Pintada de fascistas en la persiana de la heladería Dellaostia

Pintada de "fascistas" en la persiana de la heladería Dellaostia GALA ESPÍN Barcelona

Política

Los barceloneses se oponen al acoso a la heladería Dellaostia

Reconocen que es importante aprender a hablar catalán para regentar un negocio, pero rechazan boicotear a quien no lo haga

Más noticias: Tormenta política por el acoso a la heladería que atiende en castellano en Barcelona

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Los vecinos de Gràcia están en contra del acoso que sufre la heladería Dellaostia, acusada de no atender en catalán a los catalanohablantes que se lo exigen; ahora bien, también prefieren mantenerse al margen de la polémica sobre el uso de la lengua que se ha creado a raíz de este caso.

“Por hablar en español, llamarle “facha” es una agresión muy violenta”, comenta Carlos, natural del barrio, a Crónica Global en referencia a las pintadas que aparecieron en la persiana del establecimiento en la mañana de este lunes en las que les han tildado de “fascistas de mierda” y “putos fachas”.

Fachada principal de la heladería Dellaostia, en Barcelona

Fachada principal de la heladería Dellaostia, en Barcelona GOOGLE MAPS

Es la opinión mayoritaria entre los viandantes que pasan por delante de Dellaostia estos días. Por un lado, creen que el acoso que ha sufrido la heladería desde el fin de semana está del todo fuera de lugar, pero también expresan la importancia de que alguien que regenta un negocio en Cataluña debería entender su lengua propia y respetar a los clientes que se le quieran dirigir así.

"Hay otras vías"

Incluso los más acérrimos defensores del uso del catalán en cualquier parte de la esfera pública, de entre las personas aleatorias a las que ha preguntado este medio, se oponen frontalmente a la opción de causar daños físicos en la heladería.

“Cualquier cosa que sea agredir un comercio no me parece bien porque tenemos las herramientas, vía la Agència Catalana del Consum, para quejarnos de cuando no nos han atendido en catalán, sin necesidad de agredir, sin pintar paredes, ni poner pegatinas”, ha defendido Margarida ante el micrófono de Crónica Global.

La mujer, que se ha acercado expresamente a ver si, efectivamente, ya se habían limpiado las pintadas de las persianas y los adhesivos que alguien había pegado en el letrero, ha señalado que existen alternativas dentro de la administración catalana para quien quiera denunciar una supuesta injusticia lingüística, como la que dice haber sufrido la pareja que originó el conflicto en el establecimiento en cuestión.

"Hay que ser empático"

Juan, que suele pasar por delante de esta esquina que conforman las calles Torrent de l’Olla y Vallfogona cuando pasea al perro, señala que “no hace falta llegar a estos extremos y hay que poder ser empático con los demás”. Se refiere a las dos partes del conflicto.

Una de las pintadas en Dellaostia, la heladería acosada por la lengua

Una de las pintadas en Dellaostia, la heladería acosada por la lengua CG

Piensa que, “si alguien viene a Barcelona, lo que tiene que hacer es aprender catalán, sea de donde sea”. Pero también empatiza con el que todavía no ha dado el paso de hablar esta lengua: “Si te dice que no lo entiende, pues responde en castellano, que no pasa nada”, apostilla.

"No resulta en nada bueno"

Margarida lamenta que, en Cataluña, este es el debate “de siempre”. Recuerda que hay dos lenguas que son oficiales en este territorio y defiende que “no se obliga a nadie a hablar en catalán” pero, como Juan, cree que “al menos, a entenderlo, sí”. Y subraya que esto se refiere especialmente a aquellos que quieran mantener un negocio y trabajar de cara al público.

Se añade a la conversación João, inmigrante brasileño que ha encontrado en Gràcia su nuevo hogar. Defiende la importancia de “hacer un poco el esfuerzo de saber un mínimo de catalán” y pone en valor el ejemplo de su pareja, que trabaja en una cafetería “y ella hace el intento de hablarlo un poco” con los clientes.

Tras haber vivido la llegada al poder de Jair Bolsonaro, quien dirigió el país sudamericano entre 2019 y 2023, el joven dice haber vivido este tipo de situaciones de confrontación social antes y, advierte, “no resulta en nada bueno”.

"Si no me gusta, me voy"

Con todo, Carlos apuesta por una solución más sencilla a toda esta polémica. Considera que no debería ser un problema prioritario, ni que este tenga el calado social que aparenta en las redes sociales: “Si yo voy a un sitio y no me gusta cómo me atienden, me voy a otro lado”, sentencia.

En vez de eso, una situación tan habitual en Cataluña como que dos personas en una misma conversación se sientan más cómodas con dos lenguas distintas -aunque seguramente entiendan tanto el catalán como el castellano-, ha generado un debate que acumula miles de mensajes en redes sociales, degenerando en una llamada al boicot del negocio. Cuatro días después de los hechos, se han acumulado casi un millar de nuevas reseñas negativas en Google y se ha vandalizado el local.