La cuenta atrás hacia la convocatoria de una repetición electoral el próximo 13 de octubre avanza peligrosamente. De ahí que la secretaria general de ERC, Marta Rovira, haya avisado al PSC de que abandonarán la negociación si no hay un preacuerdo este mes de julio. Su objetivo: acelerar los plazos para que el pacto con los socialistas sea lo más indoloro posible mientras tanto ella como Oriol Junqueras hacen campaña soterrada entre la militancia para que vote sí a la investidura de Salvador Illa.
El tono de Rovira ha sonado a amenaza, pero la realidad es que las negociaciones entre ambos partidos van por buen camino. La financiación singular se ha convertido en el salvoconducto para que los republicanos apoyen la investidura de Illa y, además, le permite seguir haciendo una oposición útil desde el Congreso de los Diputados y el Parlament para remontar el partido en los próximos años.
"Hay que convencer a la militancia"
A pesar de que ERC está inmersa en una guerra interna entre los partidarios de Rovira y los junqueristas, ambos reconocen en privado que ir a nuevas elecciones en otoño es un “suicidio” que vale la pena evitar a toda costa. Aunque sea entregando la presidencia de la Generalitat a uno de sus principales adversarios políticos: Salvador Illa.
El problema reside en que el voto a favor de su investidura genera “malestar” entre algunos sectores de la militancia. Especialmente, entre el perfil de los “jubilados” que hacen “ruido” en las agrupaciones y los “jóvenes” que hacen lo propio en las redes sociales. “Los contrarios al acuerdo tienen poca cosa que hacer, pero hay que convencer a la militancia”, admiten fuentes de Esquerra.
Aprovechan la debilidad de Puigdemont
Estas voces aseguran que, tanto Rovira como Junqueras, hacen campaña soterrada en lugar de defender el sí públicamente y de manera contundente para no poner en guardia al fugado Carles Puigdemont y a la Assemblea Nacional Catalana (ANC), pero el miedo es “cada vez menor”, reconocen.
La entidad independentista pinchó en su manifestación contra los jueces el pasado sábado y Puigdemont “tiene miedo” de que le pase lo mismo en su acto del 27 de julio, valoran fuentes republicanas, que coinciden en que el líder de Junts “no está tan fuerte” como lo estaba antes de los comicios del 12 de mayo.
Es, por tanto, el momento para acelerar las negociaciones con el PSC y “ablandar” a la militancia ante la consulta que tendrá lugar en ERC.
"Un pacto de 'no agresión'"
Dirigentes y cuadros favorables al pacto de investidura recuerdan que una gran parte de ERC “tiene cargos públicos o aspira a tenerlos” y que, pese al ruido, la decisión que tomen Rovira y Junqueras será la que tome la militancia. “Una de las virtudes que se le debe reconocer a Junqueras es la de hacer un partido asambleario, pero de forma ordenada”, expresan.
Además, aseguran que, en estos momentos, tanto él como la secretaria general tienen un “pacto de no agresión” para no romper el partido en dos a varios meses vista del congreso, que tendrá lugar el 30 de noviembre. Lo cual hace que la investidura de Illa “esté más cerca que hace un mes”.
La provincia de Lleida, crucial
Ambos son conscientes de que existen algunos focos de conflicto como la provincia de Lleida, cuya militancia se ha posicionado públicamente en contra de un acuerdo con PSC. Sin embargo, fuentes de la formación aseguran que son más reticentes porque “hay más afiliados sin cargos”, por lo que “siempre van a la contra”.
En cambio, Barcelona y Tarragona tienen un peso decisivo y su militancia empieza a ser consciente de que no apoyar a Salvador Illa puede suponer un tiro en el pie en el mes de octubre.