Vicent Soler: "Es compatible la igualdad de las personas y la diversidad territorial"
El exconsejero de Hacienda de la Generalitat Valenciana cree que "el centralismo es ineficiente, aparte de insolidario", y apuesta por un sistema federal con suficiencia financiera para las autonomías
26 marzo, 2023 00:00El exconsejero de Hacienda de la Generalitat Valenciana y catedrático de Economía aplicada de la UV, Vicent Soler, considera que "el centralismo es ineficiente, aparte de insolidario", por lo que apuesta por un sistema federal que dote de una buena financiación a las comunidades autónomas, ya que son éstas las que sostienen el Estado del Bienestar.
Soler ha participado recientemente en Barcelona en un debate organizado por la plataforma Portes Obertes del Catalanisme titulado “Después del procés ¿qué?...¡Reformas!”.
--PREGUNTA: ¿Cuáles son las reformas más urgentes que necesita España?
--RESPUESTA: El procés había parado muchas cosas. Desde los poderes estatales se ha considerado que la situación no era para hacer prácticamente nada y, sin embargo, hay que hacer mucho, muchísimo. Y lo dice uno que no es catalán. Yo creo que la España que queremos la mayoría de la gente, al menos los que estamos fuera de la M50, es una España que reconozca su diversidad, pero no solo su diversidad lingüística y cultural, que también por supuesto, sino su propia concepción de la geoestrategia económica y política. Por ejemplo, sobre el sistema de articulación viario europeo, las cosas se ven de manera diferente en Valencia que en el Paseo de la Castellana. La España periférica se siente un poco incómoda en esta situación. Y, por lo tanto, yo puedo entender lo que el presidente Montilla dijo hace mucho tiempo, sobre esa desafección referida a Cataluña pero, en realidad, es una incomodidad para muchos lugares. Hay un tema de filosofía política. Hay que entender que España es un Estado compuesto, no es un Estado con una sola Administración, tiene tres niveles. Además ha cedido soberanía a Bruselas, pero esos tres niveles de Administración son iguales, legítimos, salen de unas urnas, tienen unas competencias. Tiene que haber una cultura federal, el respeto mutuo a las responsabilidades de cada nivel.
--¿Cómo se traduce ese respeto mutuo?
--Ese respeto mutuo pasa porque el dinero del contribuyente se reparta de acuerdo con las responsabilidades de cada nivel de Administración, vertical y también en horizontal. Este es un Estado que ya en el siglo XIX se construyó de la manera más jacobina posible. Solamente en la Primera República y, sobre todo, la Segunda República, se rompió todo eso. La Constitución, de hecho, quiso superar esta inercia, y, sin embargo, esa inercia continúa. Es muy importante el tema de la financiación, de la Administración local pero, sobre todo, de la autonómica que se ha hecho cargo de tres de los cuatro pilares básicos del Estado del Bienestar que afectan la vida cotidiana de las personas. Hablar de financiación de las medidas autónomas es hablar de la financiación del Estado del Bienestar. Hay que pensar que cuando el dinero sale del bolsillo del contribuyente, tiene que volver como servicio al contribuyente a través de quien toque, de quien tiene la responsabilidad, en este caso, insisto, las comunidades autónomas.
--En una jornadas organizadas por la Fundación Campalans, usted criticó el apego al 'status quo', la resistencia a cambiar por ejemplo el sistema de financiación autonómica. ¿Se puede avanzar?
--Se debe avanzar porque lo dice muy claro en el artículo 156 de la Constitución, del que nadie habla y que es muy importante. Habla de suficiencia y de solidaridad, de equidad entre todos los territorios españoles. Quiere decir que, como explica muchas veces el presidente Puig, es compatible la igualdad de las personas y la diversidad de los territorios. Ojalá que eso se dijese a nivel de Europa pero, como mínimo, a nivel español, decimos que estamos dispuestos a pagar a través de nuestros impuestos, pero de manera equitativa. Hay un concepto muy importante, que es el de población ajustada. Existe un principio de progresividad fiscal, pagar por renta y recibir por población, desde el punto de vista del territorio. No puede ser que haya comunidades autónomas que tengan un 30% más de financiación para hacer exactamente lo mismo que otras. ¿Dónde se sustancia este espíritu constitucional del artículo 156? No se sostiene.
--¿No se ha avanzado?
--En 2002, el señor Aznar lo hizo bastante mal cuando, por fin, todas las comunidades autónomas tenían las grandes competencias de sanidad y educación. El tema de la dependencia vino más tarde, con Rodríguez Zapatero, pero en 2002 ya se tenía información sobre cuál era el coste efectivo de la educación y la sanidad, y por tanto, cómo financiar de acuerdo con el coste efectivo que, obviamente, está vinculado a las personas. A partir de la Ley General de Sanidad de Ernest Lluch, sube la financiación a la sanidad, pero el sistema no se soluciona. Las comunidades autónomas que están mejor financiadas prefieren que no haya cambios. En 2009, Rodríguez Zapatero llega con ganas de cambiar las cosas, pero se encuentra con una dificultad enorme para cambiar el sistema. Mejora la financiación de las autonomías más perjudicadas, que son las del eje del Mediterráneo, desde Cataluña hasta Andalucía, pasando por Valencia y Murcia, pero no se cambia el sistema.
--¿En qué momento nos encontramos ahora?
--Con el Gobierno de Sánchez hay una gran esperanza. La ministra Montero, que ha sido mucho más valiente que el ministro Montoro, ha planteado ya un criterio de distribución territorial en base a la población ajustada. Ahora hay que ver cómo perfilamos el concepto, pero ya es importante. Ajustada porque no es lo mismo una comunidad que está envejecida que otra que no lo está, porque los gastos en sanidad o los gastos en dependencia no serían los mismos. Yo creo que estamos en condiciones de hacerlo, y de hacerlo bien. Y que nadie se preocupe, porque la posición que siempre hemos mantenido desde la Comunidad Valenciana, que somos los peor financiados de España, es decir que no queremos perjudicar a nadie. El conjunto de comunidades autónomas está mal financiado. El tema de la deuda acumulada es terrible. Si no te llegan los recursos per cápita, el gap se ha de “rellenar” con deuda. Eso en una situación absolutamente injusta, diría que es una anomalía democrática.
--En Cataluña, el borrador sobre el nuevo modelo de financiación autonómica donde se hablaba de población ajustada no gustó.
--A nosotros tampoco, pero el concepto sí. El concepto va por el buen camino. En el tema de la dispersión, que se planteaba en el borrador que había salido del ministerio, habían algunos aspectos que no cumplían el criterio de equidad, hay que pulirlo.
--¿Hasta qué punto es importante cambiar la financiación para prevenir otra situación de crisis, como tuvimos con la pandemia?
--La pandemia ha servido para mucho, por ejemplo, para poner en valor la cogobernanza, que estemos juntos y que todos participemos de decisiones, en el caso de la pandemia, dramáticas, que afectan incluso a derechos básicos de las personas, por una parte, la salud, por otra, la libertad de movimiento. Ha habido una cohesión en la toma de decisiones, gracias a la participación conjunta del Estado y de las comunidades autónomas. En el alto funcionario de Madrid, de la Administración Central hay una falta de percepción de que todas las Administraciones son igualmente legítimas y todas tienen responsabilidad. Y si lo hacen mal, hay unas cosa que se llaman las urnas y cada cuatro años las corrigen. Pero hay que depositar confianza en las Administraciones subestatales, porque si no, nos estamos haciendo trampas al solitario. Estamos en un Estado constitucional, compuesto de tres Administraciones, no hay una más lista que otra, todas son igual de listas, igual de torpes, igual de eficientes, igual de ineficientes, tienen los mismos vicios, heredados conjuntamente desde el siglo XI al siglo XX. Debemos mantener y alimentar una cierta lealtad mutua, una cultura federal. Un federalismo asimétrico porque no todas las autonomías tienen los mismos problemas ni las mismas características. Eso hace muchos años que lo decía Pasqual Maragall y eso lo hemos dicho desde Valencia
--Hay quien interpreta el federalismo asimétrico como la existencia de comunidades con más privilegios que otras.
–La asimetría tiene que ver con la realidad y la realidad es diversa. Si desde el Paseo de la Castellana no lo quieren ver, si creen que España es Madrid o Madrid es España, que diría alguien que todos conocemos, pues se equivocan, porque España es diversa, con problemas diversos, pero de todo tipo, insisto, no solamente son los identitarios, que también. Uno puede ser valenciano o catalán y puede ser español, lo que no puede ser es incompatible. Madrid debe entender la polifonía que oye desde los lugares diferentes, estaríamos todos mucho más cómodos y para eso hay que contribuir.
--Desde el Gobierno catalán se ha practicado la política de silla vacía, de ausencia en las reuniones de las comunidades autónomas.
--Hay que cogobernar, no hay que hacer lo de la silla vacía, sino al revés, implicarse para conseguir, obviamente, coparticipar en las decisiones y, evidentemente, protestar cuando sea necesario. Si aprendemos de las lecciones del pasado, podemos construir un futuro con muchas reformas. La Constitución se hizo en un momento difícil, cuando los miedos al retroceso, a la involución, estaban presentes. Aunque se sabía que la gran asignatura pendiente era romper con el centralismo, las inercias llevaron a que la reinterpretención posconstitucional no fuese viva en ese sentido y ha ido dando tumbos. Avanzando un poco más cuando la izquierda gobernaba. La involución tiene que ver con el nacionalismo español, pero yo hablo de igualdad de oportunidades. Lo que no puede ser es que Madrid sea una comunidad autónoma cualquiera, cuando tiene todas las rentas de la capitalidad. El 70% de los contratos estatales se hacen con empresas que tienen domicilios sociales en Madrid, allí hay más funcionarios estatales que toda la nómina de la provincia de Castellón. Todo eso es IVA, es IRPF, es tantísimas cosas… Y sobre todo, la cercanía al regulador, que es una cosa que los economistas entienden mucho. Alguien decidió que Madrid fuese la capital, no fue porque allí hubiera una mina de oro o un río navegable. Aquello fue una decisión política que tomó Felipe II y, a lo largo del tiempo, toda esa decisión política ha ido drenando de recursos y de oportunidades al resto. Por ejemplo, la radialidad que hay en todo, en los servicios de comunicaciones. Yo creo que hay algo de ideología nacionalista. Madrid es una ciudad intercontinental, pero ¿y el resto?
--¿Una reforma constitucional contribuiría a avanzar en ese sentido?
--Vamos a ver, si no se puede ni negociar el Consejo General del Poder Judicial… Intento ser lo más frío posible, pero está claro que cuando la derecha está en la oposición no facilita las cosas, la historia nos lo dice, pero efectivamente eso es necesario. También un plus de responsabilidad, tanto del Gobierno como de la oposición, para que esas cosas se arreglen. Se pueden dar muchos pasos antes de reformar la Constitución, por ejemplo, la reforma del sistema de financiación económico, que relajaría muchísimo la situación de tensión. Una tensión evidente. Hay autonomías como la mía que no pueden ir a los mercados financieros internacionales, porque el ratio entre ingresos ordinarios y deuda no es de recibo. No es que seamos unos dilapidadores del dinero del contribuyente, porque nunca hemos gastado más que la media, sin embargo, hemos tenido una inversión per cápita muy por debajo de la media. Ese déficit alimenta una deuda que nos impide ir a los mercados. Respecto al Consejo de Política Fiscal y Financiera, no puede ser que las comunidades autónomas sean oyentes allí, porque el 50% de los votos los tiene la Administración central. ¿A santo de que tienes tú unas responsabilidades? Tú no eres el hermano mayor que estira de las orejas a los demás, tú tienes una responsabilidad, las autonomías otras, y las locales tienen otras. Lo que hay que hacer es, juntos, mirar cómo repartimos el dinero, qué Estado del Bienestar queremos. ¿Como Dinamarca o como Francia? Pero es que nosotros estamos a seis puntos de la media de la eurozona en presión fiscal, en esfuerzo fiscal. No puedes tener una sanidad como la eurozona si tus esfuerzos fiscales no son como los de la eurozona.
--Dicen que Madrid es un paraíso fiscal y Cataluña, un infierno. ¿El Gobierno debería poder regular esas diferencias?
--Madrid no es comparable con nada, como he dicho anteriormente. Madrid tiene una capacidad fiscal debido a rentas obtenidas por su capitalidad, que no tienen ni Cataluña, ni Valencia, ni Andalucía. Si tú lo tratas igual, quien tenga el gobierno en Madrid puede permitise el lujo, haciendo populismo barato, de bajar los impuestos a los madrileños, los impuestos autonómicos, porque la capacidad fiscal es mucho mayor. Si, además, tú reúnes a quienes tienen la renta más grande que en toda España, porque se ha alimentado que las grandes empresas y los grandes directivos se vayan a Madrid ¿qué pasa? Esta gente no usa los servicios públicos, usa los privados. Por tanto, los servicios públicos que son alimentados por los impuestos son relativamente, en términos per cápita, menores que en otros lugares. Porque hay más parte de la población que no los utiliza y, además, tienes más capacidad fiscal. Lo que se está haciendo es, absolutamente, dumping fiscal, no es un parejo, es un dumping fiscal contra el resto de españoles, que no se ven con las mismas oportunidades. Por eso hablo de igualdad de oportunidades, un tema que supera el debate ideológico de nacionalismo. ¿Por qué no se desconcentran los poderes estatales?, ¿por qué órganos de la Administración no se van repartidos por España, para que esa proximidad al regulador se reparta también, y no esté todo concentrado en Madrid? Eso tendría unas consecuencias en el medio y largo plazo, incluso en el tema fiscal. El centralismo es ineficiente, aparte de insolidario, porque es que en Madrid están todos los medios de comunicación, todas las grandes televisiones, todas las grandes empresas, es una situación asimétrica respecto al resto de España. La única que le planta un poco de cara es Barcelona, por su potencial histórico, pero es que no está jugando con las mismas cartas, está jugando con cartas diferentes. Valencia intenta salir un poco de la situación a la que llegó, pero lo hace muy costosamente. ¿Por qué?. Porque las precondiciones institucionales no son las mismas.
--¿Eso se podría fomentar más con una cocapitalidad?.
--Yo creo que el modelo alemán es muy aleccionador. Allí está Berlín, pero también está Frankfurt, está Hannover, está Munich, están tantísimos lugares… Bremen, Hamburgo… Tienen una gran potencialidad económica. ¿Qué has descentralizado? La gestión de la sanidad, de la educación, de la dependencia, de algunas infraestructuras de segundo orden. Pero la economía, el control de la economía, no se ha descentralizado en absoluto, y las grandes infraestructuras, en absoluto. ¿Por qué no existe el Corredor Mediterráneo? Es muy importante, pues llevamos la friolera de una década esperando, cuando es fundamental para vertebrar todo el territorio. Tenemos el 50% de la exportación española en las economías autonómicas del Mediterráneo. Estoy a favor de la reforma constitucional, pero todo eso se puede hacer sin reformar la Constitución, es un acto de voluntad. Pero se necesitan grandes consensos.
--Precisamente, el tema de las infraestructuras genera consensos...
--Por supuesto, los matices partidistas existen. La derecha está más vinculada a un nacionalismo español identificado con el uniformismo cultural y con el centralismo económico-político. En la izquierda también lo hay, pero no es tan potente, y, por tanto, cuando gobierna la izquierda se dan algunos pasos, pero, al final, es una herencia, una cosmovisión heredada de décadas, de generaciones, y eso es lo que yo creo que las nuevas generaciones han de entender que es absolutamente falaz en este momento, no tiene que ver con lo que vivimos. Por ejemplo, las estrategias nuestras, la de los valencianos y catalanes, conectan con el Mediterráneo, con el sur de Europa, que es lo que ha sido nuestra historia en el pasado. Latinoamérica también, pero no tanto. Nosotros estamos mirando el canal de Suez, es el cordón umbilical con la fábrica del mundo, que está en China ¿Cómo es posible que los puertos de Valencia y de Barcelona no tengan una alternativa terrestre para conectar, ser las puertas de Europa, como es Rotterdam en este momento? Cuando el mundo miraba a la costa este de América y Europa occidental, el Atlántico Norte era el centro del mundo. Pero ya no. Y Rotterdam continúa siendo el gran puerto europeo, aunque son tres días más de navegación desde Suez ¿Por qué? Porque el container llega a Rotterdam y en nada, está todo preparado para que llegue a cualquier lugar de Europa. Llega el container a uno de nuestros puertos y no tiene ni ferrocarril vertebrado europeo. No tiene nada, no hay plataformas multimodales, y eso, obviamente, tiene que ver con todo lo que estamos hablando, esta idea de España diferente.
--Comentaba que la Comunidad Valenciana es la más infrafinanciada, pero durante la pandemia lograron que la economía no cayera en picado y que las desigualdades no se dispararan. ¿Cómo lo hicieron?
--Bueno, yo lo viví como consejero de Hacienda. La verdad es que fueron los momentos más duros, cuando la gente moría, mirabas la caja y veías que no tenías liquidez. Tuve una interlocución con la ministra Montero y nos envió la liquidación que nos tenía que enviar en julio, empezamos a movernos, teníamos contactos con empresarios chinos. Era un momento crucial para nuestras pymes y empezamos a elaborar planes de resistencia y ayudas a las empresas con criterios muy objetivos por niveles de afectación de la crisis. Teníamos que conseguir que la empresa no bajase la persiana, que la mantuviese abierta con respiración asistida, con lo que fuese, para que luego, cuando vinieran mejores condiciones, estuviese abierta. Y también, obviamente, todo lo que tenía que ver con las rentas de las familias más vulnerables. Luego vino también esta nueva actitud de Europa, que entendía la situación e impulsó los Next Generation. Todo esto tiene que ver con la idea de que los Estados del sur, no tan fuertes como los del norte o del centro de Europa, tenían que ser reforzados.