Guillermo del Valle (Madrid, 1989) es abogado y uno de los impulsores de El Jacobino, un think tank de izquierdas partidario de recentralizar competencias para alcanzar una mayor igualdad en España. Un proyecto comunicativo y político del cual es director, y que propugna entre sus principales valores la defensa del Estado social, la redistribución de la riqueza o el rechazo a los nacionalismos.
Tan crítico con “la descentralización competitiva” como con “el neoliberalismo desregulacionista” o “la complicidad de la izquierda” con los identitarismos, su iniciativa se presentó en Barcelona a final de noviembre, tras casi un año y medio de existencia, en el marco de las primeras jornadas de la Izquierda Solidaria de Cataluña (ISCAT).
Surgido en verano de 2020 como canal de Youtube --donde cuentan con más de 15.000 seguidores, al igual que en Twitter-- para difundir sus principios, El Jacobino ha ido evolucionando con la intención de convertirse en “un laboratorio de ideas” que, en el futuro, pueda dar lugar a una nueva opción política. “No queremos ser un partido mañana ni pasado mañana, pero sí que de nuestras ideas, y otras de otros grupos, pueda surgir uno”, explica Del Valle a Crónica Global.
-- Pregunta: ¿Por qué son partidarios de una izquierda jacobina?
-- Respuesta: Me parece imprescindible darle la vuelta a la idea de que la descentralización en España, masiva y asimétrica, de distintas velocidades y muy disfuncional, es progresista. Esa descentralización de competencias, y pongo tres ejemplos –Educación, Sanidad y fiscalidad--, a lo que ha abocado es a la competencia, al hechodiferencialismo, a buscar el privilegio en nombre del derecho histórico --o de la “libertad”, como ocurre en Madrid--, y a la desigualdad.
Desde una posición socialista se puede plantear perfectamente recentralizar algunas competencias. No para tutelar ninguna esencia perdida, que me parece ridículo, sino para garantizar la igualdad de los ciudadanos.
-- ¿Y por qué suele asimilarse la centralización con la derecha?
-- Tiene que dársele la vuelta a eso. No estoy de acuerdo con que centralización es igual a derecha. Ahí están las derechas periféricas y nacionalistas, o el PP en Madrid, por ejemplo, aprovechando las grietas del Estado autonómico. Decir que centralizar es de derechas y descentralizar, de izquierdas, es un completo disparate.
-- Como think tank de izquierdas, ¿qué balance hacen del Gobierno PSOE-Unidas Podemos?
-- Somos críticos con la izquierda oficial. Creo que hay mucha propaganda, mucha retórica, y pocos elementos transformadores reales y tangibles. Por ejemplo: en el tema socioeconómico y de trabajo, creemos que las medidas laborales implementadas por el PSOE y el PP en los últimos años, desregulacionistas, que abaratan los despidos, que priorizan el convenio colectivo de empresa sobre el sectorial… todo eso es negativo. ¿Se han tocado, o se ha hecho un ejercicio propagandístico para crearse un apoyo? Se dijo que en diciembre estaría derogada la reforma laboral: es mentira. Ha sido todo una gran operación de maquillaje. ¿Que se han podido hacer algunas cosas? Por supuesto, todo Gobierno tiene aciertos, pero eso de que es el Gobierno más a la izquierda no lo veo. ¿Se ha hecho una gran operación de parque de viviendas públicas? No. Mucha retórica de que se van a prohibir desahucios, y siguen habiendo ejecuciones hipotecarias por parte de entidades bancarias llenas de cláusulas abusivas. Ni ha habido inversión suficiente en I+D, ni muchas otras cosas.
Además, ha habido una complicidad con fuerzas centrífugas que bloquean cualquier agenda social. A ERC le importa más el catalán en Netflix, que Netflix pague impuestos. Ese es el drama. Le importa más la construcción nacional identitaria que las condiciones materiales de los trabajadores. Pero no podía ser de otra manera, porque el nacionalismo es reaccionario y siempre le ha dado igual cómo le va la vida a los trabajadores de Castilla-La Mancha o de Andalucía. Es imposible hacer un proyecto de izquierdas así.
-- ¿Cómo ven esta dependencia histórica de los partidos del Gobierno con los nacionalismos, antes con CiU, y ahora con ERC? Ahora los Presupuestos Generales del Estado parecen depender de esa cuota del catalán en plataformas audiovisuales...
-- Es una aberración. No son prejuicios: el nacionalismo, como ideología, si hay que ubicarlo en algún lugar del eje izquierda-derecha, está en la extrema derecha. La gente se alarma cuando decimos esto. Están en la construcción nacional-identitaria, en levantar una frontera etnoidentitaria o etnolingüística, y decir que hay una comunidad monolítica, uniforme desde el punto de vista identitario y lingüístico: que Cataluña o el País Vasco piensan como un solo hombre. Es una idiotez. España es plural, claro que lo es, pero Cataluña no lo es menos.
-- Sin embargo, desde la izquierda, y más en concreto desde Unidas Podemos, los comunes y sus dirigentes, se prefieren los pactos con ERC, y se coincide con ellos en asuntos que marcan la agenda nacionalista como los indultos del procés, o ahora su rechazo a las sentencias sobre la inmersión lingüística. ¿Cómo lo ve?
-- Hay una parte de la izquierda transformadora, que viene del PSUC o del ámbito socialista, que se rebela contra esto, contra declaraciones como las de Ada Colau, a la que hemos visto diciendo que no hay ningún problema [con la inmersión]. Como alguien ha dicho, eso es negacionismo lingüístico. Ese sistema es una política reaccionaria destinada a segregar a la clase trabajadora. Es dramático encontrarte a Ada Colau diciendo que quien quiera escolarizarse en castellano, que se vaya a la privada. La izquierda tiene que romper amarras con estos componentes identitarios. Es una renuncia y una cobardía tratar de asimilarse con la derecha nacional-identitaria. Y al final la gente además acaba optando por el original antes que por la copia. El Estado central tiene que recuperar el control legislativo en Educación para garantizar su carácter público, para garantizar los derechos de todos, los derechos de ciudadanía. Lo dramático es que esta gente no se dé cuenta, y esté en lo contrario.
-- ¿Y qué le parece la evolución de Pablo Iglesias? Ahora es un firme defensor de esas alianzas...
-- Ha hecho algo inteligente, porque me parece mejor como entrevistador de programas que político. En vez de defender la izquierda igualitaria, en vez de asumir la idea de nación política y de ciudadanos iguales, se echa en manos de fuerzas reaccionarias, de nacionalidades identitarias, que son igual de extrema derecha que Vox, o que han sido recortadores y privatizadores de la Sanidad pública catalana, como el PP en Madrid o más… Pasa de un Pablo Iglesias, al que llamaban lerrouxista al principio porque no había ninguna bandera, a un Pablo Iglesias que defiende el derecho a decidir de los pueblos, a que España es una cárcel de pueblos…
-- ¿Y qué le diría a quienes defienden la “autodeterminación” de Cataluña o el País Vasco, como hace por ejemplo el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès?
-- Si se trata de utilizar esa palabra asimilándola al derecho de autodeterminación de los pueblos en situación de opresión colonial, que no caigan en un grado de indignidad tan extremo. Equiparar la situación de Cataluña, o del País Vasco y Navarra, en su caso con un concierto económico, privilegios fiscales que nosotros defendemos eliminar, con el Sahara, es de una indignidad grotesca.
Y luego hay que decir que no hay derecho a decidir dejar de compartir el territorio político. En el territorio político, todo es de todos y nada es privativo de nadie. Decidimos todos sobre lo que es de todos, redistribuimos todos sobre lo que es de todos. Y esto es la antítesis de lo que dice Vox, no hay que caer en ningún nacionalismo identitario español. España no es una esencia, no hay genes españoles. Es una unidad de justicia redistributiva y de decisión conjunta. Por eso, ¿por qué unos señores se van a sustraer? Es una cuestión de principios: aunque saquen un 96% de los votos, no hay base para extranjerizar a nadie. ¿Las fronteras españolas son arbitrarias? Por supuesto. Pero caídos dentro de esas fronteras, y en un Estado democrático, decidimos y redistribuimos todos sobre lo que es de todos. O dicho de otra forma: si al señor Rufián no le sale a cuenta pagar el comedor de los niños andaluces, hay que decirle que, aunque no le apetezca, lo tiene que pagar. No hay derecho a elección, el derecho a decidir es de todos.
-- ¿Y el federalismo no lo ve como una buena opción?
-- Creo que se está utilizando el federalismo como un sortilegio para no analizar el problema. El principio federal tiene un sentido para reunir lo previamente separado, para conformar un Estado. Si España, Portugal y otros Estados se quisieran unir, tendría sentido. Pero es que España está formalmente unida. España tiene un problema de desigualdad, no porque sea un territorio muy amplio, sino por su diseño constitucional y legislativo, y por las cesiones constantes a partidos nacionalistas y a fuerzas centrífugas. Incluso un cantonalismo neoliberal del cual Isabel Díaz Ayuso es una representante.
No me convence el concepto federal, además porque el federalismo está basado en la lealtad entre las partes, que en España brilla por su ausencia, y me da la sensación de que aquí es como un punto intermedio para no enfrentarse a los desvaríos centrífugos del Estado de las autonomías y a que se defienda más lo propio que lo óptimo o que el bien común. Hay que hacer un proceso de recentralización de competencias, no por tutelar ninguna esencia o sentimiento españolista, sino porque la Sanidad, la Educación, la fiscalidad no se pueden centrifugar, porque eso genera desigualdad, que es el problema de España. Y eso sí es reversible: no estamos condenados a ser desiguales.
-- ¿Y cuál es su propuesta en cuanto al modelo territorial?
-- Hay que recentralizar competencias y no transferirlas nunca más. Y esto no tiene que ver con que todas las instituciones estén en Madrid: pueden estar desconcentradas. Pero la competencia legislativa no. O dicho de otra forma: no podemos llegar a una pandemia y el ministerio de Sanidad tener un 5% ó 6% de competencias sobre ella. Tiene que haber unos estándares comunes. También en la Sanidad, con un historial clínico centralizado. ¿Qué es eso de irse de vacaciones, de Barcelona a Valencia, por ejemplo, y no saber si te han operado de apendicitis?
-- ¿Y en el caso de la fiscalidad?
-- Lo mismo: si eres socialista de verdad no puedes defender la transferencia de impuestos como el de Sucesiones o de Patrimonio. Thomas Pikkety, un economista solvente y de izquierdas, ha explicado que España ha llegado a un nivel de transferencias fiscales mayor que los Estados federales. Transferir el tramo autonómico del IRPF aboca a la competencia a la baja. Que lo defienda el PP, que lo defienda Ayuso, que lo defienda Vox tiene sentido, está en su génesis neoliberal. Pero que lo defienda el PSOE, hablando del principio de ordinalidad, o de que el dinero de Cataluña se quede en Cataluña, como dijo alguna vez Montilla… nosotros planteamos la recentralización. Desde un punto de vista legislativo, no se trata de que las instituciones estén en Madrid o Valencia. Si hay cosoberanía en determinados asuntos, lo que se degrada es la igualdad.
Si las políticas laborales se transfirieran a las comunidades autónomas, sería malísimo para los trabajadores, porque siempre iba aparecer la que propusiera: ‘aquí, despido libre y gratis’. Hay cosas que no pueden transferirse. Y algunas que se han transferido se tienen que recuperar para garantizar la igualdad, la solidaridad y la redistribución, principios socialistas. Por justicia.
-- ¿Cuál es su propuesta en defensa del Estado social?
-- Somos críticos con el diseño del euro sin unión fiscal. Desde que entramos en la UE, la única forma de competir ha sido en salarios, eso es un drama. Esto nos aboca a la precarización y a condiciones materiales sin cubrir. Eso hay que revertirlo, el sur de Europa se tiene que hacer valer mucho más. Hay que llevar a cabo un proceso de reindustrialización en España, cambiar el modelo productivo. Es complicadísimo, pero si no lo hacemos, estamos perdidos. Competir en salarios, que la gente cobre cada vez menos y trabaje más horas, eso no es un camino a ningún lado.
Necesitamos una reforma fiscal progresiva: ¿qué es eso de que los capitales funcionen a nivel transnacional y no paguen impuestos sobre las rentas del capital? Cada vez hay más distancia entre las rentas del trabajo y las del capital. No estamos a favor de subir impuestos indirectos, pero sí los directos y hacer más progresivo el sistema fiscal. Y esos ingentes beneficios de multinacionales que no están pagando ni un duro: no es que tengan que pagar el 15%, tienen que pagar mucho más. Esa es la forma: reindustrializar, cambiar el modelo productivo, redistribuir la riqueza y defender los servicios sociales y el Estado social.