El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont (c), el presidente Quim Torras (i) y el exconsejero Toni Comín (d) aplauden el izado de la bandera catalana en los jardines de la llamada Casa de la República / EFE

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont (c), el presidente Quim Torras (i) y el exconsejero Toni Comín (d) aplauden el izado de la bandera catalana en los jardines de la llamada Casa de la República / EFE

Política

Waterloo decide y el Parlament cierra

La política catalana se ha convertido en extraterritorial: los asuntos se debaten en Bruselas, mientras la Cámara regional, la de todos los ciudadanos, queda clausurada hasta octubre

29 julio, 2018 00:00

Es tan anómala la situación que vive Cataluña a causa del procés, que la última novedad consiste en que la política se ha convertido en extraterritorial. Las decisiones se toman en Berlín, Hamburgo y, desde ayer, en Bruselas y Waterloo mientras el Parlament, la sede de la única soberanía que los independentistas aceptan, ha cerrado hasta octubre por las discrepancias entre las dos formaciones, Junts per Catalunya (JxCat) y ERC, que integran el Govern.

La semana que termina se inició con la defenestración de Marta Pascal en el congreso del PDeCAT que se clausuró el domingo y en el que se impuso la voluntad de Carles Puigdemont y de sus fieles, muchos de los cuales, como Elsa Artadi, ni siquiera militan en el partido. Puigdemont llegó a amenazar a Pascal con darse de baja en el PDeCAT si ella no se apartaba, según han publicado numerosos medios de comunicación y nadie ha desmentido. Ha sido sustituida por su hasta ahora segundo, David Bonvehí, cuya principal declaración programática ha sido su voluntad de “tocarle la gaita al Estado” cuanto más mejor. Bonvehí estará arropado por Míriam Nogueras, designada directamente por Puigdemont por su carácter arrauxat y para que controle en el Congreso de los Diputados un grupo hasta ahora no sometido al caudillo de Berlín y ahora de Waterloo. Nogueras, que hace tres años ni militaba en el partido, se curtió en La Sexta Noche y trasladó a la tribuna del Congreso el lenguaje de las tertulias, como cuando dijo que el Estado español era “un estercolero putrefacto”.

La Crida peronista

Los dos dirigentes tienen la misión de integrar y diluir el PDeCAT en el nuevo juguete de Puigdemont, la Crida Nacional per la República (CNR), el movimiento calificado por muchos de peronista que quiere convertirse en la expresión única del independentismo, a la manera del Partido Nacional Escocés. El giro radical impuesto al PDeCAT se ha traducido ya en el mantenimiento de la vía unilateral a la independencia, como hizo ERC es su reciente congreso, en este caso por la presión de las bases. ERC, sin embargo, se resistirá a entrar en la Crida, pero la política de confrontación permanente predicada por Puigdemont impedirá que se consolide la apuesta moderada de ERC porque ya se sabe que en esta puja nadie soporta que el otro le pueda llamar traidor.

Tenemos, pues, el llamado presidente legítimo de vuelta en Waterloo para poner en marcha el Consell de la República, un president oficial cuyo máximo sueño, según propia confesión, es ver la entrada de Puigdemont en el Palau de la Generalitat mientras un millón de personas le aclama en las calles, y un  Parlament cerrado hasta octubre porque las dos grandes formaciones independentistas no se ponen de acuerdo en cómo aplicar la suspensión de los diputados procesados dictada por el juez Pablo Llarena.

Líderes en recortes

Esto iba de democracia, según nos decían cada día los dirigentes independentistas, pero ni siquiera les salen los colores cuando deciden suspender la actividad parlamentaria hasta octubre. Una de las quejas constantes era que el Estado, a través del Tribunal Constitucional, había suspendido numerosas leyes de contenido social (por una cuestión de competencias, aunque eso nunca se decía). Pues bien, ahora que el Gobierno de Pedro Sánchez está dispuesto a levantar algunos de esos recursos de inconstitucionalidad, el Parlament no podrá aprobarlas porque está cerrado. En las puertas quedan leyes o medidas contra la pobreza infantil, sobre la renta garantizada de ciudadanía, las listas de espera de sanidad, la dependencia, la brecha salarial y la discriminación laboral, el pacto catalán contra la violencia machista y la lucha contra los abusos sexuales en la infancia, entre otras cuestiones.

Esto se produce cuando un nuevo informe (de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, difundido por la agencia Efe el 24 de julio) revela que Cataluña es la comunidad autónoma que más ha recortado el gasto social entre 2009 y 2017, el 19,96%, es decir, 4.134 millones de euros. También encabeza los recortes en sanidad (27,51%, 5.993,3 millones) y es la tercera en educación (12%, 780,9 millones). Y eso que según nos han repetido desde ERC, encargada de las carteras de Economía en los últimos Governs, que los presupuestos que presentaban eran “los más sociales de la historia”. Vivir para ver.