Carles Puigdemont preside la reunión del grupo parlamentario de JxCAT en Berlín, junto con los prepolíticos que le apoyan / JXCAT

Carles Puigdemont preside la reunión del grupo parlamentario de JxCAT en Berlín, junto con los "prepolíticos" que le apoyan / JXCAT

Política

Los 'prepolíticos' de Puigdemont lo bloquean todo

El núcleo de dirigentes que rodean al expresidente actúan por enamoramiento y seducidos por el líder, sin asumir el principio de realidad que obliga a gobernar ya

23 abril, 2018 00:00

Son prepolíticos. Están enamorados y seducidos. Carles Puigdemont los eligió para formar parte de la lista de Junts per Catalunya y ahora no saben manejarse con criterios políticos, sin asumir el principio de realidad que obligaría a formar gobierno cuanto antes. ¿El problema, por tanto, es del PDeCAT o de ERC? No, quien bloquea cualquier evolución en la cuestión catalana son los hombres y mujeres prepolíticos que rodean a Puigdemont, según las fuentes independentistas consultadas.

Se trata de Eduard Pujol –hasta hace pocos meses director de RAC1, sin experiencia política--, de Elsa Artadi --pese a su breve etapa en la Generalitat--, Aurora Madaula, Laura Borràs, Quim Torra y Francesc de Dalmases. “El presidente es una persona excepcional, cada día se percibe con mayor claridad, con magnetismo, de una talla enorme”. Esas expresiones las pronuncian en ese núcleo de dirigentes, que, hasta ahora, no han tenido ningún contacto con la política, ni han gestionado ni entienden que una sociedad como la catalana es plural, que necesita un gobierno para ponerse en marcha.

La última palabra, la de Puigdemont

En el caso de Pujol ese sentimiento es acentuado. Vive en un constante ajetreo, con contactos directos con Puigdemont, fascinado con las reuniones de los más cercanos con el expresident en Junts per Catalunya.

Son el problema y la solución también para encontrar una salida al embrollo catalán. Manejan hipótesis de trabajo, señalan que se debe investir a Puigdemont forzando la ley de presidencia, pero añaden un minuto después que será necesario elegir a otro candidato antes de que expire el límite marcado por la ley para repetir elecciones, el 22 de mayo. Y en ese caso sugieren nombres, pero siempre dejando la última palabra a Puigdemont.

Desesperación

Y todo eso desespera tanto a la dirección del PDeCAT, que ya ha renunciado a proponer un nombre –aunque levanta el dedo y dice tímidamente que tras todos los intentos le tocaría a algún dirigente de estricta militancia del partido, como el alcalde de Mollerussa, Marc Solsona— como a la dirección de Esquerra Republicana, que, literalmente, ya no sabe qué decir ni cómo proponer un escenario realista.

La racionalidad en estos momentos en la política catalana permanece en un segundo plano. Eso es lo que hace fuerte a todo ese grupo de prepolíticos, que vienen del campo académico, o de la educación social, o del periodismo. Eso lo sabe la cúpula del PDeCAT, con Marta Pascal a la cabeza, y de ERC, dirigida ahora por Pere Aragonés y el propio presidente del Parlament, Roger Torrent. Y es que en la manifestación del pasado domingo a favor de los políticos presos, las pancartas tenían un denominador común: “Puigdemont, president”.

Un nuevo Perón

Puigdemont ha conectado con el independentismo de base, con los ciudadanos que siguen fieles a todas las consignas, que ven en Puigdemont a un líder del pueblo que se enfrenta a todo un estado, con maniobras y astucias, que ha dejado en un papel delicado tanto al juez Pablo Llarena como al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que asegura que no hubo, a su juicio, malversación por la organización del 1-O.

Los prepolíticos se frotan las manos. Todo ese grupo sin ninguna experiencia y seducido por el hombre de Berlín, tiene, además, el apoyo de agitadores profesionales, de nombres como Agustí Colomines, que lleva años en esa tesitura, y de académicos como Salvador Cardús, gran animador de la fiesta independentista, pero que no corre ningún riesgo, muy activo en las redes sociales pontificando sobre todos los que puedan discrepar de la palabra de Puigdemont, y autor de la célebre frase “President Mas, ja podem salpar”, cuando avaló el inicio del proceso secesionista.

El escollo de todo está en ese grupo, una especie de club de fans de Puigdemont, que actúa ya como un nuevo Perón.