De centenares de miles de personas a solo 4.500. El independentismo catalán ha suplido su declive con gestos y bravuconadas en el sexto aniversario del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 en Cataluña. El llamado brazo civil del secesionismo, antaño capaz de movilizar a decenas e incluso centenares de miles de personas, ha congregado a solo 4.500 hoy, según datos de la Guardia Urbana de Barcelona.
Los cuatro millares de personas, que han dejado semivacía la plaza Cataluña de Barcelona, se han complementado con los 250 miembro de los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR), que han marchado hasta la Comandancia de Zona de la Guardia Civil, donde no les han dejado pasar, pero han quemado banderas españolas. De este modo, el nacionalismo radical ha cerrado uno de sus días grandes sin apenas fuerza y ante la indiferencia de la mayoría de ciudadanos.
Discursos desafiantes
Pese al tono desbravado de las movilizaciones, los discursos de políticos y líderes civiles han tratado de ser de alto voltaje. Carles Puigdemont, expresident huido de la Generalitat de Cataluña, ha cargado contra la "paz autonómica" doce meses después de que Junts, su partido, abandonara el Govern.
El fugado, protagonista por los siete votos decisivos de los neoconvergentes en el Congreso de Diputados de cara a una investidura del presidente en funciones Pedro Sánchez (PSC), ha tenido que apelar a la "fe" para convencer a una plaza Cataluña apenas medio llena de que la secesión es posible.
Dolors Feliu, agresiva
Con más decibelios emocionales si cabe, la presidenta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Dolors Feliu, ha emulado sus propias palabras del mitin de la mañana y ha emplazado a "declarar la independencia el mismo día que se apruebe la ley de amnistía en el Congreso".
Desafiante, Feliu ha avisado a ERC, Junts y CUP de que "deben convocar elecciones" si no osan proclamar la separación unilateral desde el Parlament. Por la mañana, la misma dirigente y funcionaria de la Generalitat había reivindicado la violencia feroz de los Comités de Defensa de la República (CDR) en la plaza Urquinaona en 2019, jugando incluso con un contenedor quemado en el escenario.
Òmnium, silbado
Mucho más comedido, Xavier Antich, de Òmnium Cultural, ha recibido algunos silbidos durante su intervención en el acto central de la tarde. Emulan los abucheos que recibieron varios políticos en la Diada de Cataluña de 2021 y los que encajó Carme Forcadell, expresidenta del Parlament, en la misma efeméride en 2022.
Sobreponiéndose a los abucheos, Antich hizo un llamamiento a la unidad del soberanismo político y civil.
Aragonès apunta a máximos
Horas antes, el presidente catalán Pere Aragonès (ERC) había insistido en la idea de pactar un referéndum de independencia con el Gobierno para que el independentismo político apoye la reelección del presidente en funciones, Pedro Sánchez. Se trata de una idea ya pronunciada por otros líderes republicanos en las últimas semanas.
Y un concepto remachado por la propuesta de resolución aprobada por la propia ERC y Junts en el debate de política general en el Parlament la semana pasada. Texto que citaba la amnistía y un referéndum como condiciones para la investidura y que sentó mal en Moncloa, como explicó El Español.
Las negociaciones, tocadas, superan el 1-O
Negro sobre blanco, el independentismo catalán ha firmado un sexto aniversario del 1-O de alto voltaje en los mensajes, pero con escasa presencia en la calle, como vaticinó Crónica Global que sucedería. La cita en el calendario ha contribuido a erosionar las negociaciones entre partidos independentistas y PSOE para una eventual investidura de Sánchez, pero no las ha hecho descarrilar.
Es el mensaje intramuros que transmitió el primer secretario del PSC, Salvador Illa, en el consejo nacional del PSC celebrado el sábado. El dirigente constató que la resolución del Parlament y la nueva exigencia de un referéndum por parte del secesionismo obstaculizan la negociación en el Congreso, acercando la posibilidad de una repetición de las elecciones generales el próximo enero. Pero no rompen los contactos discretos, que continúan.