El Parlament ha sido escenario de los malabarismos de Pere Aragonès para lograr amplios apoyos en su investidura. Esto es, asegurar el apoyo de Junts per Catalunya (JxCat) --obviando las deslealtades de quien fue su socio en el anterior mandato-- y contentar a la CUP con promesas de revisión del modelo policial y justificaciones del vandalismo callejero. El resultado fue la visualización de las incongruencias del vicepresidente económico, cada vez más alejado de un sector empresarial que hoy protagoniza un acto sin precedentes a favor de la reconstrucción, y que al mismo tiempo pierde sintonía con ese proyecto progresista y de izquierdas que aspiraba a compartir con los comunes.
Dicho de otra manera, la Cámara catalana permitió visualizar en qué punto se encuentran las negociaciones para formar gobierno tras las elecciones del 14 de febrero, encalladas sobre todo en la presidencia del Parlament y que, según los propios republicanos, están resultando más fáciles con la CUP que con JxCat.
El desmarque de los comunes
De hecho, el tema objeto de debate en la sesión de la Diputación Permanente, los graves altercados ocurridos en las calles tras el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél, se prestaba a esos guiños de Aragonès a los antisistema. El vicepresidente condenó la violencia, pero la enmarcó en el malestar social derivado de la crisis económica y pandémica, que afecta principalmente a los jóvenes. Un discurso que agradó a los comunes, a quienes ERC pretende embarcar en su gobierno. Pero ahí finalizaron las complicidades entre Aragonès y el partido de Jèssica Albiach quien, momentos después, se desmarcaría de la propuesta de resolución conjunta de JxCat, ERC y CUP a favor del derecho a la "autodeterminación".
Las ambigüedades de ERC se hicieron más evidentes a la hora de conjugar el desmantelamiento de los Mossos d’Esquadra que exigen los antisistema con la defensa de un cuerpo policial que ha cerrado filas ante el mercadeo entre los partidos. Aragonès apoyó la actuación ante los violentos, pero insistió en revisar el modelo policial. “¿De qué lado está, de la CUP o de los Mossos? Porque las dos cosas no puede ser”, le dijo la número dos del PSC, Eva Granados, quien avisó al compareciente del riesgo de transitar “de los equilibrios a los malabarismos”.
El veto al PSC
El presidenciable no quiso responder, pero fue su compañero de filas, Sergi Sabrià, el encargado de replicar a los socialistas y también a los comunes por su rechazo a ese frente amplio independentista.
“Queremos un Gobierno fuerte y estable, porque en la defensa de la amnistía y la autodeterminación somos una mayoría amplísima y con ustedes, señores y señoras de En Común Podem --que me parece que ahora no están--, la mayoría se hace aún mayor. Un espacio donde el PSC no puede estar, no puede ser porque están más cómodos defendiendo la monarquía, el régimen del 78 y el statu quo, y eso de progresista o de izquierdas tiene muy poco”, manifestó el diputado republicano.
Las complicidades de Aragonès con la CUP dejan a JxCat como aparente convidado de piedra de esas negociaciones, cada vez a menos bandas. Aunque ERC es consciente de que los neconvergentes no pueden descolgarse de un acuerdo que les garantiza su permanencia en un Govern donde, a pesar de la propuesta bicéfala que han hecho los republicanos para retener Hacienda, va a ser muy difícil compatibilizar el modelo económico de los republicanos con el neoliberalismo convergente. Los antisistema dejaron claro que, ante ese ideario capitalista, "barricadas".
Conferencia de Aragonès
El partido de Carles Puigdemont reclama la presidencia del Parlament, a la que también aspira la CUP --ha sometido el acceso a cargos institucionales, que incluye también el Consell Executiu, al parecer de sus bases--, lo que complica las negociaciones.
Con estas credenciales afronta Aragonès el gran acto de empresarios que hoy se celebrará con la finalidad de denunciar la inestabilidad económica y social que provoca la confrontación independentista, así como la violencia que se ha vivido en las calles. El vicepresidente ha decidido contraprogramar ese encuentro sin precedentes con una conferencia sobre los ejes de su futuro gobierno en la que, de nuevo, tendrá que hacer equilibrios entre su apuesta por la reconstrucción y los argumentos identitarios.