Mas, Junqueras, Herrera y Fernàndez, en el momento en que el presidente de la Generalidad anuncia las dos preguntas y la fecha del referéndum

Mas, Junqueras, Herrera y Fernàndez, en el momento en que el presidente de la Generalidad anuncia las dos preguntas y la fecha del referéndum

Política

'Buscar un caballo y parir un dromedario'

ERC y la CUP, sobre todo, pero también la ANC y CDC, cambian de opinión en solo unas horas. Pasan de considerar irrenunciable una sola pregunta, con respuesta binaria y clara a dar por válida la propuesta de Mas: dos preguntas y con respuestas sin solución. El referéndum propuesto por el presidente de la Generalidad podría dar como resultado una victoria del 'sí' en las dos preguntas con menos votos que el 'no' a la independencia.

13 diciembre, 2013 07:57

Dos preguntas. Lejos de la claridad escocesa o quebequesa invocada durante los últimos meses por CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP, Artur Mas presentó dos preguntas que, en realidad, difieren poco. Era la única manera de contentar a Josep Antoni Duran i Lleida y Joan Herrera.

El referéndum de independencia no se celebrará, asegura el Gobierno, pero CiU habrá cumplido. Mas lo habrá propuesto -todavía tiene que aprobarse en el Parlamento autonómico, con menos votos de los necesarios para reformar el Estatuto, por cierto- y hasta aquí se comprometió. El Gobierno llevará el texto parlamentario al Tribunal Constitucional (TC) y fin de la historia. Esta es la hoja de ruta por la que apuesta uno de los periodistas (y a favor de la secesión) con más experiencia en el Parlamento autonómico.

Sin embargo, hay varios aspectos a destacar del acuerdo suscrito en el Palacio de la Generalidad este jueves. El más llamativo es el giro efectuado por ERC y la CUP, y por el sector más duro de CDC, en muy pocas horas. Estos son los tres interrogantes.

Junqueras, contra las "preguntas árbol"

Uno, el gol de Mas a ERC y la CUP es de tal magnitud que solo hay que revisar la hemeroteca para comprobar que las caras que ponían Oriol Junqueras (ERC), Quim Arrufat (CUP) y David Fernàndez (CUP), mientras Mas explicaba las dos preguntas, estaban justificadas.

No hace falta retroceder muchas semanas. El pasado 2 de noviembre, Junqueras escribió de su puño y letra, en su blog personal, lo siguiente:

"[...] Es la práctica habitual en los otros casos de referéndums que se han celebrado en el último siglo lo que justifica hacer una pregunta clara e inequívoca, que se responda con un sí o un no. Sin ir más lejos, como la pregunta que se hará en el referéndum de Escocia, pactado con el Reino Unido: 'Should Scotland be an independent country?'"

Y, tras defender que debía aparecer la palabra "independencia" en una sola pregunta, añadió esto:

"Los que estarán solos, entonces, son algunos viejos y nuevos establishments, que quieren imponer preguntas árbol, nada claras y poco explícitas. Los que cada vez tendrán menos apoyo son los representantes de los intereses creados, los sectores regulados que bajo el calor del Estado español esquivan la crisis, y que quieren imponer preguntas enrevesadas de las que sería imposible interpretar el resultado. Con la convicción de estar al lado de la gente, queremos ser y seremos el socio más fiable del pueblo de Cataluña".

Este es Junqueras hace solo 40 días. No era la primera vez que se mostraba contundente en este tema. Dos meses antes, el 9 de septiembre, a preguntas de RAC1 consideró "muy importante que el referéndum sea con una única pregunta", advirtió de que "si hacemos más de una pregunta, estamos haciendo más de un referéndum" y añadió que "la pregunta no ha de generar dudas ni entre los ciudadanos ni entre la comunidad internacional".

Así, se entiende que esta misma semana, Anna Simó (ERC), ante los periodistas, solo unas horas antes del anuncio del presidente de la Generalidad, insistiera en que "la pregunta ha de incluir la palabra independencia" o un término similar como "Estado libre y soberano"; yendo un poco más allá: "Si, en nombre del consenso, en lugar de un caballo hiciéramos un dromedario, haríamos un triste favor". Es decir, que "si después de votar no supiéramos qué se ha votado, haríamos un triste favor al prestigio de los partidos".

En realidad, nada nuevo. El pasado 10 de noviembre fueron las juventudes de ERC (JERC) las que levantaron acta de su posición inflexible sobre "la consulta": a favor de una pregunta, clara y binaria. Como en Escocia. "Solo así tanto la ciudadanía de Cataluña como la comunidad internacional podrán valorar la consulta y su resultado sin ambigüedades", dijo su portavoz, Gerard Gómez. Estos son solo tres ejemplos, pero hay infinidad. Por tierra, mar y aire.

Arrufat: "Solo puede ser obra de quien no quiere que se vote"

En las CUP también tendrán sus problemas. Al menos para explicar que su posición en este tema cambie tanto en tan poco tiempo. Habla (escribe, en realidad) Quim Arrufat, uno de los tres diputados autonómicos, el pasado 2 de octubre:

"A estas alturas del proceso, nadie con dos dedos de frente se plantea que la pregunta de la consulta o referéndum contemple otra pregunta que no hable de independencia o de Estado independiente, y que además delimite la respuesta a una solución binaria. O sí, o no. Cualquier otra pregunta o propuesta de combinación de respuestas solo puede ser obra de quien no quiere que se vote sobre la independencia de Cataluña, porque en realidad prefiere la imposición que la resolución democrática del conflicto político que enfrenta la voluntad popular de los y las catalanas con el Estado español".

Y sigue en su blog: "Parafraseando a Ovidio, es la misma gente que en realidad no quiere que se vote, así en general, en ninguna ecuación los resultados posibles de la que impliquen cambios que cuestionen privilegios". El 2 de noviembre insistió en lo mismo: "clara" y con referencias a la "independencia".

Una posición que, incluso, entre las filas de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) tendrán que matizar. Josep Rull, secretario de Organización de CDC, el pasado 27 de septiembre: "Una pregunta: Estado propio. Tres respuestas: sí, no o en blanco". Claridad y concreción que también defendía Felip Puig. E incluso hace solo dos días un partido coaligado a CDC: Reagrupament.

La ANC y el CATN

Dos. No solo estos partidos se verán obligados a desdecirse. También lo que se conoce como sociedad civil y que este jueves demostró que, en realidad, no tienen ninguna independencia de CiU. Es el caso, por ejemplo, de la Assemblea Nacional Catalana (ANC).

A finales de noviembre, el día 23, en un acto solemne fijo fecha y pregunta. Antes del 31 de mayo de 2014 y con una pregunta concreta: "¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente?". Lo más destacado, además, es que estos dos aspectos, incluidos en un documento más amplio, eran "irrenunciables" para la entidad.

Nada más lejos de la realidad. A las pocas horas del anuncio de Mas, Carme Forcadell, acompañada de la presidenta de Òmnium Cultural, Muriel Casals, y del presidente de la AMI, Josep Maria Vila d'Abadal, valoró "positivamente" la propuesta del presidente de la Generalidad: dos preguntas y sin claridad.

Pero es que Mas tampoco ha seguido las recomendaciones del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), un instrumento creado por él mismo para, en teoría, asesorarle en este tema. El pasado verano, en un informe de 200 páginas, el CATN señalaba que la pregunta del referéndum tenía que ser "clara y neutra".

Clara, para que se tenga que responder con un 'sí' o un 'no'. Y neutra, porque la Generalidad no tiene que decantarse por ninguna de las dos opciones. Además, para evitar dudas, el CATN recomendó "una pregunta directa sobre el voto favorable o no al hecho de que Cataluña se convierta en un Estado independiente". Al estilo de Escocia.

El 'sí' gana las dos preguntas, pero los 'no' independentistas en votos

Y tres, el presidente autonómico -en un callejón sin salida en el que se metió él solo al comprometerse a algo que no estaba en su mano, y lo ratificó con su compromiso por escrito en el pacto legislativo con ERC- ha creado un auténtico dromedario, cuando la intención era la de crear un caballo para correr, lejos del resto de España, se entiende.

Así, la propuesta de referéndum (¿o referéndums?) puede llegar a dar paradojas como mínimo poco democráticas. Veamos. ¿Qué estarían votando los que dicen 'sí', en la primera pregunta, y 'no', en la segunda? ¿Un Estado federal? ¿Uno confederal? ¿Se puede defender ser independiente sin un Estado propio?

Pero hay más. Mucho más. Sobre todo, desastres técnicos. Veamos. Primera pregunta ("¿Quiere que Cataluña sea un Estado"?): 'sí', 2.600.000 personas; 'no', 900.000. Segunda pregunta ("¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente?"): 'sí', 1.500.000; 'no', 1.100.000. ¿Gana la independencia con 1.500.000 votos a favor pero con 2.000.000 de personas que habrían dicho 'no' a la independencia? ¿Independencia con menos votos? Parece evidente que lo que brilla por su ausencia es la claridad. Junqueras no tiene dudas. Sin embargo, no está resuelto.

Al final, ni una pregunta, ni una respuesta binaria, y menos, aún, un resultado inequívoco. La política autonómica catalana tiene estos vaivenes. Nada nuevo. ERC, estando en el primer tripartito, confeccionó como el que más -si no fue el que más- un nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña... para acabar pidiendo el voto para tumbarlo.