Un nuevo referéndum como revulsivo electoral. Lejos de aprovechar el músculo que otorga gobernar la Generalitat, ERC no despega en las encuestas de intención de voto en unas elecciones municipales decisivas para el independentismo. La mesa de diálogo con el Gobierno nació condenada al fracaso y sólo ha servido para potenciar a los socialistas, que han pasado a ser el referente de un sector empresarial catalán cansado de esperar el regreso de la antigua Convergència (CDC), sumergida todavía en las guerras intestinas de Junts per Catalunya.

Sin embargo, mientras los republicanos no logran remontar en los sondeos --dirigentes de este partido han confesado su inquietud a Crónica Global--, los neoconvergentes sí han conseguido rearmarse gracias al efecto Trias, expresión referida a la candidatura del exalcalde Xavier Trias por Barcelona, que acude a las municipales sin las siglas de su partido. Un cambio de rasante con réplicas en otros municipios catalanes donde Junts, a diferencia de Esquerra, aguanta bien --gracias a sus alianzas electorales con otros partidos de origen convergente como el PDECat--, e incluso no rechaza la idea de la sociovergencia.

Acuerdo de claridad y sequía

Ante este panorama, el president ha optado por arrancar el proceso que debe culminar en una propuesta de referéndum de independencia, que pasa por un acuerdo de claridad consensuado con los partidos afines al separatismo. Un regreso al discurso procesista que deja en segundo plano cuestiones más urgentes, como el de la sequía que azota Cataluña, donde a diferencia de esa nueva consulta, el presidente autonómico no ha buscado el consenso con el resto de formaciones.

Pero Carles Puigdemont, que todavía tiene predicamento entre el votante independentista, ya ha rechazado ese proyecto, el último cartucho de Aragonès ante unas futuras elecciones autonómicas --tocan en 2025-- que podrían adelantarse de nuevo, en función de los resultados de mayo.

Pasar del procés a la negociación logró aflorar la división de Junts, el eterno rival de Esquerra, mientras Aragonès ganaba tiempo para demostrar que su partido sabe gestionar sin perder su esencia secesionista. Pero ni la mesa de diálogo ha dado sus frutos, por la sencilla razón que el PSOE nunca aceptará el referéndum de independencia legal y acordado que plantea Aragonès, ni las perspectivas electorales son halagüeñas para ERC, que hasta ahora ha logrado acallar las batallas internas existentes en el partido, con tres dirigentes que no renuncian a controlarlo: el propio Aragonès, Oriol Junqueras y Marta Rovira.

La investigación de Marta Rovira

Pero la investigación de la Audiencia Nacional, que sitúa a la fugada Rovira como cerebro de Tsunami Democràtic, ha desestabilizado esos equilibrios en la cúpula de ERC y ha obligado a Aragonès a acelerar su desafío, incongruente según Puigdemont, quien ha recordado al dirigente de Esquerra que carece del consenso que sí tuvo el referéndum del 1 de octubre y la declaración unilateral de independencia (DUI).

Pese a ello, Pere Aragonès intenta darse una nueva oportunidad, administrando los tiempos de ese acuerdo de claridad para plantear una primera propuesta a principios de 2024. Por esas fechas ya se habrían celebrado las elecciones generales. Una victoria del PP daría al traste con ese proceso negociado de la consulta catalana, pero también allana el terreno a una reunificación del independentismo catalán. Aragonès se la juega a una sola carta, la del secesionismo, alejando la alternativa de un tripartito de izquierdas junto a comunes y PSC.

¿Sociovergencia?

Un tripartito que cobró fuerza tras el pacto de Aragonès con el partido de Salvador Illa y En Comú Podem para aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2023. Un pacto que rompía bloques y que apuntaló a los socialistas catalanes como referente del sector empresarial catalán. Un pacto, en definitiva, que daba una tregua a ERC, tras la salida de Junts del Govern, pero que no ha amortiguado la imagen de gobierno en minoría de los republicanos.

Por el contrario, los neoconvergentes sí parecen estar sacando rédito de su espantada, sumándose a los socialistas en proyectos que ERC rechaza como la ampliación del aeropuerto, el proyecto de Hard Rock o la construcción de la B-40 --una sociovergencia bien vista por sectores económicos y bien trabada en la cotizadísima Diputación de Barcelona, objeto de deseo de los republicanos--, mientras critican la sumisión republicana al "Estado opresor".

Las últimas noticias sobre la investigación de la secretaria general de ERC, Marta Rovira, a la que la Audiencia Nacional sitúa como líder de Tsunami Democràtic --plataforma que está detrás de los grandes disturbios protagonizados por el activismo independentista--, ponen el foco en esa “represión” que Aragonès viene denunciando mientras negocia con el Gobierno español. “Amnistía y referéndum” es el mantra al que se había sumado el president y que ahora recupera por motivos electorales.