El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy

Política

Rajoy juega con un plan personal a costa del futuro del PP

El presidente tenía unas intenciones que ahora querrá mantener, a pesar de la sentencia del 'caso Gürtel', si la moción de censura de Pedro Sánchez fracasa

27 mayo, 2018 00:00

Mariano Rajoy ha decidido atacar a Pedro Sánchez con virulencia --pone España en juego por querer acceder al poder--, aunque no ha dejado de elogiarle en las últimas semanas por su fidelidad en la aplicación del 155 respecto al problema catalán. Lo hace porque es consciente de que el líder del PSOE tiene, ahora sí, una oportunidad para desbaratar todos sus planes. El presidente del Gobierno tenía una hoja de ruta prevista, un plan personal --que busca cómo mantener-- a costa del futuro del PP, aunque con la garantía de que podría salvar el espacio electoral de lo que ha representado, en gran parte, el Partido Popular. ¿Cómo y por qué?

Rajoy sabía que la sentencia del caso Gürtel iba a ser dura, pero confiaba en que sus efectos podían estar ya amortizados. Si los españoles desean mirar hacia el futuro, qué mejor que unos presupuestos aprobados, un crecimiento del 3% del PIB, que enlaza ya cuatro años de aumentos sostenidos, y el alza de las pensiones gracias a la “cintura” que le ha llevado a negociar con varios partidos, Ciudadanos y los canarios, aunque fundamentalmente con el PNV. Sin embargo, ¿dónde se sitúa el listón de la moralidad, de la resistencia frente a la corrupción?

Sacrificio colectivo

Es lo que ha percibido Pedro Sánchez, que ha aprovechado, tal vez, la única oportunidad que se le ha presentado para entrar, de nuevo, en el escenario, con el registro en el Congreso de una moción de censura que, fracase o no, le puede dejar como la única referencia en el campo de la izquierda.

El presidente del Gobierno, sin embargo, no tiene ninguna posibilidad a menos que esa moción fracase. En ese caso, mantendrá el plan trazado, como apuntan fuentes del PP, que contiene altas dosis de sacrificio colectivo. Y es que Rajoy, como otros dirigentes y personas del entorno conservador de lo que ha representado el PP en los últimos decenios, ha llegado a la conclusión de que el espacio político se podrá tratar de mantener, pero que el sustituto natural es ya Ciudadanos. ¿Hay que reconocerlo ya? Para nada, se debe criticar y señalar que Albert Rivera quiere el poder de inmediato, que no sabe esperar, como verbaliza con ese desparpajo característico Rafael Hernando. Pero en la expresión “saber esperar” está dicho todo.

Municipales y autonómicas

Rajoy sabe que no podrá continuar, que el varapalo de la sentencia de la Gürtel es enorme, de una gran virulencia. Sabe que él, personalmente, no tiene más recorrido. Pero quería llegar hasta las elecciones municipales y autonómicas del próximo año, que coincidirán con las europeas, en junio de 2019. Con la tarea principal de lograr la aprobación de los presupuestos para 2018 –lo había conseguido esta semana con el PNV— ese horizonte estaba al alcance de la mano.

Sólo tras comprobar la magnitud de la derrota en esos comicios, que coincidirán con las elecciones al Parlamento europeo, Rajoy se disponía a abandonar el centro de la escena, con unas elecciones generales que se habría visto forzado a convocar a finales de 2019, previsiblemente con los presupuestos prorrogados de 2018, o con la posibilidad de llegar a 2020.

Relevo en la derecha

Él abandonaría la política, resistiendo hasta el final, y sacrificaría al PP, pero con la garantía de que el centro-derecha español podría seguir manejando los destinos de España en la figura de Albert Rivera y con Ciudadanos como la nueva referencia de esa derecha, más económica que sociológica.

¿Perverso? Más bien inevitable, señalan las mismas fuentes, que ven muy complicado revitalizar un partido muy golpeado por los casos de corrupción, y que, de hecho, ha sido condenado como partícipe a “título lucrativo”.

Salida ordenada

A lo que aspira Rajoy es a resistir un poco más, a dar una salida ordenada a la política española, salvando los muebles, y a que sean los electores los que den o no la puntilla al partido en las elecciones del próximo año. Sólo entonces, y desde la consideración de que no habrían sido unos comicios generales, pero sí ilustrativos, comenzaría su retirada y la elección de otro candidato del PP –con una gran incertidumbre en ese campo— de cara, entonces ya sí, a unas elecciones al Congreso. Y, eso sí, demostrando que él, personalmente, no habría caído en unas generales.

Por eso, Rafael Hernando le reclamaba paciencia a Albert Rivera, aunque el líder de Ciudadanos sabe que las cosas son volátiles y que lo mejor para él y su partido es que se convoquen cuanto antes, ya mismo, para hacer valer los pronósticos de las encuestas, que muestran desde hace meses --y no de forma coyuntural— que puede llegar su momento, en una sustitución clara entre los referentes del centro-derecha español.