Raúl Moreno (Santa Coloma de Gramenet, 1978) debuta en esta legislatura como portavoz adjunto de PSC-Units en el Parlament. Y ruega a Junts per Catalunya, ERC y CUP que, si llegan a un acuerdo, "sean sinceros con sus votantes: la independencia no va a ser posible en Cataluña". Entrevistado por Crónica Global, el Secretario Políticas Sociales e Igualdad de los socialistas catalanes advierte de que la prioridad ahora es "mantener un Estado del bienestar fuerte e invertir en recuperación económica, I+D, y tejido industrial. Si queremos hacer eso, no podemos bajar impuestos".
--PREGUNTA: ¿Cómo analiza los resultados de las elecciones madrileñas?
--RESPUESTA: Respecto al PSOE, no han sido unos buenos resultados, las campañas que polarizan no se nos dan bien. Hemos salido con un discurso constructivo frente al trumpismo que ha hecho Ayuso durante toda la campaña. No hemos conseguido el apoyo que buscábamos. Deberemos seguir trabajando en los próximos dos años. La lectura es de cierta preocupación. Que se naturalice que el hecho de que el PP pueda gobernar con Vox una comunidad autónoma es una mala noticia para el conjunto de la ciudadanía y del país. Hay que limitarlo a una comunidad, no se puede extrapolar. Hace poco votamos en Cataluña, el PP quedó el último y el PSC ganó las elecciones. En Madrid ha sido diferente, veremos cómo evoluciona. Tendremos que trabajar para conseguir la confianza de los ciudadanos.
--Casado dice que es un fracaso del sanchismo.
--Extrapolarlo a un fracaso del sanchismo, yo no lo veo. Ya lo veremos cuando haya elecciones. Insisto, lo que ha pasado en Madrid no ha pasado en otras comunidades autónomas. Creo que es la primera victoria importante de Casado desde que es secretario general, y que es muy pronto para hablar de un sorpasso del PP, teniendo en cuenta cuál es la correlación de fuerzas en el Congreso. Yo no sería tan optimista.
--¿Los resultados son un plebiscito a una forma de gestionar la pandemia, como dice Joan Canadell?
--Canadell ha olvidado que quien gobernaba durante la pandemia era Junts per Catalunya. Y continúa gobernando en funciones. Si considera que su partido podía haber gestionado la pandemia de otra manera, lo podía haber hecho. Por otro lado, efectivamente, la gestión de la pandemia ha tenido que ver. Madrid ha adoptado las medidas que consideraba necesarias, otras comunidades han aplicado otras completamente diferentes. Pero Ayuso ha intentado confrontar con el Gobierno del Estado. El mensaje de libertad llevado a un ambiente de pandemia creo que es erróneo. Los madrileños siempre han sido libres. Ayuso ha querido anteponer una cierta libertad en lo que tiene que ver con los comercios y la restauración, en contra de una situación de garantizar la salud. Lo que me parece tremendamente peligroso es que en ese tipo de discurso, de intentar compatibilizar la situación económica con la sanitaria, el debate se haya centrado en la primera y no en la gestión sanitaria que se ha hecho en Madrid. En todo caso, los ciudadanos han votado y es el resultado que tenemos. En Cataluña, las medidas han sido más restrictivas y se premió la gestión de Salvador Illa, ministro de Sanidad, en los momentos más complicados de la pandemia.
--¿Cómo se ha gestionado la pandemia en Cataluña?
--Aquí hay un hecho preocupante que ha pasado desapercibido, que es la gestión en las residencias. Creo que, aunque no estaba escrito en ningún papel, había una orden verbal de no trasladar a los ancianos que estaban enfermos a los hospitales y, por tanto, negar el acceso a la salud pública de una parte muy importante de la población que perdió la vida en las residencias. Eso fue una gestión nefasta. Por otro lado, las ayudas han llegado tarde, no se han repartido de manera equitativa, no han llegado a todos. No es una cuestión presupuestaria porque el Gobierno del Estado transfirió 3.200 millones de euros más 460 millones de euros de la modificación del déficit y la posibilidad de endeudarse. Por tanto, no ha sido una cuestión de dinero, sino de incapacidad. Creo que el Govern no ha gestionado con mala fe, pero se ha demostrado su incompetencia a la hora, sobre todo, de proteger a los sectores que peor lo han pasado.
--Ese Govern de JxCat y ERC quiere una segunda vuelta, en esta ocasión con la CUP. ¿Qué perspectiva ve?
--Que JxCat y ERC no pueden convivir ya lo hemos visto. Si además añadimos un factor de desestabilización como la CUP, si finalmente llegan a un acuerdo, nos espera una legislatura corta e inestable otra vez. JxCat y ERC no se conocieron ayer, llevan cinco años gobernando juntos y diez años gobernando con diferentes siglas, pero dándose apoyo activa o pasivamente. Parece que la inestabilidad está servida. Lo que empieza mal, acabará mal. Llevamos más de 80 días con un gobierno que no existe, en funciones, con falta de acuerdo. No porque el problema sea cómo atacamos la pandemia, cómo revertimos la situación de desigualdad en Cataluña, cómo logramos que la pobreza infantil deje de ser un lastre. Esto no les preocupa. Solo les preocupa cuál es el papel de Puigdemont, el Consejo para la República y la lucha por el poder. Están luchando por un espacio político que además está condenado al fracaso. Yo les pediría a JxCat, ERC y CUP que, si llegan a un acuerdo, que sean sinceros con sus votantes: la independencia no va a ser posible en Cataluña.
--Así lo ha advertido Andreu Mas-Colell. ¿Pero por qué temas como la segregación escolar, la Renta Garantizada, o esa forma de utilizar los muertos de la pandemia, no pasan más factura a los independentistas? ¿Tanto ha cuajado el discurso sentimental?
--Yo creo que una parte de la población le ha querido dar un vuelco al discurso que se ha implantado durante todos estos años. De ahí la victoria de Salvador Illa y del PSC, que ha mejorado mucho sus resultados, es el primer partido de Cataluña y ha ganado las elecciones. Sí que hay una voluntad de cambio en la ciudadanía. Pero sí hay votantes independentistas que mantienen un bloque con el anhelo de lograr la independencia. También hay muchos votantes independentistas que saben que la independencia no va a ser posible. Por eso hago un llamamiento a ERC, sin necesidad de renunciar a sus anhelos de independencia, como nosotros no vamos a renunciar a nuestro anhelo de construir una España federal. Aparquemos eso que nos diferencia para que ellos faciliten un gobierno de izquierdas en Cataluña que vuelva a situar los problemas de la gente en el centro de la política. Y eso va a tener que ser así en algún momento. No creemos en una Cataluña de bloques, no creemos que unos ganen por tres votos y, por tanto se arroguen no solo la representación, sino el discurso de una Cataluña que es plural y diversa.
--Parece difícil ese acuerdo
--Al final vamos a tener que ponernos de acuerdo para poder gobernar en aquellas cosas que preocupan a los ciudadanos. Ha habido una crítica a la gestión, pero efectivamente, el discurso nacionalista e independentista, más basado en los sentimientos, que no en un análisis de la realidad, todavía está calando en algunas personas. Ya no solo en el debate sobre independencia sí o no. Ese discurso ha pasado a un segundo plano para ensalzar un discurso de estamos contra España, contra Madrid, contra la represión. El independentismo siempre necesita un enemigo e intenta que el Estado lo sea, cuando en estos últimos meses hemos visto la necesidad de tener políticas federales, que con la colaboración del Estado y las comunidades autónomas puedan llevar adelante una cuestión tan importante como la gestión de una pandemia.
--Comentaba que, tarde o temprano, ERC va a tener que decidir. ¿Cuándo cree que lo hará?
--No estamos para perder el tiempo ni para perder diez años más. Por eso presentamos una alternativa, que es la que representa Salvador Illa. Nosotros sí que queremos hacer ya esos cambios. No podemos esperar a que dos partidos condenados a entenderse, aunque no pueden ni verse, se pongan de acuerdo, se critiquen constantemente, que antepongan sus peleas internas a la solución de los problemas de los catalanes. No nos merecemos estar así durante más años. Si el acuerdo se basa en hacer hasta cuatro o cinco comisiones de seguimiento de un pacto, es un acuerdo basado en la desconfianza. Por ello es cuestión, no de dos años, sino de un año o de meses. Tendremos un gobierno que no será efectivo, un gobierno que ahora que se necesita una colaboración interinstitucional y la colaboración con otros gobiernos autonómicos para sacar adelante los fondos europeos, la recuperación social y económica, no puede estar poniendo el foco en otros asuntos imposibles de conseguir. No podemos seguir perdiendo el tiempo en debates estériles que no nos han llevado a ningún sitio.
-- Ayuso tiene un modelo fiscal diferente al de Cataluña. ¿Es el momento de bajar los impuestos? ¿Qué hay que hacer?
--Lo que hay que hacer es mantener un Estado del bienestar fuerte e invertir en recuperación económica, I+D, y tejido industrial. Si queremos hacer eso no podemos bajar impuestos. Lo que hay que hacer es una reforma fiscal progresiva, según la cual, paga más quien más tiene. Que contribuya más quien más capacidad tiene de ingresar. Mi madre, que es extremeña, tiene un dicho: “Teta y sopa no caben en la boca”. No podemos fortalecer un sistema del bienestar que es absolutamente necesario para no dejar a nadie atrás. Y no podemos desatender las necesidades de inversión del tejido industrial y bajar impuestos. Aquellos que prometen bajar impuestos tendrán que decir de dónde van a sacar el dinero si quieren sacar adelante esos dos ámbitos fundamentales.
--¿Cómo evitar que haya personas sin formación que se queden atrás ante las prioridades que marcan los Next Generation?
--Los fondos europeos van a ser fundamentales para la recuperación económica. Y eso se producirá en muchos ámbitos de inversión, no solo estamos hablando de aumentar puestos de trabajo en el sector más digitalizado o más tecnológico. Dentro de los fondos hay líneas para mejorar la atención domiciliaria, y eso va dirigido a un colectivo de trabajadoras feminizado que no necesita de una formación mucho más elevada. Estamos hablando del impulso del coche eléctrico, de ese tipo de tecnologías que permitirán no solo dar trabajo a personas con alto nivel de formación. Los fondos van en la línea de favorecer a todas las capas sociales. Otra cosa es que los ciclos de reciclaje formativo que necesitan las personas para adaptarse a un nuevo puesto de trabajo, sobre todo las que tienen entre 45 y 55 años y que lo han perdido, se tengan que fortalecer. Entre esas cosas que hay que hacer en Cataluña, de las que se habla poco, es la actualización del SOC (Servicio de Ocupación de Cataluña). Cuando una persona se queda en paro, difícilmente va al SOC, no es un recurso para encontrar empleo. Lo dicen hasta los propios directores. Nosotros hemos instado a la reforma del SOC, a impulsar las políticas activas de empleo y planes de empleo, con un papel fundamental de los ayuntamientos. Se necesita una acción coordinada por parte de todas las administraciones, teniendo en cuenta que el empleo es un elemento de cohesión social. Sin trabajo y sin vivienda es muy difícil evitar la exclusión social.
--¿Qué opina de quienes hablan de ‘paguitas’ para referirse a ayudas como el Ingreso Mínimo Vital?
--Pues que viven en la más absoluta inopia. Los servicios sociales tienen una tarea fundamental que es garantizar que nadie se quede atrás. Las ‘paguitas’ se han ido dando desde hace muchísimos años a personas que no pueden pagar la luz o el alquiler. En Cataluña existen 153 prestaciones diferentes. Cuando se habla de ‘paguita’ entiendo que se refieren al Ingreso Mínimo Vital, a la Renta Garantizada, a las políticas de renta que están presentes en muchos países europeos y son fundamentales para tejer la última red de protección social. Aquellos que hablan de ‘paguita’ supongo que no se han encontrado nunca en la situación de no poder pagar la luz o el agua o no poder proveer a tu familia de un plato de comida. Nosotros vamos a intentar que todo el mundo pueda evolucionar en función de sus posibilidades, que todo el mundo tenga una igualdad de oportunidades. Y si por una situación temporal o crónica no tienen acceso a unos servicios básicos, se puedan garantizar. Nosotros somos socialistas y es la sociedad que vamos a defender.
--Los ayuntamientos han suplido en muchas ocasiones competencias de la Generalitat. ¿Qué papel deben tener, cómo regular sus funciones?
--Si no hubiera sido por los ayuntamientos, la situación, no ya de la pandemia, sino la anterior, sería muy complicada. Los ayuntamientos han puesto recursos propios para atender las situaciones de urgencia social, lo llevan haciendo desde hace muchos años. Han tenido que pagar de su bolsillo, no solo las guarderías, sino reformas del sector educativo que le tocan a la Generalitat. O adelantar prestaciones que la Generalitat pagaba tarde o no pagaba. El papel que debe jugar la Generalitat es generar las grandes políticas sociales que permitan a los ayuntamientos gestionar con recursos. No se les puede exigir a los ayuntamientos más esfuerzo sin detrás los recursos económicos para llevarlos a cabo. Un ejemplo: llevamos dos años con el contrato programa prorrogado. A través de unas fichas, la Generalitat ofrece a los ayuntamientos una serie de servicios y los provee económicamente. Eso desde el punto de vista práctico, hace más complicado contratar profesionales, atender nuevas problemáticas que han salido tras la pandemia. En temas de salud mental infantil y juvenil, la Generalitat no atiende. Nosotros hemos propuesto dos comisiones de estudio en esa línea. Tenemos centros educativos por construir, CAP que están cerrados, índices de pobreza infantil muy complicados. ERC, que se da golpes en el pecho diciendo que es de izquierdas, lleva diez años aplicando políticas sociales y económicas que sus socios de derechas le han venido imponiendo. Y parece que quieren volver a repetir.
--En el ámbito de educación no se ha avanzado en el Pacto de Segregación ni en la flexibilización de la inmersión, que el propio consejero Bargalló proponía y el PSC avaló en su congreso.
--En educación hay que dotar de más profesorado. Garantizar que todos los alumnos puedan tener una vida académica propia en igualdad de condiciones, y me refiero a los alumnos con necesidades especiales que actualmente no tienen recursos. Necesitamos apoyar la educación pública con más presupuesto. Desde el punto de vista de la lengua, nosotros hemos sido muy claros. Allí donde haya más necesidades de castellano, debe haber más horas de castellano, y donde haya más de catalán, pues más horas en ese idioma. Y eso es diverso en el territorio. El objetivo es que los alumnos aprendan castellano, catalán y a ser posible, el inglés u otra lengua cuando acaben su educación obligatoria. Y esa es la verdadera inmersión lingüística. La lengua no se puede patrimonializar. No podemos hablar de inmersión solo desde una óptica política, sino de formación. Debemos garantizar que nuestros hijos tengan las mayores competencias posibles.
--¿Puede generar segregación no abordar esa segregación?
--Más que segregación, genera una cierta desigualdad desde el punto de vista de las competencias de los alumnos. Son esos debates que el nacionalismo instala desde la entrada de Pujol en el Govern. Son 23 años en los que la inmersión lingüística está bien vista por todos. Mi padre vino de Jaén en los años 70 con mi madre, que viene de Cáceres. Mi madre me apuntó en la primera clase de inmersión lingüística de Santa Coloma de Gramenet. Primero porque quería que yo conociera el catalán. Y porque quería que yo cogiera el ascensor social. El catalán se convierte en aquel momento en mecanismo de ascenso social, que igualaba a aquellos que habían venido de otras partes de España a una Cataluña próspera en aquel momento. Eso, en buena medida, se ha superado. Tenemos a otras personas que han venido de otros países que necesitan también esa igualdad de oportunidades. La defensa del bilingüismo debe ser importantísima. Los grupos independentistas entienden que flexibilizar ese modelo es poco menos que dejar de ser catalanes. Y se equivocan.
--¿Es el momento de abordar esa gran Barcelona metropolitana que defendía Maragall?
--La metrópolis de Barcelona es una realidad. El área metropolitana gestiona servicios compartidos y hay que ir más allá. Por una cuestión de eficiencia y equilibrio. Tenemos una zona Besòs donde históricamente la inversión ha sido menor. Tenemos el barrio de La Mina con una necesidad imperiosa de actuación por parte de la Generalitat y las diferentes administraciones. No podemos tener un barrio con índices tan altos de pobreza. Es un problema de todos, no solo de Sant Adrià. También hay falta de inversión de la Generalitat en Santa Coloma de Gramenet y Badalona. Pero la realidad metropolitana nos tiene que llevar, en efecto, a una gestión metropolitana, a una eficiencia de los recursos y de servicios que pueden ser compartidos. Desde la recogida de basuras a la atención domiciliaria, por ejemplo. Poco a poco se va a ir hacia ahí. Es un buen momento para hacerlo. La Diputación de Barcelona ya lo está haciendo.
--Pero si la Generalitat sigue gobernada por los nacionalistas, seguirá viendo ese área metropolitana como un contrapoder.
--Creo que la Generalitat últimamente no está por la labor de nada, de participar en nada. Ellos están en las cosas de la política y nosotros, en la política de las cosas. Es la ventaja de no haber entrado en ese discurso nacionalista, de esperar a que la independencia llegue, lo cambie todo y seamos inmensamente ricos. De ahí nuestra fuerte presencia en ayuntamientos metropolitanos. Renovando confianza. El problema de la Generalitat no es que no la esperen los municipios. Cuando un empresario tiene alguna necesidad, ya no acude a la Generalitat: o acude al ayuntamiento o al Gobierno de España. Esa realidad hay que cambiarla ya.