Principios de noviembre. Ese es el plazo límite que el consejero de Economía, Jaume Giró, se dio para aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2022 y presentarlos de forma inmediata en el Parlament. Giró también dejó muy claro que su socio preferente en ese proyecto es la CUP, formación antisistema que, de momento, se inclina por el no. A juicio de esta formación, las cuentas del Govern no son lo suficientemente radicales. Y aunque el PSC ha tendido la mano para llegar a un acuerdo, lo cierto es que, a día de hoy, no hay negociación alternativa con el jefe de la oposición.
Hasta ahora, el conseller propuesto por Junts per Catalunya (JxCat) ha desdeñado la oferta de los socialistas, quienes habían subrayado las discrepancias ideológicas entre los socios de gobierno. “Este gobierno tan roto está de acuerdo desde el primer día en los presupuestos”, mientras que “a ustedes les quedan todavía 21 diputados en Madrid para presentarlos”, por tanto, “no se preocupe tanto por la salud de nuestra alianza que es muy sólida”. Esas declaraciones tenían lugar el pasado 6 de octubre en el Parlament, cuando ERC no había renunciado aún a presentar enmienda a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), algo que sí ha hecho JxCat.
Los pactos entre ERC y PSOE
Hoy, Pedro Sánchez tiene garantizado el trámite parlamentario de sus cuentas para 2022, gracias precisamente a Esquerra, no así el Govern, que tras prorrogar este año los presupuestos de 2020 --prepandémicos y que ya nacieron insuficientes--, necesita evitar lo ocurrido en 2019. Ese año, el consell executiu aprobó sus cuentas, pero no se atrevió a presentarlas en la cámara catalana ante la falta de mayoría suficiente. Entonces presidía la Generalitat Quim Torra. Hoy es Pere Aragonès quien ocupa ese cargo gracias a la CUP, que exige subida de impuestos, la creación de una empresa energética pública, mil millones de euros para políticas de vivienda, así como la renuncia a los Juegos Olímpicos de Invierno, el circuito de Fórmula 1 o la ampliación del aeropuerto.
Esos macroproyectos dividen a JxCat y ERC, que no solo airean sus diferencias en la estrategia independentista, sino también en la gestión. La negativa de Pere Aragonès a formar un frente común en Madrid contra las cuentas del Gobierno ha supuesto un mazazo para JxCat, que intenta rearmarse a fuerza de golpes de efecto en Waterloo, como la celebración de unas elecciones a la Asamblea de Representantes del Consejo para la República, a modo de parlamento y gobierno paralelos donde no figuran ni ERC ni CUP.
Gestión fiscal
Está por ver quién capitaliza el éxito o el fracaso de los presupuestos. Si Esquerra o Junts. En 2020, siendo consejero de Economía, fue Aragonès quien pactó las cuentas con los comunes en lo que fue interpretado como un primer paso a un tripartito de izquierdas con el PSC, para desespero de JxCat, que discrepó en voz alta del aumento de la fiscalidad en unos presupuestos "más sociales".
Tras las elecciones del 14F y la renovación de una coalición entre ERC y JxCat, separados por pocos votos, la hacienda catalana quedó en manos de los neoconvergentes, reacios al aumento de impuestos, frente a Aragonès, quien, así lo dijo en sede parlamentaria, no renuncia a aumentar los ingresos mediante la fiscalidad.
Sin contactos entre el PSC y Giró
Fuentes socialistas aseguran a Crónica Global que, a día de hoy, no hay negociación con Giró, cuyos contactos con los antisistema fueron destapados el pasado fin de semana por la diputada Eulàlia Reguant. La CUP exige al Govern que aplique un "giro a la izquierda real" si quiere su apoyo a los presupuestos de 2022. El tiempo dirá si, también en materia contable, el Govern está dispuesto a hacer concesiones como ha hecho en el ámbito de la seguridad, pues, como se sabe, ha permitido que la CUP presida la comisión de trabajo sobre el nuevo modelo policial y ha anunciado la creación de una oficina desvinculada de la Consejería de Interior, para fiscalizar la labor de los Mossos d’Esquadra.
De lo que sí es consciente el gobierno catalán es de las consecuencias de prorrogar de nuevo una cuentas prepandémicas. Las prórrogas obligan a mantener el volumen total de gastos, aunque se pueden hacer traspasos de una partida a otra, sin que crezca el saldo final. No se pueden hacer incrementos netos de plantilla ni aprobar nueva inversión, es decir, no se pueden adquirir compromisos plurianuales ni generar deuda nueva sin reducirla en la misma proporción. Eso da una imagen de administración sin capacidad de dinamizar la economía. De ahí que recurrir al PSC no sea tan descabellado para ERC, que acaba de dar luz verde a las cuentas del PSOE. Está por ver si, también en eso, hay discrepancias con JxCat.