El movimiento independentista pierde fuelle tanto en el plano electoral como en sus movilizaciones. A pesar del papel decisivo de sus partidos para formar nuevo Gobierno en España, éstos no paran de perder votos -300.000 en las pasadas elecciones municipales, y 600.000 en las generales- y apoyo en la calle. Este último punto se ha vuelto a constatar hoy lunes en la manifestación barcelonesa de la Diada, festividad autonómica convertida desde hace una década en fecha de reivindicación de los simpatizantes secesionistas. Y es que, a pesar de tratarse de la primera de la era pospandemia, su afluencia quedó lejos de la de otros años anteriores a la misma: 115.000 personas, según la Guardia Urbana. Parte de ellas, procedentes de diversos puntos de Cataluña en los 200 autobuses fletados por los organizadores.
Atrás quedan cifras como las de 2019, cuando la movilización organizada por entidades ultranacionalistas como la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium o el Consell de la República del fugado Puigdemont congregó a 600.000 manifestantes, según la misma Guardia Urbana. Por no hablar de los guarismos superiores al millón de personas que esta misma fuente le otorgaba en 2012 y hasta 2017, aunque desde la Delegación del Gobierno solían rebajar esa cifra a aproximadamente la mitad. Ya el año pasado -aún con el Covid como trasfondo-, apenas acudieron 150.000 seguidores.
Cuatro cabeceras
En esta ocasión, la movilización contó con cuatro cabeceras distintas, que confluyeron al final en la Plaza de España -bautizada por los radicales como "1 de octubre", en alusión al referéndum ilegal y unilateral de 2017-: las llamadas "columnas" de la "libertad", el "país", la "lengua" y la "soberanía", que partieron, respectivamente, desde la Ciudad de la Justicia, la Estación de Sants, la Escola Proa y la plaza Letamendi -en la cual se dieron cita, ante la delegación de Hacienda, los principales dirigentes de Junts-.
La actualidad política estuvo muy presente como trasfondo en toda la marcha. No en vano, desde la ANC llevan semanas haciendo llamamientos a echar por tierra cualquier apoyo a la investidura de un nuevo Gobierno en España y a proclamar la secesión del territorio de forma inmediata dando por válido el resultado del referéndum ilegal del 1-O. Consignas muy del agrado de sus cada vez menos simpatizantes.
"Puigdemont, nuestro presidente"
Si algo quedó claro también fue la influencia que el expresidente de la Generalitat fugado, Carles Puigdemont, sigue ejerciendo sobre no pocos de ellos -si bien su partido, Junts per Catalunya, quedó quinto en las pasadas elecciones generales en la autonomía, con apenas un 11% de los votos, cifra similar a la de ERC-. Así, pudieron escucharse cánticos como "Puigdemont, nuestro presidente" y otros habituales como "independencia", "las calles serán siempre nuestras" o el himno autonómico Els Segadors.
Además de eso, también se vieron banderas estelades y pancartas con lemas como "los políticos hacen, los jueces deshacen", "Govern dimisión", "independencia o dimisión" o "Aragonès no hace nada", en línea con las críticas de la ANC a la estrategia negociadora del Ejecutivo de ERC con el Gobierno en funciones para lograr la amnistía de los condenados y encausados por el procés y un referéndum secesionista. Algo que a los más radicales les sabe a poco.
Laura Borràs: "La gente no quiere investidura, sino independencia"
Al igual que en los años anteriores, a la fiesta no faltaron los principales dirigentes de todos los partidos secesionistas. Empezando por los de ERC, con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y sus consellers a la cabeza. Y, cómo no, de Junts, con su secretario general, Jordi Turull, o su presidenta, Laura Borràs -condenada por corrupción y pendiente de recurso-, quien no dudó en proferir soflamas como "la gente no quiere investidura, sino independencia".
No ocurrió lo mismo, en cambio, con el presidente de ERC, Oriol Junqueras -habitual destinatario en los últimos años de las críticas de los radicales indepes-, que se ausentó de la cita asegurando estar contagiado de Covid.
Lema medieval
Una vez llegados al punto final de la manifestación, en la plaza de España, las cuatro pancartas de cada una de las cabeceras se juntaron y, al girarlas, se formó un mosaico con la leyenda "Per la indepèndencia, via fora".
El lema de la movilización de este año era, precisamente, ese "via fora", un supuesto grito de alarma en la Edad Media en territorios de la actual Cataluña.
El acto final, presentado por la escritora Iolanda Batallé y el exlíder de Podem Catalunya Albano-Dante Fachin, contará con las intervenciones del presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), Jordi Gaseni, el cantautor Lluís Llach en nombre del Consejo de la República, el presidente de Òmnium Cultural, Xavier Antich, y la presidenta de la ANC, Dolors Feliu