El PP confía en Daniel Sirera (Barcelona, 1967) para arrebatar a Ada Colau la alcaldía de Barcelona. El expresidente de los populares catalanes asegura que sale a ganar y que nunca pactará con el PSC, al que culpa de los problemas de la ciudad y de ser un partido friendly con los independentistas que delinquieron.
--Pregunta: Su partido apuesta por usted para intentar arrebatar la alcaldía de Barcelona a Ada Colau. ¿Eso supone un gran reto?
--Respuesta: Supone una responsabilidad enorme. El PP en Cataluña no está en sus mejores momentos, es importante que vuelva a representar lo que siempre fue. Y se da la circunstancia de que la ciudad está hecha unos zorros, está deteriorada, está en su peor momento. Mientras el resto de fuerzas políticas están preocupadas por utilizar Barcelona para sus intereses partidistas, tanto la izquierda como los independentistas, creo que hace falta que alguien, de manera sensata, se ocupe de los problemas que realmente preocupan a la gente. La responsabilidad que asumo no solo es representar a mucha gente que se siente huérfana en Barcelona y Cataluña, sino decirle a esa gente que nunca ha votado al PP que puede tener un ayuntamiento que se ocupe de sus problemas. Me lo tomo como una responsabilidad que va más allá del partido.
--Las encuestas dicen que el PP entraría en el ayuntamiento, a diferencia de otras fuerzas conservadoras.
--Lo que dicen las encuestas es que el PP tiene muchas posibilidades de entrar, no respecto a otras fuerzas conservadoras, sino respecto a otras fuerzas constitucionalistas. El voto tiene que concentrarse en quien tiene más opciones. A mí me gustaría decirle a personas que en el pasado se fueron del PP, no solo dirigentes, votantes que se enfadaron y se fueron, o se ilusionaron con otras fuerzas que ahora están como están, que me gustaría representarles. Soy el mismo Dani Sirera de hace unos años. Algunos dirigentes de esas formaciones políticas me decían hace algunos meses: “Si estuvieras en el PP, eso sería otra cosa”. Pues ya lo estoy, soy el candidato al Ayuntamiento de Barcelona y, por tanto, les pido que me ayuden a cambiar el gobierno municipal y evitar que los podemitas, junto con Collboni, y los independentistas, hagan de Barcelona un laboratorio al servicio de sus intereses partidistas.
--¿Descarta esa alianza de la que tanto se ha hablado entre PP, Ciudadanos y Valents?
--Mi alianza es con los votantes. Yo no voy a entrar en lo que algunos pretenden. “Me sumo a tu candidatura, pero quiero que me des el número 3 o el 5 de la lista”. Esto no va de reparto de sillas, esto va de devolverle a los ciudadanos la importancia que deben tener y cambiar Barcelona. Deberíamos pensar todos que nuestros jefes son los 1,6 millones de ciudadanos de Barcelona, y no nuestros dirigentes del partido. Quiero poner el Ayuntamiento de Barcelona al servicio de la gente. No voy a entrar en un reparto de sillas ni en un pasteleo. Yo digo: vamos a devolverle a la ciudad su brillo. Aspiro a que personas que han votado al PSC, incluso a otras formaciones, vean en mí lo que soy, alguien que se preocupa por sus problemas.
--Hablaba de sensatez y usted es conocido por tener un discurso nada bronco. ¿Cree que ha llegado ese momento en el que la gente ya no quiere confrontación? ¿Que ya han quedado atrás las posiciones polarizadas?
--Lo que buscan no es ruido, sino soluciones. Y yo vengo a intentar dar soluciones a la gente. Cada vez que el gobierno municipal lo intenta, lo estropea aún más. Hay que ponerle sentido común a la vida, hacer las cosas con normalidad, lo que haría cualquier madre o padre de familia en su casa es lo que tenemos que hacer en el ayuntamiento. Capacidad de diálogo, de hablar con todo el mundo, sin renunciar jamás a mis principios y mis valores. Pero lo que necesita Barcelona es sosiego, tranquilidad, es sentido común.
--¿Cuáles son sus propuestas para hacer frente a los problemas del ciudadano?
--Los barceloneses tenemos un problema grave de inseguridad. Con la okupación, porque el ayuntamiento ha mirado hacia otro lado. Barcelona se está troceando con las superillas y es imposible cruzar la ciudad con una cierta normalidad, provocando problemas de contaminación en otras zonas. Y luego el tema de la limpieza, la situación no es propia de una ciudad moderna y cosmopolita. Y luego hay un problema de vivienda y con los más necesitados. Personas mayores que están solas, sin ayuda y que no pueden salir a la calle. El otro día estuve visitando unos apartamentos propiedad del ayuntamiento donde viven unas cien personas, muchas de ellas mayores, que llevan desde el 2 de diciembre sin calefacción ni agua caliente. No puedo entender cómo un gobierno municipal destina 37 millones de euros a una policía lingüística para perseguir el castellano en los comercios y la ciudad, y en cambio esté destinando cero euros a unas personas que llevan dos meses sin calefacción ni agua caliente en plenas navidades en un edificio municipal. Eso yo no lo entiendo. La señora Colau está en otras cosas, vive de espaldas a los problemas de la ciudad. El señor Collboni, tres cuartos de lo mismo, porque Colau y Collboni son las dos caras de la misma moneda. Y frente a eso tenemos a un señor Trias y un señor Maragall a los que solo interesa que Barcelona se sume al proceso independentista. Ha habido una cumbre franco-española en la que desde el Gobierno catalán como desde el partido del señor Trias se ha intentado boicotear con una manifestación que lo que dice es que en España hay represión y, por tanto, no hay una democracia plena. Trias podría haber optado por defender la ciudad, decir que con Barcelona no se juega, pero ha optado por plegarse a los designios de Carles Puigdemont, que es su director de campaña.
--No cree, por tanto, que haya un ‘efecto Trias’ moderado, que aglutine un catalanismo también huérfano de CiU.
-- El Trias de hoy no es el Trias de ayer. El de ayer era nacionalista, pero no defendía la independencia de Cataluña. Ahora sí. Y Puigdemont le dice lo que tiene que hacer. Y eso no es bueno para la ciudad de Barcelona. Hay que devolverle a la gente su protagonismo, la gente nos paga con sus impuestos, que son muchos, nuestro sueldo y para que resolvamos sus problemas.
--Comentaba que ha visitado unas viviendas del ayuntamiento. ¿Plantea una campaña de 'picar piedra'? ¿De acercarse a los ciudadanos?
--Yo he sido 15 años diputado del Parlamento de Cataluña y he sido concejal en Barcelona. Me gusta la gente y me gusta Barcelona. Salgo a comer, a cenar… Procuro ayudar a la hostelería local que lo ha pasado muy mal y lo sigue pasando mal por la inflación, por la inseguridad, las pocas ayudas que da el ayuntamiento. Y nunca he visto a la alcaldesa o al señor Collboni. No veo a los políticos en la calle. Me preocupa eso. Nos debemos a la gente. Tenemos que ir por la calle y que la gente nos pare y nos exija y nos abronque si es necesario. Que nos pida. Es nuestro trabajo. Me gustaría que los políticos se bajaran del coche oficial y atendieran a la gente.
--No todo se resuelve en un tuit.
-¡Claro! Está muy bien que la señora Colau se haga vídeos bailando o en fiestas que en realidad están organizadas por su partido. Está guionizado. Pero yo he visto a esas personas que viven en el Raval y que han pasado casi dos meses sin poderse duchar con agua caliente. Y a la señora Colau, ni está ni se le espera. Y el señor Collboni, tampoco. No podemos gastarnos 37 millones en perseguir el castellano y solo dos millones en hostelería. Nuestra policía local está desesperada. No tienen recursos, no tienen medios, están trabajando por encima de sus posibilidades. Y la alcaldesa y el gobierno municipal están en otras cosas.
--Hay partidos que están utilizando el tema de la seguridad de una forma, digamos, muy alarmante. ¿Va a ser difícil sustraerse a discursos extremos?
--Yo no voy a jugar con Barcelona ni aprovecharme de los problemas que tiene la ciudad para sacar rédito electoral. Yo hago un diagnóstico. En Barcelona hay un problema de inseguridad grave por muchas razones. Porque faltan efectivos. Porque el ayuntamiento está siendo muy comprensivo con los que delinquen, pero no está apoyando a su Guardia Urbana. Yo vengo a decirles que se puede mejorar la seguridad, que la Generalitat también tiene que poner de su parte, pues faltan 3.000 mossos en nuestra ciudad. La gente necesita seguridad y saber que se puede venir a Barcelona sin que pase nada. Lo que estamos trasladando fuera de nuestras fronteras es que es una ciudad friendly con los que delinquen. Que puedes venir y quemar contenedores, robar… Desde las instituciones debemos lanzar un mensaje muy claro, que somos intolerantes con los delincuentes. Y nuestra policía debe saber que, cuando haya un conflicto con quien delinque, el ayuntamiento siempre va a estar con el policía. Me preocupa que eso no lo tenga claro la policía.
--Pero determinados mensajes que dan una imagen de Barcelona como ciudad sin ley pueden perjudicar también a los empresarios, se ahuyenta a los turistas…
--Lo que no podemos hacer es ocultar la realidad. No debemos maquillarla, sino trabajar para revertir esa realidad. El ayuntamiento no lo está haciendo. Los okupas campan a sus anchas, hay infinidad de narcopisos en los que nadie actúa. Sin seguridad es muy difícil convencer a alguien de que invierta, que venga a poner su negocio. Además de que se tarda una media de 200 días en tramitar los permisos. Para mí, quien lo hace es un héroe, tiene un punto épico. El ayuntamiento pone trabas a todo eso, en lugar de entender que con más hoteles, con más turistas, con más locales abiertos se genera más riqueza. Alguien de otro partido me decía “¿para qué quieres más turismo, si solo viven de él unos pocos?”. Le dije que no entendía nada. Si hay hoteles, quienes hacen las camas, quienes suministran vino están mejor. Se pueden hacer contratos porque necesitas dar servicio. No puedo entender que planteen cosas en contra de los turistas, de los cruceros. O que desde la Generalitat se diga que no quieren líneas low cost en el aeropuerto. ¿Qué clasismo es este? La gente con menos recursos tiene derecho a viajar. La política está para crear riqueza, para que la gente viva mejor, y lo que estoy viendo en la ciudad es precisamente lo contrario.
--¿En la campaña se hablará de esas cosas o se volverá a presentar Barcelona como capital de un estado independiente?
--Habrá partidos que lo harán. Yo hablaré de los problemas reales, voy a visitar a la gente. Estuve en el Parlamento de Estrasburgo apoyando al pequeño comercio de Barcelona. Gracias a una iniciativa del PP europeo, hemos logrado crear una capitalidad europea del pequeño comercio. Intentaremos que Barcelona sea la primera sede. No había ningún otro candidato. Mientras eso pasa, Colau sigue dando subvenciones millonarias a los manteros e impide crear nuevos comercios. No puede ser que un conocido cocinero tenga paralizada la apertura de un local durante ocho meses. El ayuntamiento no puede ser un impedimento para la creación de riqueza. ¿Por qué tenemos hoteles cerrados, por qué no se dan licencias?
--Bueno, a los grandes hoteleros ya les va bien que no haya más competencia.
--Ahí Colau y Collboni deberán explicar a qué intereses responden. Si se abren más hoteles, se podrán crear más puestos de trabajo y que la gente tenga un futuro más cierto. Muchos amigos míos se tienen que ir de Barcelona porque no encuentran oportunidades, ni vivienda ni trabajo. Barcelona debe ser una gran metrópoli que atraiga talento, inversiones… Antes me miraban con envidia cuando viajaba por España porque era de Barcelona. Y eso ahora no pasa.
--Ahora ese orgullo parece que existe en Madrid.
--El alcalde y la Comunidad de Madrid han entendido perfectamente que están en sus gobiernos para que la gente viva mejor, generar empleo. Abrir un local en Madrid cuesta muy poco tiempo y dinero. Si una persona ya tiene un local y quiere abrir otro, con una declaración responsable ya debería ser suficiente para hacerlo de forma inmediata, y no esperar a los trámites del ayuntamiento, de la Generalitat… Después ya le inspeccionaremos y si nos ha mentido, le va a caer un puro de narices. Eso genera actividad económica, dinamismo y bienestar.
--Todos esos temas ¿hay que enfocarlos también desde un punto de vista metropolitano, de movilidad…?
--Claro, pero lo que no acepto es que Colau y Collboni digan que no pasa nada por vivir fuera de Barcelona porque no saben resolver los problemas que hay en la ciudad. Yo quiero que quien quiera vivir en Barcelona, pueda hacerlo. Y por supuesto, quien viva en L’Hospitalet o Cornellà pueda entrar y salir de Barcelona con normalidad.
--Hay quien alega que en grandes capitales como Londres, la gente vive en su conurbación…
--Pero Barcelona y España no es así. Hay que facilitar que la gente entre y salga de la ciudad con normalidad. La zona de bajas emisiones, por ejemplo, es una auténtica chapuza. Se ha hecho mal y no está contribuyendo a la causa por la que fue creada. El ayuntamiento ha hecho una carambola para eludir a la justicia. Pero en Madrid, criticada siempre desde Barcelona, cuando llegó el alcalde Almeida, ayudó a los ciudadanos a cambiarse el vehículo contaminante. Ayudando, no prohibiendo. Ayudó a quienes querían comprar una bicicleta o un patinete, o a cambiar las calderas más contaminantes de las casas. Impulsó el plan 360 sobre reformas urbanísticas para evitar lo que está pasando en Barcelona, que es el colapso circulatorio. Colau ha llenado Barcelona de carriles bici, muchos sin sentido y mal planificados. Yo voy en bici por Barcelona y creo que es lo más peligroso que he hecho en mi vida. Después de unos años, hemos conseguido que Madrid cumpla con la normativa de la calidad del aire y la ciudad de Barcelona no.
--Si dependiera de usted evitar un gobierno independentista o de Colau dando sus votos al PSC ¿lo haría?
--A mí me cuesta mucho elegir entre susto o muerte. Y es lo que se me está planteando. Me gusta que se plantee porque demuestra que el PP va para arriba y puede ser decisivo, pero yo no voy a apoyar a quien es parte del problema ni a quienes quieren poner a Barcelona al servicio de los independentistas. Si tengo que elegir entre lo malo y lo peor, elijo a Daniel Sirera como candidato. Me voy a presentar para ser alcalde. Voy a por todas.
--Ha dicho que Daniel Sirera es el mismo de hace unos años. ¿El PP también? ¿Qué opina de las críticas contra Feijóo por contribuir a la crispación vivida en el Congreso?
--Conozco a Alberto desde hace muchos años, lo estoy viendo como una persona absolutamente moderada. Ser durante cuatro décadas presidente de una comunidad autónoma ayuda a dar esa imagen de hombre de Estado. Yo no le veo crispando, creo que son otros los que quieren que participe en ese juego. Yo estoy viendo al mejor PP, y llevo 37 años en el partido. Veo un partido que se ocupa de los problemas de la gente, que no pone sobre la mesa debates electoralistas y absurdos. Veo a un PP dando respuesta a los problemas reales. Me gusta el PP actual, me gusta Feijóo y creo que va a ser un excelente presidente del Gobierno de España. No lo digo yo. En Galicia, donde también hay otra lengua junto al castellano, no existen nacionalismos fuertes ni Podemos tiene fuerza. Feijóo es capaz de aglutinar el voto de todos aquellos que creen que las cosas se pueden hacer bien.
--Pero sí que es cierto que existe tensión en el Congreso que tiene que ver con Cataluña.
--Fíjese usted lo que están haciendo el Gobierno de España, el Partido Socialista y el PSC. Los catalanes que no somos independentistas, que defendemos la ley, la Constitución y el Estatuto hemos sufrido mucho en los últimos años. Se ha intentado trasladar la imagen de que éramos unos pocos, que no merecíamos ser escuchados. Los independentistas han generado una situación muy, muy preocupante. Muy peligrosa. El Estado de derecho resistió, los catalanes resistimos a ese envite de los independentistas y cuando todo parecía calmado, porque cuando incumples la ley, lógicamente tiene unas consecuencias, llega Sánchez, llega el líder del señor Collboni y dice que quienes dieron un golpe de Estado van a ser indultados, que se va a cambiar el delito de sedición y el de malversación. El mensaje que lanza el Gobierno de España a los catalanes que cumplimos la norma es que da igual lo que hagan, porque luego vengo yo y les perdono. Es lógico que a nuestro partido le preocupe mucho la situación de Cataluña. ¿Por qué? Porque ellos ya han dicho que lo van a volver a hacer. Y ahora, encima, Sánchez, Illa y Collboni les están poniendo una alfombra roja para que lo hagan y no tengan problemas. Si lo vuelven a hacer no habrá cárcel ni inhabilitación. Saben que tienen un Gobierno que les viene muy bien para sus intereses. El PSC es un partido de independencia friendly. He oído al señor Illa decir que en Cataluña habrá una consulta, lo cual me parece un horror. Yo no considero a los socialistas un partido constitucionalista. Porque la Constitución es algo que se puede modificar, pero nunca por la puerta de atrás. No se puede permitir que a quienes han intentado romper España y han roto la convivencia en Cataluña, les salga gratis.
--ERC y PSC representan ahora la centralidad, según las encuestas. ¿Discrepa de esa estrategia de desinflamación?
--¿Pacificación o rearme de los independentistas? No puede ser que el Estado de derecho ceda con quienes quieren cargárselo. No puede ser que, cuando alguien ha hecho lo que ha hecho, se le haga un traje a medida para que la ley esté de su lado. El Gobierno nos escupe a la cara a quienes sí cumplimos con la ley, el Estatuto y la Constitución, y recibimos las leches.
--¿El PP tiene que ser más claro en sus posiciones respecto a la propuesta de Vox para las mujeres que aborten en Castilla y León?
--El PP tiene sus opiniones y el presidente de Castilla y León las ha manifestado. Lo que me preocupa es que haya partidos que quieran poner encima de la mesa debates absurdos. Lo digo desde el punto de vista de Vox y del PSOE, que ha aprovechado esto para cargar contra el PP. Esto es una falsa polémica que oculta el hecho de que hoy hay más de cien violadores están en la calle por culpa de Sánchez. Se les va a poner pulseras a víctimas de agresiones sexuales porque el Gobierno no ha hecho bien su trabajo. Ha sido un error de libro. Yo no voy a defender a Vox, porque es un partido diferente al mío y porque en muchísimas cosas no coincidimos. Pero a mí me preocupa mucho la doble moral de algunos. Hace poco se nombró al presidente del Puerto de Barcelona, Lluís Salvadó, con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona, la señor Colau; la Generalitat, el señor Aragonès, y el Gobierno de España. Salvadó dijo que para nombrar a una consejera de la Generalitat había que elegir a la que tenía las tetas más gordas. Esa doble moral desacredita al PSOE, a ERC y a Podemos en la defensa de los derechos de la mujer.