanes que no piensan igual".
Es decir, que los catalanes no independentistas también existen.
En El Mundo Arcadi Espada, que escribe Sánchez sin mayúscula y tilde, repara en el triste papel de Puigdemont: "De modo que no es el independentismo el que se sienta a la mesa de sanchez -se celebre donde se celebre esta es su mesa y él es el anfitrión- sino el clásico autonomismo paidófilo, por decirlo con gracia, con mucha gracia. La prueba añadida ha sido la renuncia de Carles Puigdemont. El representa a un conjunto declinante de catalanes que todavía se creen capaces de un acto de fuerza. El error de Puigdemont consistió en acceder a la formación de un Gobierno. En vez de forzar unas nuevas elecciones reabrió de hecho la vía autonomista, aunque él se apartara. Unas elecciones y otras y hasta otras más y las que hiciera falta habrían instalado a Cataluña en el caos permanente, que es el único ecosistema donde la especie independentista puede prosperar. Pero prefirió el orden burgués: ceder la presidencia a Esquerra y con ella el absoluto manejo del Gobierno, de la legislatura y de la negociación con el Estado. Ahora Puigdemont sigue siendo un exiliado y su partido le acompaña en el exilio interior de Cataluña".
Y remata: "La nueva situación pasará en algo menos de dos años la prueba de las urnas. Hasta entonces la suerte de sanchez y su coalición de gobierno depende de que persista la voluntad de acuerdo. Y, desde luego, de que no haya acuerdo".
Otras noticias. Espaldarazo al ministro de Interior. "La Audiencia avala el cese por Marlaska del coronel De los Cobos" titula El País. Y abunda: "La sentencia considera correcto el relevo por pérdida de confianza". La historia viene con las firmas de O. López Fonseca y J. J. Gálvez: "La Audiencia Nacional revocó ayer el fallo de un juez que anuló por “ilegal” la destitución a cargo del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Guardia Civil en Madrid en 2020. La sentencia da la razón al ministerio y concluye que el cese estuvo correctamente motivado y se ajustó a la normativa. La sentencia unánime de los cinco magistrados de lo Contencioso señala que no hay “desviación de poder” en un relevo por pérdida de confianza. La Sala de lo Contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional revocó ayer el fallo dictado el 31 de marzo por el juez Celestino Salgado, también de la Audiencia, que anuló por “ilegal” la destitución, el 24 de mayo de 2020, del coronel Diego Pérez de los Cobos como máximo jefe de la Guardia Civil en Madrid. La nueva sentencia, que estima el recurso del Ministerio del Interior, concluye que la destitución del alto mando estuvo correctamente motivada y se ajustó a la normativa. (...) El alto mando de la Guardia Civil, destinado ahora en la Intervención de Armas y Explosivos, estudia recurrir el fallo ante el Tribunal Supremo, según señalan fuentes de su entorno".
La luz sigue subiendo. Y puede llegar a los 3.000 euros, según el límite legal establecido por la Unión Europea.
16 de septiembre, santoral: Cipriano obispo, Cornelio papa, Juan Macías, Abundio y compañeros, Edita, Eufemia de Calcedonia, Ludmila de Bohemia, Martín el Sacerdote, Niniano de Galloway, Prisco de Nocera de los Paganos y Vital de Savigny.