Cataluña vive un 15% más de presión en las urgencias de los centros de atención primaria (CAP) que la Comunidad de Madrid. La autonomía catalana presenta una menor frecuentación urgente en hospitales, pero lidia con más ingresos y tiene una alta por paciente mucho más cara que la región que gobierna Isabel Díaz Ayuso: un 20% más.
Son datos que figuran en el último informe anual del Sistema Nacional de Salud (SNS), el de 2021 [leer aquí], y que matizan algunas ideas preconcebidas en las comparativas de los sistemas sanitarios en España. Según las cifras del SNS, Cataluña soporta una mayor frecuentación de urgencias en atención primaria, de 0,5 visitas por paciente asignado y año, frente a las 0,2 de Madrid.
Más del triple de urgencias totales
Quizá por ello, el primer nivel asistencial catalán acaba procesando un volumen de pacientes gigantesco: 3,5 millones de urgencias al año, casi tres veces más que la comunidad que gobierna Díaz Ayuso pese a que la diferencia entre población entre ambos territorios no es del triple, sino solo un 13% más: 7,7 millones frente a 6,7 millones.
Globalmente, los ambulatorios de todo el país recibieron 29,7 millones de urgencias en 2021, con Andalucía (5,5 millones) como mayor contribuyente neto a ese dato.
Hospitales catalanes: menos urgencias, pero más ingresos y más caros
Hay otros números de relevancia. En urgencias hospitalarias, la autonomía central presenta más uso que Cataluña: 558 veces por cada 1.000 habitantes y año, un 16% más que las 466 admisiones por enfermo y ejercicio.
Eso sí, los centros sanitarios catalanes acaban atendiendo más hospitalizaciones: cerca de un 11% del total, por un 9% en la Comunidad de Madrid. Además, cada alta es más cara para el presupuesto público. Curar a cada paciente en un hospital de Cataluña cuesta de media 3.162,33 euros, por 2.507 euros en la región de la capital. La diferencia es notable: un 20% más por paciente.
“Somos víctimas de la cultura de la inmediatez”
Preguntada por estos datos, la doctora Maite Maza, portavoz de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), ha apuntado a dos factores. “Existe un consenso general de que los ambulatorios en España tienen deficiente cobertura, por lo que el paciente acaba yendo al hospital a que le resuelvan la dolencia”. A ello se le une un “aumento de la atención urgente en la fase dura de la pandemia, quizá del 10% o 15% fácilmente, y del 30% en algunas zonas del país”.
Estos factores complican la planificación sanitaria. “Los gestores lidian con la cultura de la inmediatez: las personas quieren una resolución aquí y ahora”. Frente a esta demanda no existen “fórmulas mágicas”, pero sí políticas que funcionan. “Hay que delimitar mejor las competencias y cartera de servicios de cada nivel asistencial. Que la gente sepa si ir al CAP o al hospital. Agilizar los procesos con el paciente y mejorar la comunicación, desburocratizando al médico”, prescribe Maza. Por último, la facultativa emplaza a las Administraciones públicas a “retener a los profesionales en territorio nacional por medio de mejores condiciones contractuales y laborales”.
“El CAP, mejores resultados para paciente y sistema”
Por su parte, la médico Meritxell Sánchez-Amat, presidenta del Fòrum Català d’Atenció Primària (Focap), critica la “hipertrofia de un sistema sanitario basado en unas urgencias sobredimensionadas” en Cataluña. Sánchez-Amat contrapone esta situación a “un sistema basado en una atención primaria fuerte y la longitudinalidad –visitar siempre al mismo médico de cabecera—”, ya que ello “reduce la mortalidad y los ingresos hospitalarios para el paciente y el coste global para toda la estructura sanitaria”.
La también médico de familia del CAP Besòs de Sant Adrià, junto a Barcelona, lamenta que “el sistema sanitario tenga falsas puertas de entrada, como el 061”, y se muestra partidaria de “construir una primaria fuerte con competencias acotadas, capacidad de resolución y más comunicación con la red hospitalaria”. Esta estrategia, subraya, precisa de “recursos públicos”, pero también de “comunicar mejor a la ciudadanía sobre la importancia de que su médico le conozca, y que debe ser él quien resuelva lo leve”, así como de “reforzar el trabajo de prevención” de patología con estilos de vida “más saludables”.