Las negociaciones entre el PSC y ERC van por buen camino gracias a los avances sobre la financiación singular o el cumplimiento de otros acuerdos firmados en el pasado, como el traspaso de la infraestructura de la R1 a la Generalitat con fecha enero de 2025. En estos momentos, el principal obstáculo para un acuerdo de investidura son las amenazas del independentismo radical, por lo que ERC ha decidido acelerar las conversaciones para quitarse de encima a Carles Puigdemont.
La secretaria general, Marta Rovira, y el hasta ahora líder republicano, Oriol Junqueras, han llegado a un pacto de no agresión después de que el escándalo de los carteles contra los Maragall haya puesto en riesgo la reputación del partido ante la opinión pública, e incluso no se descarta un acuerdo entre ambos sectores para el congreso de noviembre para evitar que la sangre llegue al río.
"Si se habla del pacto, no se habla de la crisis de ERC"
“Si se habla del pacto, no se habla de la crisis de ERC”, es el convencimiento que existe en estos momentos entre cuadros afines a Rovira y Junqueras, que coinciden en la necesidad de llegar a un acuerdo de investidura para evitar un “suicidio” del partido en unas nuevas elecciones en octubre.
A partir de ahí, el objetivo es vender logros como reuniones “al más alto nivel” o una financiación para Cataluña a la altura de constituir un nuevo “espacio de soberanía”.
La ANC y los CDR 'calientan' el ambiente
Pero el camino hacia el acuerdo se ha convertido en una carrera de obstáculos. La Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha amenazado con agitar las calles si ERC decide investir a Salvador Illa. Por su parte, los durante los últimos años desaparecidos Comités de Defensa de la República (CDR) irrumpieron en la sede de ERC para intimidarles por sus negociaciones con el “candidato del 155”, en la línea del último tuit desesperado de Carles Puigdemont.
El fugado, a su vez, prepara un acto para calentar el ambiente y amenazar con un “regreso inminente” para el sábado 27 de julio, si bien el temor a un pinchazo en movilización de afiliados ha hecho bajar las previsiones iniciales de 5.000 asistentes a una cifra mucho más modesta.
ERC quiere "recuperar autoestima"
Si ERC ya ha aguantado críticas de “botifler” en grandes citas sociales como la Diada, el partido quiere evitar que Junts y sus satélites tengan “la sartén por el mango” y les marquen la agenda. El plan consiste en acelerar la investidura de Illa todo lo posible para volver a ser influyentes con la bandera de la financiación singular y “recuperar la autoestima” mientras Puigdemont inicia su “travesía del desierto”.
“La fecha ideal sería finales de julio”, afirman fuentes republicanas que desean que la consulta a la militancia sea un éxito a la par que se evita que Puigdemont “dé la lata” y genere nervios en los cuadros del partido. Así que el destino de Cataluña está en manos de que la dirección de ERC encuentre el equilibrio entre lograr el mejor acuerdo con los socialistas y esquivar las últimas balas del adversario que más ha presionado en los últimos meses por una repetición electoral: Carles Puigdemont.