Puigdemont afronta la negociación con Sánchez marcado por sus propios radicales
En los últimos días, varios de sus fieles han criticado el cambio de estrategia del prófugo, que pasó de poner la amnistía como condición 'sine qua non' para empezar a dialogar a suavizar el tono con los socialistas
5 octubre, 2023 23:30Noticias relacionadas
Carles Puigdemont se encuentra en una encrucijada mucho más difícil de lo que se pensaba hasta hace unas semanas. Su viraje en las negociaciones con el PSOE para la investidura ha sido disimulado, pero igualmente ha generado ampollas entre las voces más radicales tanto de su organización, Junts, como de esta especie de guarda de corps que empezó a crear él mismo desde que se instaló en Waterloo para huír de la justicia y se convirtió en eurodiputado, un cargo que aspiraría a repetir en las próximas elecciones comunitarias.
El expresident de la Generalitat fugado ha pasado de ser adalid de la política de la confrontación, de no querer pactar nada con Pedro Sánchez y de haber instigado a su partido para abandonar el Govern, a un posicionamiento y discurso más pragmático, más proclive al acuerdo y menos de trinchera. Fuentes de su entorno señalan que este viraje se justifica en la pretensión de "arreglar las cosas" a la gente de su formación además de propiciar su retorno. Es decir, buscar una solución para los que tienen causas abiertas relacionadas con el procés.
Pero esto ha generado que, en los últimos días, varios de sus fieles hayan criticado el cambio de estrategia del prófugo, que pasó de poner la amnistía como condición sine qua non para empezar a dialogar a suavizar el tono con los socialistas para evitar una repetición electoral. Y es que estos comicios darían una segunda oportunidad para que se conformaran alternativas al autodenominado gobierno progresista en España que impedirían a Puigdemont regresar a España sin ser juzgado, primero, y que tampoco dejaría que los condenados y encausados empezaran de cero.
Cuestionado por su propio 'chiringuito'
Los últimos en poner palos en las ruedas han sido los miembros del Consell de la República. Si bien se trata de un ente sin ningún tipo de poder real y efectivo en Cataluña, sí es cierto que goza de un cierto poder simbólico en el espectro independentista. Un chiringuito creado por él mismo desde Bruselas con el objetivo de subsistir políticamente y gozar de cierta influencia en la opinión pública más indepe a partir de su fuga. El pasado miércoles, las bases del CxR anunciaron una consulta entre los días 17 y 23 de octubre para decidir si Junts y ERC deben “bloquear las negociaciones” para la reelección de Sánchez, poniendo en un aprieto al expresident.
De forma paradójica, estos días Puigdemont contempla cómo después de llevar años alimentando las tesis más radicales y contrarias al diálogo con el Estado, ahora este discurso se le puede girar en contra en un momento clave para su regreso. Tan delicada es su situación que ha tenido que recurrir al propio Jordi Pujol para que se moje públicamente, aconsejando éste "no caer en la candidez" al negociar la investidura. Pero los adversarios de Puigdemont ya advierten del riesgo real de que acabe tomando de su propia medicina al negociar la amnistía.
Este no es el único frente que Puigdemont tiene abierto estos días. Otra de las que se le han rebotado es la exconsejera de Educación y eurodiputada Clara Ponsatí, conocida por soflamas como "de Madrid al cielo", en la que se mofaba de los muertos por coronavirus en la capital. En una entrevista en Vilaweb, Ponsatí criticó el cambio de tono de Puigdemont en las últimas semanas. El 5 de septiembre, en una conferencia desde Bruselas, el prófugo fue quien abrió el melón de la amnistía como condición indispensable para negociar. Hasta tal punto que esta medida de gracia se tomaba como una suerte de pago por adelantado que tenía que producirse sí o sí antes de la investidura del candidato.
Un discurso muy distinto al que pronunció en los actos del 1-O, donde no mencionó la palabra amnistía y se posicionó como menos radical que el propio Pere Aragonès (ERC), que exige el referéndum de "autodeterminación" para purgar las críticas de blando que viene sufriendo en los últimos años. Además, se da la circunstancia de que si bien la amnistía permitiría regresar a figuras relevantes de su partido, el republicano gana poco -o nada- con el retorno político de Puigdemont.
Una cuarta lista 'indepe'
No cabe duda de que pronunciamientos como los de Ponsatí y Aragonès hacen mella en Puigdemont y en Junts, un partido que ya no tiene la implantación territorial que tenía hace unos años tras la salida del Govern de la Generalitat y de la Diputación de Barcelona. La necesidad de recuperar el Govern en 2025 es vital para los neoconvergentes y, por ello, buena parte del cuidado que lleva el expresident estos días es en aras de que no le surja ningún nuevo competidor en las elecciones autonómicas: una cuarta lista independentista que podría robarle muchos votos, aunque también les permitiría soltar lastre y quitarse de encima a los perfiles más radicales que no le dejan hacer de convergentes.
Los rumores esparcidos antes y después de la Diada apuntan a la posibilidad de una lista engrosada por las personalidades más radicales del independentismo, hasta el punto de ser favorables a declarar unilateralmente la independencia una vez se otorgue la amnistía a los líderes del procés. Nombres como el de Clara Ponsatí están encima de la mesa para liderar esa "lista cívica".
Críticas a Salvador Illa
Acorralado por los suyos, Puigdemont también habrá de soportar la presión del PSC, cuyo primer secretario, Salvador Illa, llevará el peso de las negociaciones con los partidos catalanes. El jueves, dirigentes de Junts como Jordi Turull y el propio fugado advertían de que el socialista "nunca será un interlocutor válido". Y es que no cabe duda de que, hoy por hoy, a la formación no le interesa asumir como interlocutor a una persona que ha sido el impulsor del "diálogo" en Cataluña, que sigue acumulando capital político y que es un posible competidor en unas elecciones autonómicas como las que ya ganó en 2021.
Si bien el líder de los socialistas catalanes ultima los flecos de su viaje anual a Bruselas, no tiene previsto verse con Puigdemont y únicamente visitará la delegación de su partido en Europa.