Pere Aragonès es consciente de que tiene muy difícil conservar la presidencia de la Generalitat tras las elecciones catalanas del 12 de mayo. Por ello, no ha dudado en realizar una purga de consellers en las listas de ERC. El objetivo es doble: soltar lastre tras un mandato de pura gestión que no le ha dado los réditos electorales deseados y, no menos importante, blindarse con candidatos de confianza y perfiles duros para activar una guerra total contra Carles Puigdemont.
La campaña personalista del fugado tiene posibilidades de acabar atrayendo toda la atención entre el electorado independentista y apear a los republicanos de su posición hegemónica, por lo que el diseño de una lista electoral para “tiempos difíciles”, según fuentes de ERC, era un objetivo primordial para Aragonès.
Los consejeros que "no suman"
La continuidad como número dos de la recién ascendida a vicepresidenta, Laura Vilagrà, estaba asegurada. Junto al viceconseller de Estrategia y Comunicación, Sergi Sabrià, lidera una guardia pretoriana que ha permitido a Aragonès sobrevivir a un mandato en minoría y al abrazo del oso del PSC y los comunes, que han proporcionado apoyo parlamentario al Govern hasta que ha fracasado con la negociación de los presupuestos de 2024. Vilagrà y Sabrià --figuras clave de la legislatura-- seguirán siendo los dos grandes puntales de la campaña, pero Aragonès no ha tenido miramientos en prescindir de consellers que “no suman” para la batalla electoral con los neoconvergentes.
Es el caso del responsable de la cartera de Empresa y Trabajo, Roger Torrent, que no ha sido invitado a las listas de los republicanos. Algunas fuentes, muy críticas con el aún conseller, lo celebran. “Es un político mediocre”, sentencian tras una decisión del president que no les ha sorprendido. Reivindican la necesidad de “savia nueva” y consideran que Torrent, que "quiso impedir" la investidura del prófugo, no es el perfil adecuado para confrontar contra alguien que sube día tras día en las encuestas.
Tienen una opinión diferente del caso de la consejera de Educación y el de Universidades, Anna Simó y Joaquim Nadal, respectivamente. Las mismas voces aseguran que son personas “respetadas” y “coherentes” que han decidido “retirarse” porque saben que se avecina una etapa de máxima tensión y confrontación entre los propios independentistas. En el caso de Nadal, ocupará el simbólico último puesto por Girona.
Perfiles 'duros'
Al margen de los “intocables” Vilagrà y Sabrià, la continuidad de Ester Capella (consellera de Territorio), Joan Ignasi Elena (Interior) y Carles Campuzano (Derechos Sociales) es vista como “lógica” por fuentes de ERC. La primera, por ser una política “hábil” tanto dentro como fuera del partido y por sus galones tras haber negociado cuestiones estratégicas como el traspaso de Rodalies. Elena, por tener “contactos privilegiados” propios de alguien a quien definen como “señor de las tinieblas”. Y Campuzano por razones similares, le reconocen un “estilo” propio de Ferran Mascarell y la “utilidad” de sus relaciones con el mundo convergente.
Pero, na vez superado el diseño de las listas de ERC, Aragonès sigue en la encrucijada. Buscando un espacio en la campaña para evitar fugas de votantes seducidos por la retórica independentista de Puigdemont y la apuesta por las “cosas del comer” del PSC de Salvador Illa.
Aragonès, 'atrapado' entre Junts y PSC
De momento, parece que Aragonès se ha concentrado en evitar el sorpaso de Junts en las elecciones, poniendo sobre la mesa en los primeros días de la precampaña un modelo de financiación singular que no deja de ser un refrito del de Artur Mas; el siempre reivindicado referéndum a la escocesa y, como última novedad, una conselleria de nueva creación específica para el catalán en el caso de que sea reelegido. Tres iniciativas --financiación, referéndum y lengua-- con las que darle la vuelta a unas encuestas que no han empezado favorables para los republicanos.
Cabe destacar que estas propuestas han despertado las dudas de propios y extraños. Fuentes republicanas y de los partidos rivales creen que estos anuncios pueden acabar provocando un efecto sándwich, con Aragonès atrapado entre los discursos de Puigdemont e Illa. Es decir, que sus medidas estrella pueden “alimentar” las campañas más radicales del fugado, la ultra Sílvia Orriols o Jordi Graupera y Clara Ponsatí, así como “desencantar” a los votantes más sensatos que piden respuesta a los problemas de Cataluña, y podrían acabar en la abstención o votando al PSC.
Ahora, habrá que ver si Aragonès, blindado con una lista para “resistir”, es capaz de vencer estos malos augurios.