El acuerdo al que se llegue con los independentistas para la investidura de Pedro Sánchez debe ser "dentro del marco de la Constitución". Ese es el discurso que, en las últimas semanas, los dirigentes del PSC han pronunciado, a la espera de que el PSOE decida cómo articular la medida de gracia a los líderes del procés. Por el momento, el único movimiento que han hecho los de Salvador Illa ha sido anunciar su voto en contra de las propuestas de resolución de ERC, Junts y la CUP sobre la amnistía y el referéndum de "autodeterminación". Y también poner pie en pared con un comunicado conjunto del PSOE y PSC avisando de que no van a contribuir "a la división de la sociedad catalana". "Por este camino no hay recorrido", dice el texto.
Las declaraciones públicas del líder de la oposición en Cataluña han evidenciado la máxima prudencia de los socialistas catalanes en esta cuestión, al menos hasta que finalice la investidura -casi seguro, fallida- del candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, que este viernes se somete a la segunda votación en el Congreso.
El PSC no se entrega a la improvisación
Desde el PSC son conscientes de que la presión se va a redoblar sobre ellos una vez Feijóo fracase, aunque apuestan por mantener el aplomo hasta que el PSOE se pronuncie, como una muestra más de lealtad al proyecto de Sánchez. Cabe recordar que el presidente del Gobierno en funciones mantiene una buena relación con los dirigentes del PSC, especialmente con Illa, que en los últimos años le ha dado noches de gloria electoral.
Si por algo se caracteriza el PSC es por no entregarse a la improvisación, a diferencia de unos partidos independentistas que modulan su discurso en función de la última noticia o los movimientos del adversario. Y es que los bandazos no son propios del liderazgo de un Salvador Illa que se ha esforzado por convertir al PSC en un partido previsible y lo más coherente posible. Por ello evita ahora mojarse en polémicas como la amnistía hasta vislumbrar cómo van a desarrollarse los acontecimientos en el Congreso, y poder así continuar con una estrategia que le ha llevado a consolidarse como partido de la oposición frente a un independentismo cada vez más débil.
Sánchez mide los tiempos
Pero al PSC tampoco se le escapa que, en política, el contexto es fundamental. Más aún en Cataluña, donde los cambios de escenario son constantes y pueden alterar la correlación de fuerzas hasta el punto de que Junts perdió de un día para otro la hegemonía dentro del espacio independentista y Ciudadanos pasó de ganar las elecciones a ser irrelevantes dentro del espectro constitucionalista. Conocedores de la historia reciente de Cataluña, los socialistas caminan con pies de plomo y apuestan por no arriesgar adelantándose en cuestiones tan delicadas como la amnistía.
No obstante, es un hecho que, a partir de este viernes, la excusa de la investidura de Feijóo ya no les sirve. En este momento la máxima es dar oxígeno a un Pedro Sánchez que quiere medir los tiempos para articular esta medida de gracia, de manera que sea mejor acogida en términos de opinión pública y ninguna declaración ponga en riesgo la investidura y genere fugas de voto en caso de repetición electoral.
Los bandazos de los 'indepes'
Ante esta estrategia del PSC, los independentistas siguen peleándose entre ellos. El pasado miércoles en el Parlament, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el portavoz de Junts, Albert Batet, compitieron por ver quién pone un precio más alto a la investidura de Sánchez. Un rifirrafe que parchearon ayer, cuando republicanos y posconvergentes acabaron pactando una resolución para condicionarla a la concesión de la amnistía y avanzar hacia el referéndum de "autodeterminación".
Incrementan de este modo la presión al PSOE para facilitar el inicio de una nueva legislatura en el país. Desde el socialismo catalán, sentencian rápido cuál será la consecuencia más probable de este movimiento. Consideran que, de tanta tensión, la cuerda se romperá. O, lo que es lo mismo, se volverá a las urnas.