Alejandro Fernández (Tarragona, 1976) niega que la alternativa de estas elecciones catalanas sea independentismo o Salvador Illa, pues está convencido de que el candidato del PSC “ha sido enviado por Pedro Sánchez para blindar su pacto con ERC”. Asegura que el PP es heredero de los padres fundadores de Europa que derrotaron al nacionalpopulismo
--PREGUNTA: ¿Está siendo útil esta campaña, marcada por la pandemia?
--RESPUESTA: Las campañas en los tiempos con el voto cautivo, en el que la ciudadanía votaba casi en términos futbolísticos, eras del PSOE o del PP, como eras del Barça o perico, decidían un porcentaje muy pequeño de voto. Eran tiempos de bipartidismo y una pequeña oscilación podía decantar el voto. Ocurrió en 1993 a favor de Felipe González con poca diferencia, ocurrió en 1996 a favor de José María Aznar. Ocurrió en Cataluña en los tiempos en que se enfrentaban Jordi Pujol y Pasqual Maragall. Hoy no hay de esas características, hoy hay un pluripartidismo que nunca se había manifestado de forma tan rotunda. Y no hay voto cautivo, sino que lo tenemos que ganar. Por tanto, las campañas, hoy, sí que deciden un porcentaje importante de voto.
--Lo decía porque se habla mucho del hartazgo, del cansancio del votante, que quizá está más pendiente de la vacuna o de la crisis. ¿Lo perciben?
--Lo que es evidente es que esta campaña electoral no tiene nada que ver con las anteriores. Ahora tampoco podemos captar el ánimo de la gente porque no podemos estar en contacto con ella. Lo podemos percibir en las redes sociales, aunque tengamos que cogerlas de forma relativa, pues no expresan totalmente el sentir de la población, sino de una parte que es muy activa. Lo que sí es evidente es que hay un enfado con la clase política. Yo empiezo mis intervenciones asegurando que las crisis también ofrecen oportunidades, y una de ellas es la de congraciarnos con la sociedad. Si somos capaces en esta legislatura de acabar con los debates que han destruido la convivencia en Cataluña y centrarnos de verdad en recuperar el prestigio de nuestras instituciones y que funcionen, porque el gobierno de la Generalitat ha sido un gobierno fallido durante ocho años, creo que recuperaremos mucho la credibilidad. La clase política es imprescindible en democracia. Siempre digo que aunque no sea perfecta, que la comparen donde no hay clase política, que son las dictaduras.
--¿De qué depende ese cambio? ¿De que el constitucionalismo salga masivamente a votar o de una política de pactos?
--Hagamos un recordatorio histórico. Allí donde nadie daba un duro por el cambio, solo donde el PP lo ha liderado o ha sido la llave, se ha producido. Hablo del País Vasco, donde después de más del 30 años de gobierno nacionalista, hubo un cambio porque el PP tuvo la llave. Y en Andalucía, donde nadie daba un duro por el cambio, hasta que el PP no cogió las riendas, no se produjo. En Cataluña, tengo claro que para que haya un gobierno constitucionalista, la llave la debe tener el PP. Porque el Partido Socialista tiene un acuerdo estratégico con ERC. La tiene en 40 ayuntamientos de Cataluña, la tiene con Pedro Sánchez, que es la operación fundamental. Y Ciudadanos, con todo el respeto, pues tuvo una trayectoria ejemplar, desaprovechó su oportunidad y no fue capaz de cristalizar una alternativa. El PP, con sus errores y fallos, que los tiene, y los he reconocido, tiene una virtud, que es un partido que propicia cambios, no perdemos el tiempo, no estamos para la contemplación del paisaje. Si yo tengo la llave, la voy a ejercer. No me voy a quedar mirando al horizonte a ver qué pasa en Madrid y este tipo de cosas.
--¿Eso quiere decir que si Salvador Illa gana las elecciones, y tiene posibilidad de ganar, el PP le apoyará?
--¿Y por qué no nos va a apoyar él a nosotros? Lo que no puede ser es aceptar las trampas diseñadas desde Moncloa y que plantean una disyuntiva falsa, según la cual, hay que elegir entre independentistas e Illa. Cuando Illa y los independentistas trabajan de la mano desde hace mucho tiempo, hay una operación política para formar un tripartito. Es un falso dilema y además es antidemocrático. Porque si plantean esa disyuntiva, que prohíban a los demás presentarnos. Hay que tener un enorme respeto por la ciudadanía. Digan lo que digan las encuestas, hay que esperar a que la gente se pronuncie. Y cuando lo haga, es entonces cuando hay que hablar de pactos concretos con números en la mano. Pero ahora nuestra obligación es ilusionar a la gente, recuperar el vigor del constitucionalismo en Cataluña. Y le aseguro que eso, haciendo de comparsa de Salvador Illa, no se consigue. Y ese es nuestro compromiso político, de fortaleza política.
--Lo decía porque, más allá de las encuestas y teniendo en cuenta que el PP nunca ha ganado en Cataluña, resulta lógico poner el foco en Illa como el mejor posicionado en el ámbito constitucionalista.
--Pero es que Salvador Illa, siempre que ha tenido la oportunidad, y así lo dije en el debate, en los ayuntamientos donde podía gobernar con el PP, por ejemplo en Castelldefels, prefirió pactar con ERC y la CUP. Por tanto, no hablemos de escenarios-ficción. Primero debemos votar y cuando el PP tenga la llave, entonces hablaremos, pero no demos por hecho que el señor Illa quiere pactar con los constitucionalistas, porque eso no es verdad. Nosotros sí que queremos una alternativa constitucionalista, pero él no. Hay que atender más a lo que hace que a lo que dice. Porque en eso, hace exactamente igual que Miquel Iceta. Yo creo que le mandaron a hacer lo mismo que Iceta, lo que pasa es que a Iceta no le creía a nadie, se le veía el plumero. Hay gente que se puede ver manipulada y pensar que con Illa las cosas van a cambiar, pero forman parte de la misma operación. Están enviados por Pedro Sánchez para blindar su pacto con ERC en el Congreso de los Diputados y en el Gobierno de España.
--Hay quien piensa que se pueden repetir las elecciones ante la dificultad de llegar a pactos.
--En Cataluña todo es posible. También es cierto que somos un sistema parlamentario y se habla mucho del fenómeno Borgen, una serie de televisión donde el que queda tercero o cuarto acaba siendo presidente. Hay que llegar a acuerdos, pero sin imposiciones, con generosidad. Hay que mirar qué números salen. Pero eso es un paso posterior. Nosotros lo que tenemos que hacer ahora es ilusionar al electorado y explicar nuestro proyecto político. Creo que hacer de comparsa de alguien no va conmigo. No soy ingenuo, sé de las dificultades que heredo al ser candidato del PP, pero estoy convencido de que tenemos el mejor proyecto político. Y con toda la humildad, creo que sería mejor presidente de la Generalitat que mis adversarios, con el debido respecto que merecen. Me presento para ser presidente, no estoy con una calculadora en la mano para ver qué hago el día después.
--¿Por qué cree que puede ser el mejor presidente de la Generalitat?
--Hay una cuestión fundamental, que es que creo en la concordia de verdad. En el debate le comenté a Illa que el apaciguamiento no es aceptar en un orden del día, en una mesa mal llamada de "diálogo", el concepto de "autodeterminación", que según la ONU solo se puede aplicar a las colonias, y Cataluña no lo es. O aceptar una expresión como la de "presos políticos", cuando en España no los hay, eso no es verdadera concordia, porque no se negocia dentro de la ley. Cuando Illa dice que quiere negociar en el marco de la ley, él ya se la ha saltado al aceptar conceptos que no entran dentro de nuestro ordenamiento jurídico. La concordia de verdad es la de la Transición española. En ella se dialogó sobre unas bases de confianza mutua que fueron fructíferas, no con trileros como Pedro Sánchez, Iceta, Illa, Oriol Junqueras, Pablo Iglesias y compañía. Nosotros sí que llevamos un programa de concordia y de convivencia de verdad, apelando a lo que funciona, que es lo que se funcionó en la Transición. En segundo lugar, llevamos una propuesta política que recupera lo mejor de la historia de Cataluña, que es el emprendimiento, el dinamismo económico, la creatividad cultural, el ocio… Todo aquello que convertía a Cataluña en orgullo de todos los españoles durante tantas décadas. Por desgracia, la agenda política y económica de la extrema izquierda, al tener la llave del gobierno de Cataluña durante ocho años, pues se ha impuesto.
--¿En qué se ha notado esa política de extrema izquierda?
--Hoy Cataluña es el paraíso de la okupación ilegal. Conviene recordar que Cataluña concentra el 50% de todas las okupaciones que se producen en España. Y que de ese 50%, el 73% tienen lugar en la ciudad de Barcelona. Eso es una auténtica barbaridad. Los ataques a la libertad educativa que se han producido en Cataluña y los conciertos, cuando los conciertos no tienen nada que ver con los ricos. Los ricos ya tienen sus colegios de elite. Los conciertos están dirigidos a la clase media y media-baja, que hacen un esfuerzo económico tremendo para poder elegir el modelo educativo de sus hijos porque tienen todo el derecho del mundo a hacerlo. Y en todas las democracias occidentales funciona así. Todas esas cuestiones las hemos defendido en solitario en el Parlament, con una fuerza muy pequeña. ¿Por qué estamos creciendo? Porque la gente se ha dado cuenta de esa defensa en solitario y de que necesitamos crecer para seguir defendiéndolas.
--¿El sorpasso de Vox amenaza ese crecimiento?
--Yo el sorpasso se lo quiero dar al separatismo y al tripartito, que son dos formas de gobierno fracasadas. Yo quiero otro tipo de gobierno. Esto no es un rally para ver quién queda quinto o sexto. No me planteo así las elecciones. Hay un bien superior, que es un cambio de verdad en Cataluña con gobernantes distintos. En la inmensa mayoría de encuestas, nosotros ganamos a Vox, pero aparece una en la que dice que nos pisan los talones y surge una operación política que todo el mundo sabe de dónde sale. No estoy aquí para hacer una competición con Ciudadanos o con Vox para ver quién queda primero.
--¿El discurso de Vox condiciona la estrategia del PP?
--Conviene recordar lo que es el PP, que no tiene nada que ver con los partidos nacionalpopulistas, no tiene nada que ver con Le Pen, con Salvini. El PP es el partido mayoritario a nivel europeo, es el partido de Angela Merkel, es el partido que hereda los valores políticos del diálogo y el acuerdo desde una visión liberal conservadora. Es el partido de los padres de Europa. Es la familia de Adenauer. Es el partido del centroderecha que precisamente ha combatido el nacionalpopulismo. Fue la derrota del nacionalpopulismo tras la segunda Guerra Mundial la que propicia el nacimiento de la Unión Europea. Por tanto, ¿cómo nos va a condicionar eso? Es verdad que en un mundo mediático existen esas carreras, pero de verdad que nosotros nunca hemos tenido nada que ver con esos movimientos nacional opulistas. El populismo, sea de derechas, de izquierdas o independentista o nacionalista, es el gran enemigo de Europa. Dicho esto, yo no creo en los cordones sanitarios, porque uno de los grandes legados que nos dejan los padres fundadores de Europa es la creencia en el pluralismo democrático, siempre respetando las reglas del juego. Nosotros tenemos una ley de partidos que explican qué tipo de conductas conllevan a la ilegalización. En el debate democrático cabe Vox, CUP, Podemos, aunque nosotros no nos sintamos identificados con estas propuestas políticas.
--Pero ustedes tienen pactos de gobierno con Vox en algunas comunidades autónomas.
--No tenemos ningún pacto de gobierno.
--Acuerdo, apoyo…
--Nosotros gobernamos con Ciudadanos en varias autonomías y es verdad que llegamos a acuerdos de investidura con Vox, de la misma manera que dudo que PSOE y la CUP sean lo mismo, sería demagógico decirlo, pero pactan allí donde pueden.
--¿Qué puede pesar más al PP en esta campaña, esos pactos con Vox o haber aplicado el artículo 155?
--Los milagros, en Lourdes. Plantear que el PP, que según algunas encuestas podía desaparecer, tiene la posibilidad de doblar el número de votos respecto a las anteriores elecciones, creo que es un crecimiento muy notable en una sociedad tan polarizada. Creo que el PP ha recuperado un espacio que había tenido en otros momentos, no mayoritario, pero importante, similar al que puedan tener los comunes, y no creo que se le pueda considerar un partido extramuros.
--Laura Borràs (Junts per Catalunya) dice que volverá a aprobar una declaración unilateral de independencia (DUI). ¿Se lo cree? Y en ese caso, ¿se volvería a aplicar un 155?
--Se tendría que aplicar la ley. Y la ley se aplicó. Políticamente, podemos debatir y ser autocríticos, pero nadie podrá decir es que el PP no aplicó la ley. El 155 es un artículo legal que se aplicó, igual que los tribunales hicieron su trabajo, dictaron unas sentencias que en democracia se acatan. Esa es la prueba de que el Estado de Derecho funciona. No se trata de que yo esté a favor o en contra de una deriva en concreto. Estoy a favor de la ley si sucede eso. Pero creo que para que se apruebe de nuevo una DUI se tienen que dar unos pasos previos. Siempre he dicho que el procés ha mutado y se ha trasladado parcialmente al Congreso de los Diputados, donde creo que va a haber un intento de mutación constitucional para intentar contentar a Podemos y a los separatistas. Sánchez, Iceta e Illa están en esa operación. Intentar colarnos conceptos como el de la autodeterminación o determinados debates sobre el concepto de Estado al margen de la ley. Y esos debates acabarán en el Tribunal Constitucional, que se pronunciará como ha hecho siempre, pero la situación acabará como el rosario de la aurora, como ya acabó con el asunto del Estatut. En Cataluña se ha puesto de moda que para solucionar los problemas hay que aprobar leyes manifiestamente ilegales. Después se acude al Constitucional y luego se quejan de que Madrid no nos quiere. Lo mejor sería que el asunto de Cataluña se abordara desde la más estricta legalidad y sería la única manera de dialogar de forma fructífera.
Alejandro Fernández: "El Estatut, tal como salió del Parlament, era inconstitucional porque no es que cambiara el estatus de Cataluña, cambiaba el estatus de España" / CG
--¿A qué se refiere? ¿Cree que el PSOE podría apoyar un referéndum?
--Podemos llegar a un momento en que se plantee alguna reforma constitucional que exige mayoría cualificada, porque afecta a títulos fundamentales, intentando colarla como ley orgánica que solo exige mayoría absoluta. Estoy hablando, a lo mejor, de una consulta en términos eufemísticos sobre Cataluña, en la que se diga y no se diga. O una consulta sobre el modelo de Estado, sometiendo a escrutinio la propia monarquía parlamentaria. Cuando, para hacer esto, se necesita una reforma constitucional de tal calado que el Gobierno actual no tiene. A eso me refiero cuando hablo de mutación constitucional. Hacer lo que se hizo con el Estatut, que tal como salió del Parlament, era inconstitucional porque no es que cambiara el estatus de Cataluña, cambiaba el estatus de España. Por eso estaba destinado, desde que nace con el Pacto del Tinell con vocación de ser un Estatuto de solo una parte, a acabar mal por necesidad. De todas formas, lo que ocurrirá es que se mareará la perdiz, que es lo que suele hacer Sánchez, lo cual acaba erosionando la confianza en las instituciones, acaba polarizando la sociedad, acaba enfrentando. Y de ese debate, solo se acaban beneficiando los extremos, es su estrategia para mantenerse en el poder. Pero cuidado con esa estrategia, porque quizá le mantengan unos meses más en la Moncloa, pero el precio que se paga en términos de convivencia y estabilidad institucional no lo pagará él, lo pagaremos todos los españoles.
--¿Cómo definiría el efecto Illa?
--Es una operación de marketing diseñada de manera hábil desde La Moncloa, pero creo que se está deshinchando poco a poco. Evidentemente estamos en una sociedad de medios de comunicación, hay estrategas que se dedican a eso. Y como con Iceta no le salían los números, pues han mandado a Illa a ver si genera una ilusión nueva. Pero insisto en que Illa no ha venido a enmendar la plana a Iceta, de hecho siempre ha sido su subordinado más fiel. Ha venido a hacer de Iceta, pero por la novedad. Illa ha venido a blindar los acuerdos de ERC para la supervivencia de Pedro Sánchez, que nadie se lleve a engaño con eso.
--¿Cuál es la receta del PP para que las 5.000 empresas que se fueron de Cataluña durante el procés vuelvan?
--Hay una receta fundamental. Como estamos en una sociedad de libre mercado, no hay un decreto que provoque la vuelta, porque la gente puede volver si le da la gana o no. Para que vuelvan, Cataluña debe dejar de ser un infierno fiscal, un infierno político y un infierno de inestabilidad. Una vez consigas que Cataluña aplique impuestos moderados, que haya seguridad jurídica, que se respete la propiedad privada y haya estabilidad institucional para poder invertir, con la tranquilidad de que no van a volver a dar un golpe contra la democracia pasado mañana, las empresas pueden perfectamente volver. Si obviamos todo lo que ha pasado estos años, Cataluña sigue siendo una sociedad fantástica, con un emplazamiento privilegiado, un clima magnífico y una gente emprendedora de primera. Ha sido la parte política la que ha expulsado a esas empresas. Hay que desactivar ese procés, volver a generar confianza, un marco político que no sea confiscatorio para las empresas.
--Con menos impuestos ¿cómo se financian los servicios públicos o la sanidad?
--Donde no se recauda ni un euro es en una empresa que ha cerrado. Si bajas los impuestos a esas empresas, recaudas más. Eso se ha demostrado. ¿Qué comunidad autónoma está recaudando más? La que más empresas crea, que es la Comunidad de Madrid. En Cataluña hemos hecho mejor las cosas en economía en otras épocas. Es más, no tengo problema en reconocerlo. Y orgulloso, porque soy catalán.
--¿En qué época se hicieron mejor las cosas?
--Hay una época hasta el año 90, hasta que se inicia el proceso nacional catalán, el llamado Programa 2000 de Jordi Pujol, en que se aplicaban recetas correctas a la economía en Cataluña. Cuando empieza el proceso de construcción nacional, se comienza a destruir todo. Desde los años 90 hasta el 2000, hay una inercia de la Cataluña pujante. A partir del 2000 y con el Pacto del Tinell, Cataluña comienza a perder liderazgo. Empezamos a tener una Generalitat muy grande y una sociedad civil muy pequeña. En Madrid, hay ahora un poder político pequeño y una sociedad civil muy grande.
--Usted está considerado un gran orador. ¿Cómo se siente más cómodo, en el Parlament o haciendo campaña?
--A mí las campañas me encantan. Reconozco que ésta no puede ser plato de buen gusto para nadie, porque no tienes apenas contacto en la calle y eso le quita el sentido. Yo soy un político de acción, vocacional. Me preparo mis intervenciones en el Parlament, pero me gusta estar en la calle, con la gente, con las entidades. Y las dos facetas son perfectamente compatibles.