Dos meses y medio después de las elecciones autonómicas que auparon al PSC y hundieron a ERC, Cataluña se encamina hacia la formación de un Govern liderado por Salvador Illa con el apoyo de la bancada republicana. La investidura del primer secretario de los socialistas catalanes avanza por el buen camino, aunque antes deberá superar la siempre impredecible votación de las bases de Esquerra. Eso será el próximo viernes, 2 de agosto, cuando la militancia podrá emitir su veredicto de manera tanto presencial como telemática.
Hasta entonces, la cúpula de ERC tiene tiempo para seducir a sus bases y venderles el "paso de gigante en materia de soberanía fiscal" que dice haberle sacado a los socialistas, tanto en Cataluña (PSC) como en Madrid (PSOE), donde ambos partidos ya son sus socios. Para ello, la secretaria general, Marta Rovira, se personará finalmente en las asambleas territoriales, tras un primer avance telemático con la militancia, aunque habrá que ver cómo afectarán las vacaciones y la ola de calor a su llamada, y si de este modo será capaz de persuadir a sus cerca de 8.700 afiliados.
Las cuatro "carpetas"
En esas presentaciones, Rovira expondrá los cuatro acuerdos o carpetas pactados con los socialistas, que son la resolución del "conflicto político", políticas republicanas, un nuevo impulso catalán (que ERC define como "la llave de la nación") y una "financiación singular" o "concierto económico" (que la portavoz republicana, Raquel Sans, se anima a definir como tener "la llave de la caja"); esto es, que, a medio plazo, Cataluña recaude y gestione "el 100% de los impuestos".
Las tres primeras carpetas no deberían ser un impedimento, pero la última de ellas, "la llave de la caja", genera más controversias, pues lo prometido por ERC este lunes se aleja de lo que ha venido manteniendo Illa en las últimas semanas: mejor financiación para Cataluña, sí, pero sin romper la unidad de caja. En otras palabras, todas las partes coinciden en que hay que actualizar el sistema de financiación, aunque los entendidos recuerdan que hacerlo a toda prisa, con motivo de una investidura, acarrea el riesgo de aumentar la desigualdad y la insolidaridad.
La Lofca
Por el momento, los republicanos han vendido un acuerdo de máximos, ante el silencio del PSC, en el que aseguran que el pacto de "concierto económico" supone en la práctica que Cataluña saldrá de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (Lofca) y que, por lo tanto, gestionará, liquidará, recaudará e inspeccionará todos los impuestos, empezando por el IRPF a partir de 2026. Esta es una condición asumible en el marco actual; de hecho, las comunidades ya gestionan la mitad de este impuesto y el del IVA desde 2009, cuando el Estado aumentó la cesión a las autonomías del 33% de entonces al 50% actual.
En relación con el resto de los impuestos, hay que ver cómo se lograría el encaje, aunque todo apunta a que las delegaciones territoriales de Hacienda se transferirán a la Generalitat y que los funcionarios del Estado pasarán a ser trabajadores del nuevo consorcio tributario surgido de esta negociación, integrado por las dos Administraciones, central y autonómica. Sea como sea, estas modificaciones requieren de una mayoría en el Congreso, más allá del compromiso del PSC y el PSOE. Se da la circunstancia de que Illa sería el primer beneficiario como gestor de cualquier avance en materia de financiación.
Junqueras, siempre presente
De todo ello se habló el lunes en la interminable reunión en la calle Calàbria de Barcelona, que comenzó a las 09.30 y terminó pasadas las siete de la tarde. Un encuentro en el que la cúpula de ERC expuso el estado de las negociaciones con el PSC, que se habían estancado en los últimos días, y en donde se aprovechó también para tratar de enterrar el hacha de guerra entre las diferentes familias del partido, especialmente partido (valga la redundancia) a raíz de los actos de falsa bandera contra los Maragall y el expresidente republicano Oriol Junqueras.
Y precisamente Junqueras, una de las almas de ERC, fue el gran ausente de la reunión, pues no ostenta cargo alguno tras la dimisión como presidente, a la espera de su reelección en el congreso de noviembre. De hecho, parte con ventaja en esa convención, dado que acaba de presentar un manifiesto con más de 2.000 apoyos, sin olvidar que es el gran muñidor del pacto con los socialistas que, aunque no los tiene en la mejor de sus consideraciones, sabe que con ellos puede mantener ciertas cuotas de poder más allá del ámbito local.
Puigdemont y Llach calientan la investidura
Junqueras cuenta con el apoyo de la Esquerra metropolitana, que asimismo está hastiada de un Carles Puigdemont al que ve como un defensor de causas personales, pero que no aporta nada, ni siquiera para la independencia. En eso coinciden los republicanos con Sílvia Orriols (Aliança Catalana), quien se pregunta si hay alguien que piense más allá de en sí mismo o del partido. Y, en efecto, Puigdemont (y Junts) ya ha dicho que harán todo lo posible para desestabilizar y evitar la investidura de Illa. Incluso el presidente de la ANC, Lluís Llach, tratará de bloquear al nuevo president.
El mensaje de Puigdemont, aunque ha perdido toda credibilidad con sus innumerables promesas incumplidas de que regresará a Cataluña, sigue calando, en especial cuando se refiere al PSC como el partido del 155 y cuando dice que los socialistas engañarán a los republicanos. Sin olvidar que Junts tiene la llave de Madrid: puede forzar un adelanto electoral en cualquier momento. La realidad es que ERC está en una encrucijada y está en manos de las bases: perder la votación supondrá la práctica desaparición del partido.
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