Esquerra Republicana se encuentra en la situación de mayor debilidad de su historia reciente. Tanto es así que han renunciado a la presidencia del Parlament que les ofrecía el PSC para, en su lugar, convertir en segunda autoridad de Cataluña al número tres de la lista de Junts el pasado 12 de mayo: Josep Rull.
Un movimiento marcado por los complejos de la formación a la hora de ir acercando posiciones con los socialistas, con quienes ya tienen pactos en Madrid y en la mayoría de Administraciones en Cataluña, pero también por la necesidad de blanquearse al allanar el camino a una investidura de Puigdemont. No obstante, su debilidad alargará la agonía de los catalanes que demandan respuestas a los problemas reales.
El temor de ser tildados de 'botiflers'
En estos momentos, el temor que guía los movimientos de ERC es ser tildados de botiflers por el resto de partidos independentistas y por las antaño más influyentes asociaciones por la secesión de Cataluña, como la Assemblea Nacional Catalana (ANC) u Òmnium Cultural.
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No obstante, existe un temor aún mayor: una repetición electoral que en estos momentos no está descartada, pero que los republicanos evitarían con una investidura in extremis del candidato del PSC Salvador Illa si es necesario. “ERC no va a suicidarse en unas segundas elecciones”, aseguran fuentes del partido a Crónica Global.
A partir de aquí, está previsto que el lunes 17 de junio Rull inicie la ronda de contactos y que el 25 de junio pueda celebrarse el primer pleno de investidura. La obsesión de Carles Puigdemont hasta ahora era ser el primero en pronunciar su discurso, si bien los plazos de la ley de amnistía podrían propiciar un cambio de necesidades.
Puigdemont no será 'president'
En este sentido, las últimas declaraciones de dirigentes como Jordi Turull apuntan a que Junts está interesada en que Illa sea el primer candidato en salir a la palestra, lo que pondría en aprietos a ERC. “Una cosa es apoyar a Illa como último recurso y otra muy distinta a las primeras de cambio y antes de que Puigdemont haya podido presentar su candidatura”, advierten voces parlamentarias a este medio, asegurando que los republicanos no quieren asumir el riesgo de “no haber intentado una investidura independentista”.
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Si este escenario se cumple e Illa se presenta a la investidura antes que el fugado, salvo sorpresas, este primer pleno podría ser un revés para el candidato socialista, que no contaría con los apoyos necesarios ante el “pánico” de ERC.
El siguiente paso sería una investidura del siguiente candidato con más escaños, Puigdemont, que podría haber tenido tiempo para presentarse en Cataluña y pronunciar un discurso con el que tampoco obtendrá luz verde en el Parlament. El PSC ya ha dicho que no se abstendrá para que sea president, con Salvador Illa llegando a pronunciarlo en distintos idiomas en las últimas horas.
A la tercera podría ir a la vencida
Una vez fracasada la investidura de Puigdemont, a la tercera podría ir a la vencida con un nuevo discurso de Illa en el pleno, pero existen algunos riesgos. Principalmente, que Rull podría interferir para impedirlo como presidente del Parlament. Según las fuentes consultadas, Rull es "un fiel escudero de Puigdemont y Turull" y tendría la “tentación” de impedir que el socialista haga un último intento. Pero también vaticinan que “no podrá aguantar la presión” y tendrá que “aplicar el reglamento” de la Cámara.
Será en ese momento cuando Illa podría salir investido. “ERC, a la primera, no votará a Illa, querrán seguir haciendo un desgaste absurdo”, reconocen algunas fuentes que se muestran convencidas también de que los republicanos pactarán “medallas tangibles” como la financiación singular o cargos en el sottogoverno de la Administración, Rodalies o el Puerto de Barcelona.
Un juego de equilibrios complicado
En definitiva, pactarían medidas que puedan vender a su electorado para reflejar que siguen siendo útiles en la política catalana aún con 20 diputados, así como cobijo para sus altos cargos con el objetivo de garantizar cierta tranquilidad interna en el partido. La dificultad radicará en encontrar el equilibrio entre no ponerle las cosas fáciles a Salvador Illa para evitar ser acusados de traidores, a la par que evitan la repetición electoral.
En Junts son conscientes del juego que pretende ERC, y es por ello que intentan que sea el líder del PSC quien se someta primero a votación para aumentar la presión sobre los republicanos. No obstante, casi con toda seguridad, los “complejos” de ERC evitarán que el 25 de junio Cataluña pueda tener un nuevo president.
Lo que pase después dependerá de los intereses personales de Puigdemont y los calendarios de la amnistía.