Un manifestante cruza una barricada en llamas en Plaza Catalunya en las protestas contra el encarcelamiento de Pablo Hasél / PABLO MIRANZO (CG)

Un manifestante cruza una barricada en llamas en Plaza Catalunya en las protestas contra el encarcelamiento de Pablo Hasél / PABLO MIRANZO (CG)

Política

Los ‘indignados’ de Hasél, muy mediáticos pero sin apoyo social

La falta de legitimación de una violencia que genera rechazo es el gran punto débil de unas protestas que Podemos utiliza para marcar perfil ante el PSOE en el Gobierno

24 febrero, 2021 00:00

Si no estás en los medios, no existes. Esta máxima, aplicada en las protestas por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél, no es garantía de legitimidad. Así lo advierten los expertos en comunicación y política consultados por Crónica Global, quienes enmarcan la violencia en la espectacularización de la vida política.

Alex Fernández y Fran Bragado, especialistas en comunicación política y fundadores de Campaña Permanente, han analizado para Crónica Global los altercados de Barcelona desde dos puntos de vista: el del propio movimiento y el de la comunicación realizada desde la escena política.

“La violencia en las protestas ha conseguido que la encarcelación de Hasél domine la agenda, enviando a un segundo plano la mudanza de Génova. Desde su inicio, todos los días fueron noticia principal en telediarios, periódicos y redes sociales. Es difícil no comparar con la manifestación pacífica de hace una semana en Jaén que fue ninguneada por los medios” explican.

 

Un grupo de manifestantes violentos ataca la línea policial durante el cuarto día de disturbios por Hasél / ELENA BURÉS

Jaén 'versus' Barcelona

Se refieren a las masivas movilizaciones en protesta por la fuerte crisis económica que sufre esa provincia, en la que no hubo incidentes violentos. “Si en algo están de acuerdo todos los expertos en comunicación es que, si no estás en los medios, no existes. Ahora bien, el problema que hay a la hora de usar la violencia para mantenerte presente en la agenda es la legitimación, es decir, cómo la vas a justificar ante la opinión pública”.

Un movimiento social, explican los dos expertos, “siempre busca ampliar su mensaje lo máximo posible y convencer a más individuos para que se sumen a su causa. En España, la mayoría de los ciudadanos rechazan la violencia como forma de protesta, por lo que el rechazo social irá en aumento. Y si un movimiento social no cuenta con el respaldo de la sociedad...”

Respecto a la reacción de los partidos políticos, Fernández y Bragado destacan cómo la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, “a pesar de haber tardado en comparecer, ha salido claramente a condenar los disturbios y saqueos provocados tras las movilizaciones con un ataque directo a través de Twitter a Dolors Sabater (CUP). Colau trata de presentarse como una defensora clara de la libertad de expresión, buscando generar que su actuación como alcaldesa sea la de defender a todos los vecinos y no solamente a su electorado”.

La encrucijada de Aragonès

En el caso de Pere Aragonés, “se encuentra en una encrucijada que le ha llevado a cometer el error de comparecer seis días después de que se produjesen los primeros altercados”. Los dos politólogos ven cómo “desde ERC se encuentran realizando equilibrismo entre la posición institucional que ostentan (y esperan seguir ostentando) y su estrategia de maniatar a Junts per Catalunya (JxCat) en el futuro Ejecutivo basculando hacia el eje progresista, para lo cual es clave la entrada de la CUP en el mismo”.

Para convencer a una formación “tan peculiar como la CUP” de que se suba al barco del gobierno catalán “es necesario medir muy bien la comunicación que se realiza sobre estos hechos, ya que una parte importante de estas movilizaciones proviene de espectros próximos a los anticapitalistas”.

El nuevo presidente de la Generalitat Pere Aragonès / GENCAT

El nuevo presidente de la Generalitat Pere Aragonès / GENCAT

Unidas Podemos

Respecto al Gobierno del PSOE, estos especialistas en comunicación afirman que “a pesar de reconocer la injusticia de la encarcelación y su puesta en marcha para reformar el Código Penal, se ha posicionado de forma veloz contra los disturbios, como su actual posición requiere. Mientras que su compañero de coalición, Unidas Podemos --aunque a veces con la formación morada no lo parezca--, continúa la línea estratégica planificada”.

En este sentido, creen que “los de Pablo Iglesias saben que su origen también proviene de la movilización ciudadana, por lo que no quieren perder la pulsión de la calle, y más siendo conscientes del riesgo que conllevaba para ellos entrar en un Ejecutivo en clara minoría, donde parte de su electorado puede verse sumido en la frustración, al observar que muchas de sus posiciones no salen victoriosas en la pugna con los socialistas”.

Podemos, concluyen, “ha diseñado dos perfiles comunicativos de partido: sus ministros tratan de acoplarse a posiciones gubernamentales, no sin provocar algunos incendios controlados, y en paralelo el grupo parlamentario, encabezado por Pablo Echenique, toma un papel activista y casi opositor en temas como este, más cercano a las formaciones independentistas que al PSOE, lo cual le sirve para exhibir cierto músculo ante sus socios”.

Pablo Iglesias (d) y Pablo Echenique (i)

Pablo Iglesias (d) y Pablo Echenique (i)

Para Paris Grau, profesor de Ciencia Política en la Universitat de Barcelona (UB), lo ocurrido en las calles es reflejo de la espectacularización de la política. “Hace tiempo que la política se ha vuelto un espectáculo. Los Parlamentos han dejado de ser espacios de debate para convertirse en platós de televisión. En ocasiones parece que estén pendientes de alguna lucecita que se encenderá cuando entren en directo en el telediario de turno. Esta espectacularización de la vida política también se ha trasladado a la actividad no parlamentaria, como podrían ser las manifestaciones”.

Hogueras, barricadas...

“¿Quién no recuerda --añade-- esas imágenes de Ada Colau disfrazada de abeja? ¿O aquellas en las que los Mossos d’Esquadra la retiran de una sentada y ella mira a cámara? Algo parecido nos ha pasado estos días en las calles de Barcelona”.

Las hogueras, las barricadas y el lanzamiento de objetos contra la policia “se han dado delante de las cámaras, ante periodistas que están relatando, en directo, todo lo que sucede. ¿Llevarían a cabo las mismas actuaciones, con la misma intensidad y descontrol si no estuvieran presentes periodistas?”

Unos periodistas que, en ocasiones, “son agredidos por los mismos manifestantes: deben grabar aquello que los manifestantes quieren, no aquello que consideren noticia. Los delincuentes no quieren que se les grabe el rostro, pero sí sus acciones”. Pero, según Grau, esto “no es patrimonio de la extrema izquierda y grupos antisistema; en la extrema derecha también hemos visto como algunos actos han acabado con vídeos que nada tienen que envidiar a Gladiator o Pearl Harbor”.

“Vivir con un dispositivo que en todo momento nos permite estar viendo vídeos, facilita que la política parlamentaria y la que se lleva a cabo a través de acciones reivindicativas, se piense y se ejecute en formato película. Lo importante no es aquello que sucede, sino como lo ven los espectadores desde el sofá de su casa”, concluye.