Ignacio Martín Blanco (Barcelona, 1982) augura una legislatura corta en Cataluña tras el acuerdo entre ERC y Junts per Catalunya. El portavoz de Ciudadanos acusa a los partidos independentistas de utilizar su mayoría como "una apisonadora". Y afirma en entrevista con Crónica Global que la apuesta liberal de su partido tiene futuro a pesar del declive electoral.
--Pregunta: ERC y Junts per Catalunya repiten gobierno de coalición. ¿Qué opina?
--Respuesta: Un acuerdo entre Junts, ERC y CUP no puede ser peor para Cataluña. No es más que la continuación de lo que vamos viendo en los últimos diez años, un proceso de confrontación con el resto de España, de confrontación entre catalanes, de pérdida de oportunidades económicas, de pérdida de reputación y prestigio de Cataluña. Por desgracia, la prioridad de estos partidos sigue siendo ese proceso de separación de Cataluña del resto de España. He oído a Jordi Sànchez hablar de ese acuerdo y se refieren a un embate democrático, repetir lo que hicieron en otoño de 2017, lo que supone romper con nuestro ordenamiento jurídico, con el Estatut y la Constitución para volver a celebrar un referéndum de secesión ilegal. Lo que necesita Cataluña son políticas orientadas a la recuperación económica, la protección de los sectores económicos y sociales más afectados por la pandemia, y no perpetuar este proceso que ya se ha demostrado que no va a ninguna parte. Por desgracia, los partidos separatistas siguen teniendo mayoría en el Parlamento de Cataluña y la aprovechan para pasar como una apisonadora por encima de los derechos y las libertades de los ciudadanos de Cataluña.
--¿Ve más procesismo o, realmente, ve un nuevo desafío al Estado? Lo digo porque en el acuerdo de gobierno no hay fechas para el referéndum ni se habla de independencia unilateral
--Yo tengo claro que el separatismo está orientado a provocar periódicamente una catástrofe episódica, como decía Gaziel. La provocaron en 2017, ya la habían provocado en 1934 en Cataluña con el golpe de Companys a la República, que provocó por cierto decenas de muertos. En 2017 hubo un golpe contra el Estado, sin lugar a dudas, un golpe contra el ordenamiento jurídico para subvertir el orden constitucional desde las instituciones. Y esto es lo que pretenden volver a hacer, no me cabe duda. Y por eso me preocupan los discursos triunfalistas que aseguran que el separatismo tocó techo en 2017 y ahora pliega velas. Yo creo que están cogiendo fuerzas y carrerilla para un nuevo embate, para un nuevo ataque contra nuestra democracia. Y tratarán de perpetrarlo, o bien durante esta primera parte de la legislatura, o bien desencadenar una situación como la del otoño de 2017 en 2023 o 2024. Es muy preocupante el escenario que se abre. Podría parecer que en cierta parte del separatismo se ha entrado una cierta influencia de un principio de realidad, pero en general, el independentismo sigue instalado en una realidad paralela, dicen que en esta legislatura veremos un nuevo Estado catalán en el marco de la UE. Y esto es rotundamente falso.
--¿Ho tornaran a fer?, ¿lo volverán a hacer?
--Sabemos positivamente que eso es imposible. Pero siguen prometiendo a la ciudadanía lo imposible y, por tanto, engañando a los ciudadanos de Cataluña que les votan. Eso produce hartazgo. Muchos catalanes ya no se sienten representados por la Generalitat y lo vimos en las últimas elecciones, celebradas en circunstancias muy excepcionales, en que hubo una alta abstención y no solo por la pandemia, sino porque no se sienten concernidos por lo que ocurra en las instituciones autonómicas. En la Generalitat se deciden cosas muy importantes para los catalanes, y los catalanes que nos sentimos apegados a la idea de España, que nos sentimos tan catalanes como españoles y comprometidos con el marco constitucional, no podemos hacer dejación de nuestras responsabilidades. Debemos participar en todos los procesos electorales, sean autonómicos, municipales o generales, porque nuestra vida y nuestro progreso y el de nuestros hijos dependen en buena medida de las decisiones que tomemos respecto al gobierno de la Generalitat.
--Respecto a esta toma de decisiones. ERC quiere perfiles moderados y profesionales para su gestión económica, aunque Elsa Artadi ha renunciado. ¿Qué le parece?
--Por desgracia hemos comprobado estos últimos años que el independentismo moderado no existe. El separatismo es una idea esencialmente radical porque lo que pretende es dividir Cataluña, separar Cataluña del resto de España y enfrentar a los catalanes constitucionalistas con los catalanes separatistas. Es una idea divisiva, que pretende una Cataluña demediada, partida por la mitad y no le importa las consecuencias. Cataluña es una comunidad con inmensas potencialidades económicas, sociales, culturales… Desde el siglo XVIII, Cataluña ha sido motor de España. El separatismo es una idea perjudicial para Cataluña y para España. Pero los separatistas siguen insistiendo en una idea supuestamente positiva para el pueblo que dicen defender. No existe el separatismo moderado, es un oxímoron. No creo que Elsa Artadi ni ningún otro dirigente de JxCat representen esa idea del separatismo moderado. Eso no impide que se pueda tener una relación personal buena con estas personas. Por desgracia, el separatismo ha eliminado cualquier posibilidad de que existiera un catalanismo liberal, no basado en ideas identitarias de menosprecio a lo español, al resto de España, a la lengua castellana. Si el catalanismo pudiera ser entendido como el amor a las cosas de Cataluña, a la lengua catalana y castellana, a las instituciones propias y al proyecto colectivo español, bienvenido sea. Pero el problema es que separatismo ha fagocitado esa idea. Y como decía Valentí Puig en un artículo en Crónica Global, esa idea de catalanismo ha quedado arrumbada quizá para siempre, por desgracia. El separatismo ha sido tremendamente perjudicial para Cataluña, en todas sus formas, tanto en la supuestamente moderada como en la radical. ERC y JxCat representan lo mismo, básicamente una idea hispanófoba y de desprecio a la realidad plural de Cataluña.
--¿El catalanismo ha muerto, entonces?
--Tiendo a huir de los nominalismos: catalanismo, españolismo. Me gusta mucho la idea de Salvador Dalí, que se definía como “catalanista, españolista, anticatalanista, antiespañolista”. Entiendo perfectamente el mensaje surrealista, porque muchos catalanes nos sentimos así. Los excesos, los ismos, siempre son negativos. Pero tiene que ser posible que un ciudadano de Cataluña se sienta orgulloso de ser catalán, de las tradiciones propias de Cataluña, sin tener una visión despreciativa respecto al resto de España. Un catalanismo respetuoso debería expulsar de su ideario cualquier manifestación hispanófoba o de antiespañolidad. Eso ayudaría a reconducir la existencia del catalanismo y la situación en Cataluña. Se dice mucho que España es un país plural, es una evidencia, pero donde más se da esa diversidad es en comunidades como Cataluña, País Vasco y Galicia. Afirmar la pluralidad de España, para luego negar la diversidad de Cataluña y defender una idea monolítica, homogénea y granítica, es un contrasentido absoluto. Yo creo que eso, el catalanismo lo pudo enarbolar en algún momento, pero eso no es lo que ha dado de sí en los últimos años. Tampoco comparto el entusiasmo por el catalanismo de después de la Transición, porque Pujol fue profundamente perjudicial para la convivencia en Cataluña.
--Se ha acusado a su partido de fomentar la confrontación en Cataluña.
--Que Cs fomenta la confrontación es una de las ideas más ridículas que he oído nunca y forma parte de ese ideario colectivo que ha impuesto en Cataluña la hegemonía nacionalista e indiscutida por parte del PSC. Como durante años no hubo oposición al nacionalismo y el PSC se mimetizó con las ideas nacionalistas, incluso en el gobierno de Jose Montilla tenías que asumir que Cataluña es una nación o una sociedad radicalmente diferente a España, siempre hubo un sentimiento de agravio. Esa actitud favoreció el florecimiento de la idea de que Ciudadanos confronta. Nada más lejos de la realidad. Lo que hace Cs es intentar pararle los pies al nacionalismo. Lo conseguimos en las elecciones de 2017 con Inés Arrimadas como candidata con un programa basado en la idea de una Cataluña diversa, bilingüe y en defensa de una democracia liberal. Eso no es confrontar, es poner al nacionalismo ante el espejo. “Es que habéis roto los consensos de la sociedad catalana”, nos dicen los nacionalista. Claro, porque esos consensos que se construyeron con la colaboración del PSC están basados en ideas perversas, en una Cataluña monolítica, monolingüe y enfrentada al resto de España, con ese victimismo que nosotros rechazamos.
--¿Qué tipo de oposición ejercerá Ciudadanos en esta nueva legislatura?
--Seguiremos defendiendo una Cataluña plural y liberal, abierta al resto de España. Queremos que Cataluña deje de perder oportunidades, porque muchos proyectos económicos se han ido al traste por el separatismo. La pérdida de la Agencia Europea del Medicamento es un ejemplo. Seguiremos haciendo una oposición constructiva a favor de aquello que favorezca la recuperación de Cataluña. Una oposición implacable ante los excesos del separatismo, en defensa de la neutralidad de las instituciones, del bilingüismo en la sociedad y el trilingüismo en las escuelas.
--Hace unos años se negó a ir a tertulias en TV3 por el sesgo ideológico. ¿Tiene solución?
--Quiero pensar que TV3 tiene solución. Su existencia desde el punto de vista del cultivo de la lengua catalana está contemplada en la Constitución, que dice que las lenguas españolas diferentes a la castellana deben tener una especial protección. Lo que ocurre es que el nacionalismo ha utilizado esa institución, como tantas otras, para hacer propaganda y pedagogía del odio a España. Creo que eso debería ser reestructurado y redimensionado. Los ciudadanos de Cataluña no tenemos por qué soportar la televisión pública más cara de España. Hay que reformular TV3 para que sea una televisión para todos los catalanes, que no excluya a más de la mitad de los catalanes y sea respetuosa con la pluralidad interna. Además, en un momento de necesidad en el que hay que destinar todos los recursos a políticas públicas esenciales, como sanidad, educación o servicios sociales, no tiene sentido que tengamos una televisión mastodóntica que cuesta al erario público 300 millones de euros. Es un disparate, una sinrazón.
--El PSC, cuyos votos serán decisivos en la elección de cargos, ha presentado un documento donde propone la refundación de TV3. ¿Cree que lo podrá aplicar?
--El PSC tiene un problema de coherencia. Es un documento que, efectivamente, tiene elementos interesantes. Lo que hace es glosar todo lo que Ciudadanos lleva 15 años denunciando en el Parlament sobre los excesos de TV3, sobre lo que deberíamos hacer para tener una televisión veraz y plural. Recordemos que, cuando el PSC gobernó con ERC, llevó a cabo una política parecida a la del nacionalismo de CiU. Y poner TV3 en manos de ERC no es la mejor manera de tener una televisión respetuosa con la pluralidad. Recordemos que Josep Maria Tresserras, una persona radical, tuvo el control de los medios de comunicación catalanes. El PSC no es creible.
--Que no haya repetición electoral en Cataluña, ¿es un alivio para Ciudadanos, dado el ciclo electoral adverso que ha tenido?
--No puede resultar un alivio tener un gobierno de JxCat, ERC y CUP que es profundamente perjudicial para Cataluña. Yo concibo los partidos políticos no como un fin, sino como vehículo para alcanzar una determinada visión de la sociedad, en nuestro caso una visión liberal y respetuosa con la pluralidad de Cataluña y la diversidad de las situaciones sociales. Debemos seguir defendiendo eso, que es contrario a los separatistas, que no tienen en cuenta los problemas de Cataluña. Lo único interesa a esos partidos es su interminable proceso, sus políticas identitarias, y eso no puede ser un alivio. Dicho esto, en los próximos dos o tres años, que es lo que durará esta legislatura, porque eso es lo que duran en Cataluña, porque tenemos un sistema esperpéntico, tenemos que ser capaces de comunicar ese mensaje liberal, de volver a recuperar el entusiasmo. Me hace gracia cuando dirigentes como Artur Mas dicen que “España se nos ha quedado pequeña”, que se lo digan a los empresarios que tienen lazos económicos y sentimentales con el resto de España. La mayoría de los empresarios catalanes ven con horror la deriva del proceso y la configuración del nuevo gobierno. Hay otra Cataluña al margen de la oficial y, por eso, creo que podemos ser referente del constitucionalismo sensato, que huye del guerracivilismo. Debe ser posible que un político pueda ensalzar la labor del otro partido.
--¿Por qué no se consolida ese espacio de centro que representa Cs?
--Es difícil hacer un diagnóstico finalista, porque la historia es dinámica. Empezamos en 2006 con tres diputados, después subimos a nueve, a 12, a 25, a 36 y ahora bajamos a seis. La evolución de Cs ha sido muy oscilante, lo que no varía de otros partidos liberales que, por lo general, sufren mucho en situaciones de extrema polarización, como ha sucedido en Cataluña, y ahora está ocurriendo en el conjunto de España. Los partidos que proponen una serie de reformas, como la judicial o del sistema de financiación autonómico que interesan al conjunto de la ciudadanía, sufren cuando las sociedades se polarizan. Estoy convencido de que la sociedad catalana y española sabrán valorar esa apuesta por la sensatez y el sentido común. Hay mucho trabajo por hacer. El futuro no está escrito. Hay agoreros que desde hace 15 años dicen que Cs va a desaparecer, pero seguimos y estamos presentes en las instituciones. Soy partidario de recuperar la tradición liberal española e ilusionar a muchos catalanes.
--El referente de Ciudadanos siempre ha sido Enmanuel Macron en Francia, país donde también hay polarización, hay una extrema derecha potente que ha comido terreno a los socialistas. ¿Por qué allí sí y en España no?
--Yo creo que son evidentes las concomitancias entre lo que es Macron en Francia y lo que representa Ciudadanos en España. Son movimientos liberales que pretenden ser un contrapeso a las dos grandes familias tradicionales que existen en Europa desde la Revolución Francesa, conservadores y demócratas, la izquierda y la derecha clásica. Pero la evolución histórica es diferente. En Francia hay un sentimiento muy claro de defensa de la República, de una sociedad de libres e iguales. No ha habido los complejos que han tenido los dos grandes partidos españoles respecto a los separatismos periféricos. Creo que eso ha lastrado la evolución democrática. Francia tiene la suerte de que, esa condescendencia, sobre todo del PSOE, con los nacionalistas no se ha producido. Aquí decir que eres partidario de la unidad de España, hasta hace cuatro días, es susceptible de que te llamen facha. Decir que eres partidario de la unidad de España es lo más normal del mundo. Aquí, te pueden llamar fascista si ondeas la bandera de tu nación. En Francia eso es impensable. La unidad de España es un valor en sí mismo, pero además representa una sociedad de libres e iguales, un proyecto de vida en común. No es una arbitrariedad de los castellanos, una construcción de los españoles en la que participaron de forma entusiasta los catalanes. Lo que pasa es que el nacionalismo ha distorsionado tanto la historia que parece que la unidad de España sea un invento de hace cuatro días o de una parte de España. Los catalanes somos plurales en nuestra identidad.