Estudiantes con banderas y carteles secesionistas y el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol / FOTOMONTAJE CG

Estudiantes con banderas y carteles secesionistas y el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol / FOTOMONTAJE CG

Política

El plan de Pujol para el control nacionalista de la enseñanza en Cataluña

El denominado Programa 2000 pretendía influir en todos los ámbitos de la sociedad: en el plano educativo, proponía “impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes”

19 diciembre, 2021 00:00

El acoso desde el secesionismo a una familia de Canet de Mar a raíz de la consecución, vía judicial, de un 25% de clases en castellano en el aula de un alumno, y el férreo rechazo de dirigentes, partidos y entidades nacionalistas al fin de la inmersión lingüística en catalán tras varias sentencias adversas, han vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la enseñanza en Cataluña y su gestión y control por parte de la Generalitat. Un asunto controvertido que trae a la memoria episodios inquietantes, por cuanto la educación, y su enfoque desde planteamientos nacionalistas, fue una de las aspiraciones de quien fuera presidente del Govern durante 23 años (de 1980 a 2003): Jordi Pujol.

Así se refleja en el denominado Programa 2000, un plan de ingeniería social nacionalista cuyos detalles desvelaron en octubre de 1990 medios como El Periódico de Catalunya y El País. El documento en cuestión, de 33 páginas, pasó por varias consejerías de la Generalitat y las altas esferas de Convergència i Unió (CiU), la coalición con la que Pujol gobernó Cataluña durante casi un cuarto de siglo. De autoría difusa, su redacción final se atribuyó en su día a Ramon Juncosa, por aquellas fechas director general de Coordinación y Seguimiento Sectorial de la Generalitat, y supuestamente recopilaba propuestas de consellers, altos cargos e intelectuales de la órbita convergente, según fuentes de dicho partido. Aunque en su origen y confección habría sido clave el propio Pujol, según se desprende de una carta dirigida a sus consellers el 10 de agosto de 1990 --desvelada por el semanario El Triangle en septiembre de 2019--, en la cual el president les hablaba de “la necesidad de llevar a cabo una política activa de nacionalización” en Cataluña, y les conminaba a leer “un documento extenso sobre el tema” para abordar la cuestión en una reunión del 3 de septiembre de 1990.

Ese plan de “nacionalización”, adoctrinamiento y control alcanzaba a todos los ámbitos de la sociedad catalana: desde instituciones a todo tipo de entidades públicas y privadas y sectores profesionales. Así, el texto se dividió en ocho apartados específicos que se consideraron esenciales: enseñanza, universidad e investigación, medios de comunicación, entidades culturales y de ocio, mundo empresarial, administración, proyección exterior e infraestructuras. Entre los puntales del proyecto figuraban algunos como inflitrar a personas afines al nacionalismo en todos esos ámbitos --en especial, en puestos de mando--; y, si bien no se hablaba de la secesión, ya se echaba mano de un “memorial de agravios” hacia Cataluña como “nación discriminada” y se recurría varias veces al término “Países Catalanes”.

“Sentimiento nacional catalán”

Por lo que respecta al sector educativo, el Programa 2000 se marcaba como primer objetivo “impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes”. Los siguientes eran garantizar el “perfecto conocimiento de la geografía, historia y otros hechos socioculturales de Cataluña” --y también de los “Países Catalanes”-- y “potenciar el uso de la lengua catalana” en todos los ámbitos. Para garantizar estos conocimientos, se consideraba necesario elaborar herramientas didácticas y exigir de los inspectores su cumplimiento.

El control de la enseñanza alcanzaba de lleno a sus profesionales, pues el texto hablaba de elaborar “un plan de formación permanente y de reciclaje del profesorado que tenga en cuenta los intereses nacionales”. Además de “editar y emplear libros de texto sobre la historia, geografía, arte, literatura, etcétera, de Cataluña y de los Países Catalanes”, estableciendo acuerdos con editoriales para “su elaboración y difusión, con subvenciones si es necesario”.

"Catalanización de la enseñanza"

Los siguientes puntos del plan de Pujol instaban a la “catalanización de los programas de enseñanza”, realizando un “análisis previo”, y con una “aprobación del contenido por parte de personas responsables y de confianza”.

En esos puntos quedaba clara la intención de influir ideológicamente en los profesionales, pues también se pedía “promover que en las escuelas universitarias de formación del profesorado de EGB se incorporen los valores educativos positivos y el conocimiento de la realidad nacional catalana”.

Control de los inspectores y las oposiciones

Los planes de control nacionalista llegaban incluso al ámbito de la inspección educativa, pues el documento pedía “reorganizar el cuerpo de inspectores de forma y modo que vigilen el correcto cumplimiento de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza” y “vigilar de cerca la elección de este personal”.

Por lo que respecta a las familias de los alumnos, el plan proponía “incidir en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes que tengan criterios nacionalistas”. Y, de cara a la elección del profesorado, se hablaba también de “velar por la composición de los tribunales de oposición”.

Jordi Pujol Soley, expresidente de la Generalitat / EFE

Jordi Pujol Soley, expresidente de la Generalitat / EFE

Esa “catalanización” incluía además otros proyectos, como llevar a cabo una campaña denominada El país a l’escola, que preveía actividades como la canción popular, sardanas, ballets, teatro, poesía o excursiones, entre otras.

Nacionalismo en las universidades

El borrador del Programa 2000 de Pujol dedicaba también un apartado a las universidades, en el cual se planteaba, al igual que en la enseñanza básica, “estimular el sentimiento nacional catalán de los estudiantes y profesores” y “promover el uso de la lengua en todos los ámbitos de la actividad académica y de investigación”.

Entre las ambiciones de ese plan de Convergència de 1990 figuraba “impulsar la presencia catalana en todos los programas europeos”; la creación de un consorcio que promoviera “la lengua, la cultura y la ciencia catalanas en el exterior por medio de oficinas difusoras”; o potenciar “la Associació Catalana del Professorat Universitari, así como a las asociaciones de estudiantes nacionalistas” y “a personalidades de ideología nacionalista en los órganos rectores de las tres universidades catalanas” que había en ese momento. Y velar, al igual que en el resto de la enseñanza, “por la composición de los tribunales de oposición”.

Otras propuestas planteaban promover y facilitar la creación de universidades privadas “que nazcan de la sociedad civil catalana”; de carreras o centros universitarios “ligados al territorio”; así como de estudios a distancia, ayudando en éstos a la elaboración de libros y materiales multimedia “en catalán y con una perspectiva catalana”.

Otros "programas de acción"

Estos dos apartados dedicados a la enseñanza básica y superior en el Programa 2000 no hacían mención a la inmersión lingüística, un proyecto donde el catalán es la lengua vehicular, que se empezó a desplegar en algunas escuelas de Santa Coloma de Gramenet en 1983 y se generalizó en la década de los 90. Sin embargo, esta terminología sí se empleó en otras partes del documento. Así, en su propósito de “reforzar esta identidad colectiva”, se prestaba atención a los inmigrantes y a determinados ámbitos de la Administración del Estado y otros sectores sociales y empresariales, a los que se veía alejados del nacionalismo. Para incidir en ellos se proponía "el desarrollo de programas de acción” en materia de “política lingüística y de extensión cultural (programas de inmersión, tanto lingüística como cultural), especialmente en barrios, suburbios y periferias de las zonas industrializadas", según reveló El Triangle al desgranar con detalle el Programa 2000 en septiembre de 2019.

Artífice y defensor de la inmersión

Pujol, uno de los artífices de la inmersión durante su etapa como presidente de la Generalitat, ha insistido en defenderla y en su rechazo a flexibilizar el actual modelo lingüístico en varios artículos publicados en los últimos años, el último en diciembre de 2021 en La Vanguardia. En ellos, el exmandatario nacionalista destacaba que el catalán es un elemento "central e irreversible" de Cataluña, como lo es el concierto vasco para Euskadi. Y advertía de que modificar la inmersión “puede afectar peligrosamente las bases del vivir colectivo”, elogiando al expresidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente por su supuesta comprensión sobre este tema.

En 2019, Pujol dio a entender --también en La Vanguardia-- su rechazo a la propuesta del PSC de flexibilizar el actual modelo en catalán, criticando que haya partidos que quieran "hurgar" en el sistema educativo en Cataluña. Por ello, destacaba que todas las entidades políticas, sociales, sindicales y culturales de Cataluña, y no sólo los partidos soberanistas, deberían "oponerse".

Ya en su artículo de este diciembre, después de las últimas sentencias contrarias a la inmersión, el expresidente de la Generalitat afirmaba que “decidir sobre la lengua de la enseñanza en Cataluña sí que es una cuestión de Estado, sí que afecta a las bases del vivir colectivo. Si se resuelve en el conjunto del Estado en la línia del sostenello y no enmendallo o del a por ellos, Cataluña como entidad política irá situándose al margen. Y en lugar de ser un factor positivo para Cataluña y para el progreso general español, puede ser un serio escollo para el conjunto del Estado”.